Por: TurAireLibre
1. Camino a los Yungas (Bolivia)
Foto: Panamsur
Su apodo, ‘La carretera de la muerte’, ya lo dice todo. Este serpenteante camino de 80 kilómetros que une La Paz con la región de Los Yungas –una zona cercana a los andes bolivianos– se ganó que el Banco Interamericano de Desarrollo le otorgara en 1995 el título de carretera más peligrosa del mundo; y es que llegó a tener un promedio de 209 accidentes anuales y 96 personas fallecidas. El accidente más grave tuvo lugar en 1983, cuando un autobús con 100 personas se precipitó al vacío. ¿El motivo de tan alta siniestralidad? Elevada densidad de tráfico –pocas rutas conectan la selva amazónica norteña con la capital–, falta de guardarraíles, tráfico pesado, tramos con un ancho de apenas 3 metros, lluvia y niebla frecuente…El Camino de los Yungas (o carretera de Coroico) fue construido por prisioneros paraguayos durante la Guerra del Chaco (década de 1930), y se usó hasta la década de los ‘90, cuando la reemplazó una nueva y más moderna. Desde entonces se usa como reclamo turístico, y decenas de empresas alquilan bicicletas de alta montaña con las que organizan descensos vertiginosos por algunos de sus empinados tramos.
2. El paso de Zoji (India)
Foto: Lev YakupovEntre las ciudades de Srinagar y Leh, en plena Cachemira india, se haya el paso de Zoji. Nos encontramos en una de las zonas más bellas y “calientes” del planeta, pues es territorio disputado entre Pakistán y la India. Si al conflicto geopolítico le añadimos la altitud a la que se encuentra el paso (3.528 metros) y los reiterados movimientos de tierra (más de 60 en los últimos años), hace de esta carretera una de las menos seguras del mundo. Por si fuera poco, debido a las grandes nevadas que caen cada invierno –recordemos que nos encontramos en los mismísimos Himalayas– el paso al tráfico se cierra muy a menudo, con el riesgo que supone quedarse atrapado en la nieve.
3. Fairy Meadows Road (Pakistán)
Foto:: Mountainsoftravelphotos
No muy lejos del paso de Zoji se encuentra esta polvorienta carretera, un camino de grava construido por los lugareños que tiene una longitud de apenas 16 kilómetros. La Fairy Meadows conecta la carretera de alta montaña de Karakoram y termina en el pueblecito de Tato, desde donde se tienen unas espectaculares vistas de la peligrosa montaña Nanga Parbat, la segunda más alta del Pakistán, tras el K2. Los mejores momentos para transitarla –si es que hay algún buen momento– es durante los meses de junio y julio, pues en invierno acostumbra a estar cerrada debido a las fuertes nevadas.
4. Kolýmskaya (Rusia)
Foto: Megaconstrucciones
La carretera de la que hablaremos a continuación no es peligrosa por estar encajonada en acantilados, sino por sus extremas condiciones climáticas. Kolýmskaya es una autopista federal rusa que conecta en 1.984 kilómetros las poblaciones de Magadán y Yakutsk. Recibe el nombre de “Carretera de los Huesos”, ya que se construyó con la mano de obra de los decenas de miles de prisioneros que estaban presos en los gulags cercanos, durante la época de Stalin. Miles de ellos no pudieron superar las condiciones extremas de trabajo (durante el invierno en esta zona las temperaturas descienden a -40º), y sus cuerpos fueron abandonados en las cunetas. Para circular por la Kolýmskaya se necesita un buen coche, cadenas para la nieve y una destreza especial para conducir sobre hielo, pues las consecuencias de quedarse atascado pueden ser fatales.
5. Transahariana (Algeria-Nigeria)
Foto: Wikipedia
En las antípodas climáticas –y casi geográficas– del caso anterior se encuentra la Transahariana (TAH 2), una vía de cerca 4.500 kilómetros construida durante la década de los ‘70 que une Algiers (Algeria) con Lagos (Nigeria). Aunque casi el 85% de la carretera está pavimentada, sus condiciones son muy malas. Para emprender un largo viaje por la Transahariana es imprescindible mucho combustible, ruedas de recambio y sobre todo varios litros de agua. Aquellos que tengan la presión alta deben abstenerse, ya que durante el trayecto se alcanzan temperaturas superiores a los 50º. Además del calor, otro riesgo añadido son las tormentas de arena; por ello, se recomienda comprobar la meteorología antes de partir.
6. Halsema (Filipinas)
Foto: Weirdlyodd
Viajamos ahora hasta el sudeste asiático para conducir por la autopista de Halsema, la más alta de Filipinas. Esta carretera de 150 kilómetros conecta las poblaciones de Baguio y Benguet, y casi todo su recorrido está todavía sin pavimentar. Abundan los corrimientos de tierra y barro, la caída de grandes rocas y los conductores locos que circulan a gran velocidad. Durante la temporada de lluvias resulta casi impracticable la conducción, y cuando las condiciones meteorológicas son buenas, no conviene confiarse, pues la ruta, que apenas dispone de medidas de seguridad, discurre por unos impresionantes acantilados. Para recorrer la totalidad de su trazado se necesitan más de 6 horas de dedicada conducción.
7. Kabul-Jalalabad (Afganistán)
Foto: Todd HuffmanLa carretera de Jalalabad es temida no sólo por extranjeros, sino también por los propios locales. Esta vía de 153 kilómetros conecta Kabul, la capital de Afganistán, con la ciudad de Jalalabad, al este del país y cercana a Pakistán. Según la BBC, cada año mueren cerca de 200 personas y muchas otras resultan gravemente heridas, ya sea debido a accidentes de tráfico –abundan los conductores kamikaze y escasea la policía de carretera– como por encontrarse en medio de fuego cruzado entre insurgentes talibanes. A los peligros derivados de los humanos, debemos añadir la orografía de la zona, pues la carretera discurre entre desfiladeros y cruza desiertos áridos muy poco poblados. El periodista Amador Guallar describe en esta crónica cómo fue su viaje desde Kabul a Jalalabad.
8. Atlanterhavsveien (Noruega)
Foto: Wallpaperswa
Aunque el riesgo que entraña conducir por la Carretera del Atlántico es anecdótico comparado con los otros casos citados, el viaje puede acabar mal si coincide con temporal. La Atlanterhavsveien es un corto tramo de 8 kilómetros que une las poblaciones de Kristiansund y Molde, en la provincia de Møre og Romsdal. Varios puentes que sobresalen por encima del mar permiten que la carretera enlace las islas que hay entre Molde y Kristiansund, siendo Storseisundet, el más conocido debido a su espectacular curvatura. A lo largo de todo el trayecto hay varios miradores panorámicos y áreas de descanso, desde los que se puede observar la fauna y fuerza del Océano Atlántico.
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