La vida de Motta: Alegrías, Éxitos y Sufrimientos

#AscensoRock

Respeto, admiración, cariño e idolatría eran alguna de las cosas que despertaba Rodolfo Motta en el Ascenso. Una enfermedad letal provocó que a los 70 años deje sus recorridas por el barrio de Mataderos, sus cafés en los bares de la zona y, sobre todo sus anécdotas e historias en las que fue el actor principal.

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Fue un especialista en salvar equipos del descenso y también fue campeón. Se convirtió en héroe del Emelec de Ecuador y ganó el último ascenso de Nueva Chicago a Primera División en 2006.


Su vínculo con el fútbol comenzó en 1961 cuando debutó como jugador profesional en Nueva Chicago, su primer amor. La vida del deporte lo fue situando en distintos equipos a los que luego, casi en su mayoría, volvería pero con el buzo de DT puesto. Sportivo Italiano, Deportivo Español, Estudiantes de Buenos Aires, Morón, Excursionistas y Quilmes fueron las instituciones que contaron con el “Rulo” como jugador.

Su huella comenzará en 1982 cuando, una vez colgado los botines, se calzó a los 37 años la dirección técnica de Estudiantes de Caseros. Pero este primer paso por el Pincha fue muy breve, ya que fue llamado por Chicago que peleaba en Primera por no descender. La tarea en el torito no era fácil, pero fue allí dónde Motta empezó a escribir su historia.

En un final apasionante el verdinegro le debía ganar a Racing de Avellaneda en La Bombonera por la última fecha del torneo. El conjunto de Rodolfo sacó agallas suficientes, plus que provocaba el mismísimo DT, y logró vencer a la Academia por 1 a 0 provocando el delirio de todo un barrio.

Tras la salvación, pasó por Arsenal, Platense y Morón hasta que en 1987 tuvo una nueva historia en Primera. Esta vez con Temperley y, obviamente, el objetivo sería el mismo. Salvar al Gasolero del descenso. Allí, en Turdera, forjó una de las anécdotas más dramáticas y límites de su vida, ya que en la última fecha sufrió una descompensación cardiaca al enterarse que Platense, ex club que dirigió, dio vuelta un 2-0 en contra ante River y con la victoria obligaba a Temperley a jugar un desempate con el Calamar.

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El corazón de Motta colapsó ante semejantes emociones y terminó en el hospital. El final de la historia futbolística no fue feliz debido a que en el desempate el conjunto marrón se impuso por 2 a 0 y condenó al descenso a Temperley. Situaciones límites eran las que vivía el por aquel entonces lo que sería un Caruso Lombardi en la actualidad.

En las temporadas siguientes dirigió Chaco For Ever y luego tuvo el desafío de mantener a Racing de Córdoba. Lugar en dónde estuvo tan solo un semestre ya que al poco tiempo regresó de nuevo al conjunto Chaqueño. Como era una costumbre en su vida la última fecha definía su futuro.

El equipo cordobés de Nueva Italia, al que Rodolfo había dirigido meses atrás, enfrentaba en su casa a Boca Juniors. La Academia cordobesa debía ganar y esperar que Chaco For Ever no sume de a dos ante Argentinos. Ambos resultados se dieron y debieron jugar un desempate para ver quién se salvaba del descenso. Cabulero como pocos, Rodolfo quiso jugar en La Bombonera, lugar dónde nunca había perdido y le dio resultado. Chaco For Ever se hizo fuerte y venció a Racing de Córdoba por 5 a 0 manteniendo la categoría.

Para la Temporada 90/91, comenzó a implementarse el Torneo Apertura y Clausura. Las cosas en el Albinegro no fueron las mejores aunque dejó una gran imagen por lo logrado anteriormente.

Tras un tiempo de inactividad, Motta embarcaría en Nueva Chicago por segunda vez. La meta era salvarlo de la B Metropolitana pero el DT fue por más y logró clasificarlo al octogonal por el ascenso a Primera. Belgrano de Córdoba, en cuartos de final, acabó con las expectativas que había generado la impensada campaña que contó con un histórico 6 a 0 a Morón en Mataderos, que será recordado de por vida por los fanáticos del torito.

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Quilmes y Ferro fueron sus próximos clubes. En el conjunto del Sur tuvo una actuación que no desentonó, ni superó las expectativas, mientras que en el de Caballito, en Primera, se esperaba más. El verdinegro le asentaba bien, es por eso que en 1997 firmó con Brown de Arrecifes y logró conducir al “Toro” al Nacional B al derrotar a Sportivo Ben Hur 1-0 en Rafaela.

Las urgencias del “Toro” porteño volvían a llamarlo. Si, la vida de Rodolfo Motta era nómade en cuanto a las instituciones, iba y venía según los apuros de los clubes que lo querían. En su tercer ciclo al mando de Chicago, escribió una de las historias más importantes de dicho club. Lo salvó del descenso en la última fecha, cuando no, al empatarle a Arsenal en el último minuto con gol de Facundo Arguello en cancha de Lanús.

Producto de quedarse en la B Nacional, al año siguiente el verdinegro lograría realizar, con Vega y Traverso como técnicos, una gran campaña que lo depositaría en Primera a principio del 2001.

Su salto grande concluyó en 2002, cuando el Emelec, uno de los equipos más grandes de Ecuador, le dio el cargo de DT. Motta aceptó la oferta y condujo a los “Azules” al décimo campeonato de la historia en Primera División.

Las puertas de su hogar siempre estuvieron abiertas y en 2006 volvió al club que lo vio nacer, al del barrio, a Chicago. En su cuarto y último ciclo como entrenador, Rodolfo Motta le puso el broche de oro a su vida vinculada con el fútbol. Agarró al torito comprometido y, producto de buen juego y coraje, lo llevó a obtener el Campeonato ante Talleres en Córdoba. Dicha conquista le posibilitó jugar una final con el otro campeón, Godoy Cruz, para ascender.

El “Tomba” no tuvo fisuras y postergó el festejo del pueblo de Mataderos que se daría ante Belgrano, obviamente sufriendo. Un 3-1 en cancha de Ferro relajó al plantel comandado por Motta que en Córdoba cayó 2-0 en los 90 minutos y tuvo que definirlo en el tiempo suplementario.

En el alargue, el “Pirata” logró la tercera conquista y el estadio brindaba con fernet, pero Rodolfo, astuto como ninguno, colocó a su 5, Cristian Pellerano, de delantero junto con Carranza y Simón, y logró lo imposible. En 15 minutos empató el partido 3-3 y llevó a Chicago a la máxima categoría.

Sin más que lograr, Rodolfo Motta dejó su huella en el Fútbol Argentino. Uno de los máximos íconos del ascenso nos dejó y desde #AscensoRock no quisimos dejar de recordar y homenajear las locuras de este hombre de barrio, bares y cantinas.

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Por Federico Tallarico

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