Por: Ignacio Damonte
En la previa de los Playoffs esta serie se presentaba como la más clara. El campeón tiene al mejor de la liga en sus filas, LeBron James, que acompañado por un sólido equipo, pasará a semifinales (y por amplio margen). Milwaukee trae a la mesa fuerza en la pintura, actitud batalladora y dos figuras inestables como Brandon Jennings y Monta Ellis. No alcanzará.
Sería redundante enumerar los logros de James para justificar el favoritismo de Miami en cualquier serie. La liga se encargará de coronarlo todo con el premio de MVP en la temporada regultar. Hay algo que sí es digno remarcar, y es la capacidad de LeBron de llevar su juego a un nuevo nivel. Su versatilidad para ser un base con cuerpo de ala pivot cambió el juego.
Dejando atrás sus años de novato estrella en Cleveland, llegó a Miami con una única misión: ser campeón. La primera temporada Dallas le dio un golpe rotundo en la final. El segundo año entendió que debía fortalecer al grupo, más que lucirse él mismo, y lideró al campeonato. En esta tercera, ha mantenido esa mentalidad, puliendo su tiro y el trabajo en la pintura. Al final terminé siendo redundante, difícil no serlo.
La serie con los Bucks arrancó el pasado domingo. En la primera mitad, Milwaukee hizo bien la tarea. Perdió poco el balón y se mantuvo en juego gracias al goleo de Jennings y Ellis (26 y 22 puntos respectivamente). El tercer cuarto el local torció la historia. Ahí Bosh, James y Wade llevaron la diferencia a 15 y ya no hubo retorno.
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Miami sigue firme ante Milwaukee y ya se adelantó 2-0 en la serie
Este martes, en el segundo partido, los Bucks tuvieron que cambiar el plan sobre la marcha. Ellis y Jennings no estaban en su mejor noche, fallando todo lo que tiraron en los primeros 24 minutos. Entonces hubo que mover mucho el balón y fue ahí que aparecieron Ersan İlyasova (21 puntos) y Mike Dunleavy Junior (16 puntos, 6 rebotes, 5 asistencias). El turco fue una fiera en ofensiva, tanto desde el perímetro como desde la zona, mientras que el hijo del legendario entrenador completo una planilla completa y con buenos porcentajes.
El último cuarto fue el definitorio esta vez. Quien haya visto una partido de Miami en la temporada se da cuenta que el Heat sólo necesita de un par de jugadas para encenderse y cerrar juegos en un abrir y cerrar de ojos. Las pérdidas que torturaron al coach Spoelstra desaparecieron, y con una ráfaga de 12-0 el arranque del capítulo final sentenció la historia. Las fuerzas de los Bucks que lo mantuvieron en partido en el primer tiempo no aparecieron y las dos figuras visitantes seguían tirando piedrazos. Nuevo triunfo contundente del Heat (98-86), con 19 de James y 21 puntos de Wade.
Miami es esa clase de equipos a los que para ganarles tenes que tener una actuación perfecta. Si lo llevamos a otros deportes es algo parecido a ganarle a Nadal la final de Roland Garros o golear al Barcelona (el Bayern pudo con una tarea impecable). No podés errar, los márgenes son muy limitados. Perdés una pelota y te devuelven una volcada. Entonces, porque no son perfectos, ni están cerca de serlo, es improbable que los Bucks puedan ganarle al menos un partido al campeón. Y si en algún punto la victoria llega a estar en riesgo, LeBron y Wade saldrán al rescate, pierdan cuidado.