Llueve un montón, estoy mirando por la ventana como se moja todo el balcón.
Hace un rato junté todas las plantas de mi casa y las puse cerca de la baranda para que se alimenten. También veo como el agua las moja. Veo sus formas y sus tamaños, y se que mañana van a cambiar, por todos los nutrientes que les da el agua de lluvia.
La bicicleta la puse lejos de la baranda, el agua casi no la toca.
Una vez estaba estudiando en la biblioteca pública y cuando estaba volviendo se puso a llover así de fuerte como ahora. Una de las razones por las que me gustaba ir a esa biblioteca era que podía ir en bicicleta, y alejarme un rato de mi casa. Todavía vivía con mi mamá y mis hermanos y así era más fácil concentrarme.
Ese día estaba con la computadora portátil también encima. Mi mochila es impermeable, pero la lluvia era muy fuerte. No estaba segura de que fuera a resistirlo.
En la distancia entre la biblioteca y mi casa, está la peluquería donde trabaja mi amigo Marcos. Así que paré y le dejé la mochila con la compu para pasar a buscarla después con el auto.
Después de eso seguí pedaleando hacía mi casa. La lluvia era una superficie que se extendía cubriendo todo el espacio entre la calle y el cielo. Había que atravesarla para avanzar, era como estar nadando con la bicicleta, abajo del mar, abajo de la ducha.
Llegué a mi casa con ganas de tirarme en la cama a escuchar música, feliz, como un bebé recién nacido.
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Imagen bici por Carlos Timoty
Foto perfil Dolores por Karina Manghi