Por: Nicolás Mavrakis
Autor #11
Edad: 35
Libro: Planos para construir dos ciudades (Mancha de Aceite, 2012)
Temas: Poesía. Ciencia ficción. Urbanidad. Naturaleza.
Por qué hay que leerlo: Si hay una ciudad / es porque hubo inspiración / tiempo y trabajo comienza la primera parte de este libro de Jonás Gómez, estableciendo una sinergia entre la tarea de dar forma a un espacio y la tarea de imaginar la poesía que la retrata. Esa poética de la esmerada representación adquiere en Planos para construir dos ciudades un tono narrativo que lo emparenta con el cuento breve de ciencia ficción, por momentos en tonos ballardianos, donde la descripción precisa de imágenes visuales logran un efecto casi pictórico sobre una ciudad cuyos habitantes han decidido trasladar su deseo de trascendencia desde lo sólido hacia lo líquido. Es esa laboriosa capacidad de desdoblar las palabras hasta convertirlas en imágenes poéticas y núcleos narrativos, a la vez, lo que distingue a Gómez de aquella poesía que se limita apenas a una ordenada y frívola concepción de la rima.
Acabado el trazado del mapa, Planos para construir dos ciudades avanza sobre los habitantes del nuevo territorio como en un travelling desde la imagen panorámica hasta el primer plano. Terrorismo visual en los ladrillos / más mensajes de los que el ojo puede asimilar / códigos de barras subliminales / debajo de la piel de animales fosforescentes. Poesía fundacional de una ciudad imaginaria, narración sobre los dramas de una urbanidad extrañada, el futuro ambiguo creado por Jonás Gómez es también una máquina de tensiones donde el lector atento encontrará más de una de las preocupaciones más vigentes del presente.
¿Por qué leer Planos para construir dos ciudades en el futuro?
Escribí este libro en oposición a mucha de la literatura del yo que se está produciendo en los últimos años. El proyecto original era construir una serie en la que la ciudad, y no la gente, tuviera el rol protagónico, de hecho las personas que aparecen en la serie no están individualizadas, no tienen rasgos propios, son como partes móviles, articuladas con el río central de ese espacio y sus estructuras. El título de esa serie es Economías Hídricas. A los pocos meses de terminar estos textos apareció otra serie opuesta a la primera, Capital de yuxtaposiciones. Si en Economías Hídricas hay un discurso único, armónico, y funcional con el entorno, en Capital de yuxtaposiciones hay una polifonía, hay operaciones concretas contra la ciudad, que pueden partir de la simple ocupación del espacio, del terrorismo o del arte. En esta segunda serie el tono es de saturación, de sobrecarga, hay sampleos insertos de los discursos de los personajes. Creo que hay que leer este libro porque es un proyecto expansivo, escrito con un nivel corrosivo de ambición. No estoy al tanto de textos recientes que se propongan articular dos series complementarias para resultar en un mismo libro, no sé si hay algo así en circulación. Planos para construir dos ciudades tiene ecos de ciencia ficción, de la ciudad como utopía realizada y destruida, si la buena ciencia ficción del pasado habla del presente quizás en mi libro haya algo relevante para el futuro.
¿Papel o bytes?
Es difícil responder en pocas palabras una pregunta que abarca tantas cuestiones. En esta época nos toca articular lo digital con lo impreso, quizás en el futuro el libro, si se sigue produciendo, sea una rareza, pero de momento, al menos en Argentina, el libro y lo digital conviven. En lo personal soy de los que prefieren el libro en papel. Del papel al byte se pierde lo táctil, se pierde lo específico del objeto, con todas las decisiones estéticas que se tomaron: diseño de portada, tipo de fuente, formato, papel, etc. Cuando se pasa del byte al papel ocurre lo mismo que cuando se pasa del cd al mp3, el texto-canción se convierte en información en estado puro, pasa a ser un archivo. Está claro que eso puede tener sus ventajas, pero me da la sensación que todo termina derivando en una constipación de información que no se asimila, que por la cantidad de descargas no llega a ser procesada. De todas formas no caigo en fundamentalismos, no se puede concebir el libro como algo puro inherente a la humanidad. Hay gente que no ve, o elige no ver, que el libro es un artefacto tan atravesado por la tecnología como los dispositivos de lectura electrónicos.