“Hasta que pase un huracán”

#BorgesDelFuturo

Autor #13

Nombre: Margarita García Robayo

Edad: 32

Libro: Hasta que pase un huracán (Tamarisco, 2012)

Temas: Interpersonalidad. Sexualidad. Cuerpo. Poder.

Por qué hay que leerlo: Margarita García Robayo nació en Colombia, pero si existe una figura que sintetice el infinito ánimo cosmopolita de la literatura argentina —y la editorial Tamarisco es, efectivamente, industria nacional—, esa figura es la de Jorge Luis Borges, santo patrono de este ciberespacio. Establecido este punto, se legitima ad hominem la posibilidad de expandir el horizonte de lecturas argentinas un poco más allá de lo estrictamente geográfico. La ligera licencia de reapropiación, por otro lado, tiene también motivos intrínsecamente literarios que hacen de la lectura de la nouvelle Hasta que pase un huracán un elemento valioso para repensar —tensionar, forzar y venerablemente discutir— elementos de cierto microclima cultural argentino.

García Robayo explora una pregunta que —al calor de fenómenos de irreflexiva indignación moral colectiva— el periodismo, esa otra gran plataforma discursiva,  sacrifica invariablemente bajo su rudimentaria idea de realidad. Uno de los grandes temas de la nouvelle, por lo tanto, puede sintetizarse bajo una serie de preguntas. Primero, ¿qué define lo femenino? Luego, ¿qué mecanismos sociales, culturales, históricos y materiales se resuelven alrededor del cuerpo de ese sujeto femenino? Y por último: ¿cuál es el límite del poder del cuerpo de aquello femenino?

Ajena al discurso de la victimización de género, a la puesta bajo sospecha inmediata del deseo y a la refracción instantáneamente penosa y moralista ante cualquier legítima inquietud  sobre el umbral de explotación psíquica y material que permite un cuerpo —dotado para el ejercicio del poder a través de la belleza—, la protagonista de Hasta que pase un huracán ejerce una sexualidad que, a la manera de los bombardeos inteligentes en los territorios de batalla de finales del siglo XX, selecciona sus afecciones con cuidado para obtener resultados precisos. “Johnny no estaba mal, pero si accedía ahora no iba a tener a quién llamar la próxima vez que fuera a Miami”, dice la protagonista, una azafata caribeña que desea alcanzar —y alcanza— el American Dream sin concederse idealizaciones ni abandonar la fuerza del cálculo sobre su única plataforma de expansión: su propio cuerpo. Relato de iniciación sin máscaras, retrato de una discusión contemporánea que se sofoca —en el mejor de los casos— entre malas lecturas tardías de Michel Foucault, recelos e ignorancias, Hasta que pase un huracán invoca la certeza de que hay más preguntas sobre el presente sedimentando grados de verdad en la literatura que entre las torpezas del periodismo, su doxa y su perpetua danza alrededor de las cáscaras vacías de la realidad.


¿Por qué leer Hasta que pase un huracán en el futuro?
Porque habla de este tiempo, es un modo eficiente de enterarse del recorrido de ciertos temas, formas narrativas y propuestas estéticas dentro de la literatura. Supongo que habrá literatura en el futuro.

¿Papel o bytes?
Depende de para qué. No lo considero excluyente. Si hablamos de libros y buscamos alguna trascendencia del objeto y su contenido, el papel sigue siendo el formato que mejor resiste el paso del tiempo. Si hablamos de comodidad, economía y volumen, los bytes ganan por knockout.