Por: Agostina Fasanella
“Cuando señalas con tu dedo a una persona juzgándola,
recuerda que hay tres dedos te señalan a ti”
Cuando percibimos algo que nos genera alguna emoción, el cerebro, movido por esa emoción, produce sustancias químicas que hacen que actuemos en consecuencia. Para todas las emociones hay sustancias particulares. El miedo, por ejemplo, genera que el cerebro disponga al cuerpo a huir; el enojo, a luchar y así, cada emoción nos provoca una disposición a diferentes acciones.
Las emociones son particulares para cada persona, vale decir que, ante un evento determinado, una persona puede sentir miedo, otra persona desafío y otra indiferencia. Estas emociones se disparan de acuerdo a la valoración que hacemos de lo que está ocurriendo, a esta evaluación la llamaremos juicios.
Estos juicios se relacionan con la forma que tenemos de observar el mundo y es la llave de nuestro mundo emocional, desde allí juzgamos lo que es bueno y lo que es perjudicial para nosotros, lo que consideramos posible de lograr y lo que entendemos que es imposible e influye directamente en los resultados que obtendremos.
Nuestros resultados son consecuencia directa del tipo de observador que estamos siendo, de lo que entendemos que podemos lograr y de lo que entendemos que es imposible para nosotros.
La forma de mirar tu mundo y de juzgarlo influye directamente en tu emocionalidad y puede convertirse en un círculo vicioso (juzgás que no podés, en consecuencia actuás de forma tal que no podés, por lo tanto te demostrás a vos mismo que era verdad que no podías, lo que genera que emocionalmente te sientas derrotado y que pienses que posiblemente no puedas lograr resultados que antes podías)
Por el contrario, cuando estás en emocionalidades positivas, el círculo se invierte, vale decir, se convierte en un círculo virtuoso, que posibilita el logro de objetivos cada vez más importantes y extraordinarios.
Volvamos a los juicios, como dijimos son evaluaciones, por lo tanto, pertenecen a quien evalúa y no a lo que es evaluado, sobre el mismo hecho o persona pude haber tantos juicios como personas haya juzgando. Pero cuando estos juicios son tomados como verdades inamovibles, como propiedades de la persona o del hecho o de la cosa que está siendo juzgada te limitás y por lo tanto limitás tu acceso a los resultados que te importan.
Desde este espacio te invitamos a desafiar tus conversaciones limitantes, tus no puedo para cambiarlas por conversaciones posibilitantes y de esta forma adueñarte de tus pensamientos, ya que, como dijimos anteriormente, tus juicios (tu forma de observar el mundo) influyen directamente en tus resultados. Te invitamos a darte cuenta que sos el dueño del “martillo” que dictamina tus pensamientos… desde este espacio… ¿Cuál es tu próximo dictamen?…