Honrar a nuestros abuelos, reconocerlos con sus aciertos y sus virtudes nos llena el alma. Son nuestras raíces y gracias a ellos existimos. Así que tengan o no recuerdo de ellos escríbanles una carta. Cuéntenles como se los imaginan, que les hubiera gustado hacer y léansela a la foto o dibujen un retrato si no tienen una foto de ellos, y si tienen la oportunidad de que todavía vivan léansela y sentirán la emoción de sus ojos al escuchar sus palabras de amor. Nuestros abuelos nos enseñan de nosotros mismos porque en general todo es cíclico y todo vuelve. Yo estoy celebrando la existencia de mi abuelo de la mejor forma que puedo, recordándolo con mis palabras.
Cuando era chiquita en una suerte de Heidi de ciudad adoraba cantarle la canción a mi abuelito “Abuelito dime tú” y él sonreía y me abrazaba. Mi abuelo era rígido en la niñez, creía que las reglas de buena educación y el orden eran la mejor enseñanza que podía darme. Pero esta actitud hizo que pudiera lograr lo que quería. Llego a los 92 años, lucido y saliéndose con la suya, amago como 5 veces en morirse en sus últimos 10 años y siguió viviendo, porque quería vivir.
Mi abuelo era boliviano y en una suerte de sorteo de mi bisabuelo término en Argentina, tres visas fueron sacadas: una americana, una francesa y una argentina. A mi abuelo le toco la tercera mientras sus otros dos hermanos terminaron cada uno en uno de los otros destinos. Pero en esa suerte de la vida, llego a Santa Fé y conoció a mi abuela y el destino hizo sus malabares para que terminaran juntos el resto de su vida.
Me enseño sobre valores y solidaridad, hoy cumpliría 94 años y lo celebro recordándolo con esta carta que le escribí el día que se fue…
Adios abuelito! Y llego el día de decirte adiós, aunque las lágrimas corren mi felicidad es absoluta. Llegaste a los 92 años con un cutis impecable y un temple de acero. Luchaste en la vida hasta el último momento sin querer irte. Trabajaste hasta que no pudiste más. Ni la escalera empinada podía frenarte. Todos los días impecable, cumpliendo tu tarea. Ese escritorio nunca quiso ser vaciado. Actualizado siempre te encontraste, ganando siempre en tener el último aparato tecnológico y usando todas las aplicaciones como si fueras un niño de 10 años. Todavía cierro los ojos y te veo llamándome por skype, lo hacías mejor que yo. Siempre me ganaste. Si mi abuelo lo hace, ¿como yo no? Informado era tu virtud. La realidad era tu amiga y siempre estabas proyectando. Sabias siempre que receta tomar, que ejercicio hacer, que podías mejorar.
Tengo tanto para agradecerte. La solidaridad fue tu enseñanza desde muy pequeña ayudando siempre desde el club de leones y a donde fuera necesario. Si uno puede tiene que hacerlo. Desde muy chica viéndote en acción, organizando rifas, sorteos para ayudar a los necesitados, construyendo escuelas, siempre activo en lo social. La familia es lo primero fue tu lema siempre. Todos los sábados comiendo en familia para charlar de los que nos acontecía, para estar siempre vinculados, para saber cuales eran nuestras raíces. El sabor de la comida tu especialidad, comer bien es un placer, tal vez el placer que más pude verte saborear y claro tu mimo siempre pasaba por tener el plato preferido de sus nietos cuando volvían a visitarte. La formalidad era tu forma, la racionalidad tú arma y tu acción constante te llevo a hacer todo lo que te imaginabas. Te quiero por todo lo que me diste y por todo lo que fuiste.
Un ariano empedernido que siempre lucho hasta el final. Hace como 10 años que estas ganándole una pulsada a la muerte y no lo lograba, no podía contigo. Todavía recuerdo como te agarro el acv (accidente cerebrovascular) y sin dudarlo sacaste un papel de la oficina con todos los pasos a seguir y aun perdiendo el habla, la volviste a recuperar, ejercitando. Tu ahínco me deslumbraba y lo seguirá haciendo como ejemplo. Tengo que destacar tu coquetería, no había forma de sacarte desprolijo a ningún lado. Estando en el hospital, preguntabas que estando quieto perderías tu masa muscular que tanto trabajo te daba. Siempre conciente, siempre atento.
Tan solo hace días fui a verte para despedirte y a sabiendas de que podía estar llegando el final, porque todos fuimos a saludarte por tu cumpleaños, nos mostraste tu fortaleza. Siempre sabias todo. Engañarte no era una posibilidad. Tan solo quería hacerte sonreír porque llegar a los 92 anos ya era una bendición y llegar tan lucido era maravilloso. Y de la manera menos pensada logre sacarte la sonrisa que buscaba, tenia que explotarme un globo en la cara para lograr tu risa. Todas mis monerías no habían logrado el resultado, te daban vergüenza. Cuando te quería hacer reír en el hospital me mirabas y me decías no te das cuenta que estoy preocupado, y yo pensaba de que tenes que estar preocupado con 92 años, de nada abuelito, ya te viviste todo. Te llenamos el cuarto de globos en la habitación y claramente nunca fuimos el número permitido de visitas en tu cuarto. Todos una sonrisa conquistando las enfermeras, siguiendo los buenos consejos de mi abuela que en paz descanse seguía protegiéndote desde el cielo.
Lograste tanto abuelito que a veces no se si te diste cuenta. Un largo camino trabajando con ahínco para superar todos los obstáculos. Un chico descarriado y divertido en la adolescencia que exprimió hasta los 26 años «los aires de Bonn vivan» y dado que no sentabas cabeza te mandó tu papa a Argentina desde Bolivia a que forjes tu destino. Las cartas se barajaron y caíste en una ciudad llamada Santa fe donde estudiaste y te enamoraste de mi abuela Hilda, capitulo que se merece una novela aparte y que algún día terminare. Una abuela soñadora que vivía en una cajita de cristal como una bailarina y que vos continuamente trajiste a la realidad. Después de mucho trabajo y de mucha paciencia se casaron para tener a tres hermosas hijas (y completar con la hija que ya tenias, que siempre cuidaste a la distancia) y mudarse a Bahía blanca para fundar la universidad del sur como ingeniero químico tu carrera, de la cual fuiste un orgulloso profesor y pudiste construir tú fabrica IFI Araoz, tu único hijo varón. Una oportunidad que término siendo tu vida. Trabajaste, viajaste por el mundo y alimentaste los valores cristianos para tener una gran familia.
Tengo tantas anécdotas divertidas contigo. Abuelito dime tu era nuestra canción y siempre me sorprendiste porque eras mas inteligente de lo que podía imaginarme. Todavía me acuerdo el día que me llamaste porque me necesitabas como traductora para tu empresa porque un australiano venia a terminar un negocio. Emocionada ni dude en viajar a ayudarte y mientras se daba la reunión me daba cuenta que entendías más que yo porque además eran todos términos de ingeniería que desconocía, pero aun así me puse el casco y entre a la empresa de gas y por un día me sentí una actriz trabajando en una película de una fabrica. Después de dos días de traductora te miro y te digo: ¿si entendías todo para que me necesitabas? Me mira y me dice “Claro hijita, tenia que ganar tiempo para pensar y poder ganar el negocio. Con tu simpatía, contándole de tus viajes podía negociar mejor“. No lo podía creer, todavía me río acordándome de la situación. Eras un estratega brillante.
Forja tu destino me decías, tal vez no esperabas que tomara las decisiones que he tomado, pero de lo que estoy convencida es que estabas orgulloso, no sabias como lo lograba y a pesar de tu preocupación en todas mis aventuras, te divertían y terminabas en la conclusión que tenia un dios aparte. En realidad no es un dios aparte, es querer exprimir todo el jugo de la vida, para que cuando me toque despedirme lo haga con una sonrisa, recordando todo el largo camino. Espero que tú hayas podido cerrar los ojos y despedirte en paz sabiendo que diste todo lo que podías.
Siempre en mi corazón.
El día que se murió me encontró pintando este cuadro “Milagros de María”