Esta semana fue de mucha intensidad, una marca me contrato para dar talleres en el interior, el lema es que a través de la creatividad nos volvemos felices, y la idea era contagiar a otros haciendo lo que me gusta; pintar. Volver a lo lúdico, al juego en nuestra vida, en lo cotidiano. No se necesita de experiencia previa, ni conocimientos, simplemente soltar y permitirme mezclar colores y de a poquito a poquito podemos sorprendernos de nuestra propia creación, de lo que podemos llevar a cabo. De Córdoba fui a Mendoza, y luego a San juan y a Punta del este. Di talleres, pinte un hospital y una casa, y entremedio tuve tiempo de encontrarme con amigos y con gente con la que aprendí lo importante de los afectos y de crear puentes y hasta pude llegar a un casamiento que me resultaba imposible de imaginar por el cansancio al empezar el periplo. Pero al revés de lo que me imaginaba todo lo que iba haciendo era para dar a otros y naturalmente lo que conseguía era nutrición, me volvía la energía de alguna manera porque al mismo tiempo podía encontrarme con otros que a su manera hacían lo que podían para ayudarme, pura retroalimentación.
A veces simplemente hay que ver lo posible en lo imposible. A veces simplemente hay que decir SI, sentir y no pensar, y confiar que se puede, que voy a lograrlo y dejarse llevar y también aprender a pedir ayuda.
Estamos llenos de ¨peros¨de obstáculos que creamos para no hacer las cosas. A veces hay que salir de la burbuja personal, permitirse crear puentes, lazos entre otros para lograr el resultado. A veces hay que sentir que lo que puede ser posible puede cambiar a otros, que haciendo algo que me gusta puedo contagiar para que te ayuden a llevarlo a cabo y terminar de lograrlo.
En estos días entendí la importancia de la constancia y como hay muchas personas que están volviendo a la fuente, a la naturaleza, abriendo nuevos caminos y haciendo lo que creen que es necesario. Me encontré con hombres con huertas en sus jardines, y logrando proveerse de su propio alimento y me alegre. Tal vez esta alegría se debía a sentirme reflejada, a entender que cultivar alimentos es casi lo mismo que enseñar una herramienta, como es pintar, para ser feliz. Es paso a paso, es lento el día a día, pero a la larga uno puede saborear el resultado y puede estar satisfecho de que valió la pena el esfuerzo. En mi caso enseñar a otros me da felicidad, puedo ver la sorpresa y la inocencia de volver a hacer algo casi por primera vez y sentirse completos. Pintamos o llevamos a cabo actividades artísticas por el solo mero hecho de que nos hace bien, que después el hobby se convierta en carrera es posterior, pero primero y ante todo hay placer y una necesidad de compartir y de expresarse.
¿Para qué voy a hacer una huerta cuando puedo comprar mis alimentos en el supermercado o en la verdulería sin esfuerzo? Porque hacerlo me da placer, me hace pensar, es mi terapia, me hace trabajar la tierra y me hace cuidarme. ¿Para qué voy a pintar un hospital habiendo otras prioridades que cumplimentar? Porque al llenar un hospital de colores sacas sonrisas, mimas no solo a las personas que van al hospital sino a las que trabajan allí, porque los ambientes en donde transitamos nos cargan positivamente y nos llenan de energía o su contrario y porque el lugar de trabajo es importante en el día a día. Cada uno pone su granito de arena con lo que puede. No puedo salvar al mundo pero si puedo cambiar lo que me rodea, actuando, haciendo lo que me gusta, lo que me da placer.
La alquimia es cambiar, mutar algo en otra cosa, cuando hacemos cosas que nos gustan hacemos magia, porque permitimos contagiar al otro y cambiarlo. Llegue al Hospital Pediátrico del niño Jesús en Córdoba (ex casa cuna), para llevar a cabo un cuadro para la asociación civil ¨Semillas del corazón¨ (http://www.semillas.org.ar/) que cumplía su aniversario, y al ver al hospital sentí la necesidad de pintar un muro para alegrarlo. Tenía solo un día, pero pensé que mejor imaginar que llegaría a lograrlo a quedarme con las ganas de cambiar lo que creía importante. Los médicos me miraban con cara de imposible en tan poco tiempo, pero yo me convencí de lograrlo. El muro era grande y me implicaba mucho esfuerzo, pero pedí las pinturas que se necesitaban y al otro día a las ocho y media de la mañana empecé a diseñar el mural. Y como por arte de magia vinieron chicas a ayudarme de la marca que me había contratado por los talleres de arte y hasta un cordobés que había conocido en la fila de inmigraciones años atrás volviendo de Australia, ¨me sentí convocado a ayudarte¨me dijo y me alegro que alguien sin ni conocerme decidiera dar horas de su día para ayudar a otros. Cada uno elegía un color y fondeaba para poder hacer más rápido el trabajo. Yo ni bien había entrado al patio me imagine pintar los bancos, recordando mi proyecto bancarte, pero priorice el muro que provocaría el cambio al entrar al hospital. Tenía que contar un cuento a los niños que asisten al colegio en el hospital y así fue que terminaron ayudándome a pintar los bancos, cada uno aporto lo que podía, lográndose en 11 horas cambiar el lugar entre todos. La gratificación de ver el cambio de look del hospital hizo que las 11 horas sin sentarme valieran la pena. Ellos confiaron en mí y yo confié en llevar a cabo la obra y por ello mucha gente se sintió convocada a poner su granito de arena y su esfuerzo. En libertad podemos unirnos para lograr el cambio deseado.
A veces simplemente hay que contagiarse de forma positiva para cambiar la realidad. Yo tenía una idea al ver el hospital y gracias a muchos que decidieron colaborar se pudo llevar a cabo, hasta un bancarte espontaneo se logró. Piensa que podes hacer para cambiar tu día, que granito de arena podes sumar para que el futuro sea lindo. A veces es tan simple como sonreír. Tomate unos minutos y sentí como puedo cambiar lo que me rodea, que puedo hacer que me haga crear puentes a mi alrededor. A veces es solo ponerse en los zapatos de otro y tratar de ayudar a lograr algo. Tratemos de imaginar mundos nuevos, positivos, el futuro será lo que pensemos y creamos.
Yo quiero huertas en la plaza, quiero hospitales de colores, quiero que todos seamos artistas aunque sea por un ratito haciendo alguna actividad que nos de felicidad, quiero gente que sonría a tu alrededor y quiero poder mirarme en el otro y confiar, porque si empezamos a derribar las barreras y a construir puentes podemos lograr todo el tiempo lo posible. Seremos muchos mirando a una misma dirección y confiando que hoy es lindo porque decido que la vida sea así al hacer cosas que me gustan y pudiendo mejorar en lo cotidiano y hacerlo posible. Todo es una cuestión de actitud y ganas de mejorar porque lo creo así.