Por: Marcelo Sola
Cuando vamos al cine y vemos una película tal como:
La Dama de Hierro, vemos como le enseñan a la Sra., posturas corporales entre otras herramientas para la comunicación no verbal.
Cuando miramos Hitch, experto en seducción, también observamos herramientas de observación para tener encuentra desde la comunicación no verbal, sin mas.
Si miramos 50 sombras de Grey, también nos dan clase de el personaje de la Ana juega con sus labios, con sus posturas, con sus gestos, con su cuerpo y se deja seducir por el personaje de el.
Todo absolutamente todo pasa por la comunicación no verbal.
Recordemos que cuando nos pasa algo con alguien referido al amor, nuestro corazón se acelera, nuestra cara se sonroja, las manos se ponen tensas, temblorosas, las pupilas se dilatan y perdemos la continuidad natural del parpadeo.
Lo mismo pasa en un evento de una presentación donde nos exponemos al público donde jamás nos hemos involucrado, el cuerpo, se pone tenso, perdemos la seguridad corporal, las manos se esconden o no saben donde colocarse, los pies, las piernas, se vuelven inquietas, los músculos de la cara se tensan, perdemos relación de tiempo y espacio.
Nuestra piel es comúnmente fiel reflejo de nuestras emociones, como el miedo, la ira, el odio. El
tacto posee una clase especial de proximidad, puesto que cuando una persona toca a otra, la
experiencia es total e inevitablemente mutua. La piel se pone en contacto con la piel, en forma directa o
a través de la vestimenta, y se establece una inmediata toma de conciencia de ambas partes. Esta toma
de conciencia es más aguda cuando el contacto es poco frecuente.
Lo que el hombre experimenta a través de la piel es mucho más importante de lo que la mayoría
de nosotros piensa. Prueba de ello es el sorprendente tamaño de las áreas táctiles del cerebro, la
sensorial y la motora.