Más justicia, más democracia

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Pareciera que gran parte de la culpa de todos los males que aquejan a la República proviene de los Jueces y Fiscales, por cuanto formular una denuncia e investigar ciertos temas resulta algo “molesto”. Pareciera que ser “independientes”, cumplir con los objetivos y honrar las atribuciones que la Constitución les ha dado a esos Jueces y Fiscales es, simplemente, pasar a conformar el bando de aquellos que son parte del plan para desestabilizar al Gobierno.

Planteado así la situación creo necesario definir algunos puntos: el Poder Judicial de la Nación es un órgano creado por nuestra Carta Fundamental que funciona como el contrapeso a los atropellos de los otros poderes del Estado, cumpliendo así una función esencial de equilibrio entre poderes.

Por su parte, el Ministerio Público es el órgano que tutela las libertades públicas. Vale resaltar aquí que, con la Reforma de 1994 se buscó separarlo de los vaivenes políticos y, por ello, se lo rodeó de las garantías necesarias que aseguraran su imparcialidad e independencia.

Empero, pareciera que dicha “independencia” molesta. Aparentemente, investigar al Poder y denunciarlo es un “atentado a la democracia” conforme lo establece el Art. 36 de la Constitución Nacional: una administración de justicia separada de los avatares políticos y sustentada sobre la igualdad, resaltara los valores republicanos y democráticos, donde nadie debe ser excluido, ya que de esta forma dejaría de ser Justicia, para ser una institución republicana sujeta a rencillas coyunturales.

Alexis de Tocqueville en 1835 publicó su primera edición de “La Democracia en América” y en uno de sus más notables párrafos expresa “…todos los ciudadanos tienen el derecho de acusar a los funcionarios públicos ante los jueces ordinarios y que todos los jueces tienen el derecho de condenar a los funcionarios públicos. (…) Vedárselo, en cambio, sería privarles de un derecho natural”.

Desde el oficialismo se afirma con entusiasmo y sin sonrojarse que “fuerzas extrañas” atentan permanentemente contra el Gobierno Nacional y Popular, y que ellos sólo le rinden cuentas al pueblo. Esta postura es un atajo retórico para obviar a los otros poderes del Estado -una de las características del populismo –y de esta manera desairar y rechazar las denunciar sobre hechos poco claros de la administración pública, y que, viendo el grado creciente de denuncias, los mismos tienen las características de un gobierno en retirada y con señales claras de fin de ciclo.

Nadie pone en duda que la democracia es el sistema de convivencia que los argentinos elegimos para vivir y que la representatividad de sus gobernantes se legitima en la urnas periódicamente. Pero la democracia debe ser interpretada también como un sistema vivo, dinámico, en donde las circunstancias y los tiempos la perfeccionan y adecuan a cada época, y donde los ciudadanos y los gobiernos modifican sus demandas y necesidades. Hoy el reclamo es mas democracia y mas justicia porque la República está herida por la muerte del Fiscal Nisman, una muerte que nos obliga a todos a redoblar nuestro compromiso para defenderla.

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