Sé que lo que voy a decir es importante y necesario, como para arriesgarme a molestar incluso amigos; pero es algo que debo decir.
De los últimos videos y fotos que sacudieron el éter paraguayo, pocos me dieron tanto asombro, risa y pena -en ese orden- que los que muestran a una chica comiendo tierra en un pelopincho; otra llorando para que la lleven a su casa; y otra rodando por la vereda para terminar tirada en la calle. No me dieron risa por sí; sino por la infinidad de memes, chistes y otras opiniones hechas con ese material tragicómico en las redes.
Ese tipo de cosas (chicas drogadas perdiendo hasta la dignidad, chicos en coma etílico, o filmando al resto de sus amigos ebrios haciendo salvajadas, etc.) no es novedad. Y si lo fuere para algún padre, debería reconsiderar urgentemente la percepción de dónde está parado. Esto es pan de cada día; y lo único que podría salvar a sus hijos de no ser los protagonistas, es haciéndoles entender de que sólo ellos, y nadie más que ellos, tienen la obligación de cuidarse.
Lo mismo con amigos que no pueden controlarse: hay que tomarse la molestia de decirles que, cargar siempre con vomitados, ensuciarse siempre gratuitamente, pasar siempre vergüenzas ajenas, no es parte de una “amistad”. Es inconsciencia y egoísmo; razones suficientes para abandonar.
Pero como el aishinyaranguismo es poderoso; por “caer bien” o no chocar con conocidos, varios periodistas, líderes de opinión o padres en general están solidarizándose con ideas como “¿Dónde estaban sus amigos?”, “¿Pobre, cómo le dejan allí tirada en el piso?”, “Abandonada comiendo tierra, ¿por qué no le cuidaron?”, “¡Son malditos para no llevarle a su casa si les pide llorando a gritos!”. Momento. Pelota al piso.
Analicemos fríamente los hechos: ¿Son los drogadictos o alcohólicos de fiestas, unas víctimas? ¿Son los amigos sus niñeros? ¿Son los asistentes a una fiesta responsables de lo que ingiera una persona? ¿Son otros ebrios responsables de llevar a alguien a su casa? Al menos, ¿tienen culpa de dónde aparezca al día siguiente su cuerpo?
La respuesta total es NO. Y sólo en el caso de ser menores de edad, la responsabilidad, es de los padres. De nadie más.
Iniciemos el año con un propósito: aprender a asumir las propias responsabilidades. El día en que dejemos de culpar a otros por las consecuencias de nuestros actos, tendremos una vida mejor.
Viendo cómo la vorágine brutal de la sociedad se traga a la gente, he de enseñarle a mis hijos:
- Nadie más que uno, es responsable de sus actos y su persona.
- Seas varón o mujer, uno no puede tomar o hacer algo hasta perder el sentido.
- Nunca podés perder el dominio de tus capacidades mentales, si no querés se víctima de atrocidades.
- El mundo no es amable, y te maltratará; deberás prepararte para resistir. Aprender a aguantar.
- Lo que no aprendiste en casa, te lo enseñarán en la calle. Y sin cariño ni paciencia.
- La gente tiene poca memoria, pero Internet una excelente; y puede fundirte el presente
y futuro.
En fin. Probablemente el mejor consejo que me dieron, fue: “Educá a tus hijos de tal manera, que si hicieras falta un día, cualquiera desée hacerse cargo de ellos.” Les aconsejo lo mismo; no los condenen al abandono.