Creo que Intratables es un programa muy interesante, entretenido y bien argentino. Un espacio donde reflejamos quienes somos y nos enriquecemos del pensamiento.
Si algo admiro del programa es que cada uno se juega por lo que piensa, aun cuando se discuten las cuestiones menos relevantes.
Frente a quienes nunca se juegan por nada, no hay nada mejor que ver cada tanto a quienes siempre se juegan por todo.
Gracias!
Si algo me entusiasmaría, sería irrumpir en algún momento en el programa Intratables y empezar a arremeter con todo, enfrascándome en discusiones cizañeras que permitan dilucidar las cuestiones más intrincadas de la sociedad.
Sería un terreno extraño y farragoso, en el que nunca he estado porque jamás arribé a las discusiones exaltadas, que se sostienen a fuerza de gritos y diálogos ensimismados, donde se impone quien está más dispuesto a imponerse y no le importa quedar como un maleducado.
Porque no tendría otra manera de intervenir, dado que siempre hay alguien que está hablando.
Con gusto alzaría la voz y me enredaría en discusiones peliagudas por ejemplo con el representante del Gobierno, quien ejerce un papel destacado y a fuerza de su experiencia televisiva logra un desempeño respetable, o muy respetable, si se lo ve desenvolverse como pez en el agua en cuestiones escabrosas y a veces de apariencia indefendibles.
Pero obra con la convicción de quien está convencido y se debate a duelo contra cualquiera que pueda poner un reparo o divergencia a la administración nacional actual.
Para el periodista militante, no hubo ni habrá jamás un gobierno como este. Y eso será así aunque un día haga una cosa y al otro día, o con el tiempo, marche con la misma convicción pero en sentido contrario.
Supongo.
No quiero ensalzar al periodista que suele despertar tantos enojos de una parte o elogios de la otra, pero si la Presidente aún no eligió candidato, creo que ese hombre, que se ha jugado por entero y se ha inmolado por el llamado gobierno nacional, popular y progresista, merece ser considerado.
Y debiera ser el elegido.
En fin, quizás todos deberíamos ir un día a Intratables a desahogarnos y permitirnos gritar, hablar encima del otro, transitar nuestras contradicciones más profundas, cambiar de opinión ahí mismo o al rato, apoyar con demencia al gobierno y tal vez luego ascender a su enemistad más profunda, alabar al periodista que lo defiende y después recriminarle por sus dichos, o advertirle que cayó en la equivocación más notoria que pueda vislumbrarse.
Quejarse acaloradamente porque no nos dejan hablar. Mover los brazos en acción de protesta y hacer todos los ademanes que impulse nuestra emocionalidad.
Para quedar quizás luego saneados en cuerpo y alma.
Por habernos jugado por lo que pensamos. Y por haberlo dicho todo.
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