Manny “Pac Man” Pacquiao nuevo campeón del mundo. La lógica, esta vez, no estuve ausente en Las Vegas. Como tampoco lo estuvo hace casi dos años atrás cuando Bradley 31(12)-1-0 le “arrebató” el cetro de la WBO.
De nada sirvieron las palabras previas ni los gestos de sobrador del ex campeón frente a alguien que no juega cuando sube al ring. “Una cosa es llamar al Diablo y otra verlo venir” escuché por ahí. Y es cierto, vaya si lo es.
Las estadísticas y los análisis posteriores dirán que el filipino fue superior en la mayoría de los asaltos. Que el porcentaje de golpes de potencia acertados fueron más que lo echo por Bradley. Y que más allá de los años, Pacquiao sigue tirando golpes desde ángulos imposible y con mucha potencia. Pero hay algo que excede cualquier análisis. Y es amor propio. Eso le sobra a este campeón de 35 años que después de ganarle un combate a Márquez (que el sabe muy bien que perdió), recibió uno de los nocauts más espectaculares de la historia del boxeo mundial de la mano del mismo oponente.
Se puso de pie otra vez y se reinventó. El último mojón que le quedaba para recuperar su cetro welter fue el 23 de Noviembre pasado cuando enfrentó, y derrotó, a Brando Ríos.
Anoche demostró que los campeones del mundo pueden perder. Pueden perder un round, una pelea y hasta un título. Lo que está prohibido negociar para este tipo de peleadores es el hambre. Bradley fue testigo de que volvió más hambriento que nunca: “He perdido ante uno de los mejores luchadores del mundo. Me descubro ante Manny y su equipo”, dijo Bradley tras la primera derrota de su carrera.. Y el “Pac Man” se lo comió.