Por: Jorgelina Rodríguez
La amistad es un vínculo muy amplio de definir, pero seguramente todos podamos coincidir en que amigo es aquel que conoce lo peor de vos y aún así te sigue eligiendo.
Podríamos decir que la amistad es conocer los miedos del otro, incluso los miedos más absurdos; a volar, a los murciélagos, al jamón cortado en cubos. Aplica también, conocer el nombre de todos los parientes, hasta los más lejanos; la tía Lili que tiene casa en Villa Gesel, la tía Mirtha y sus ricos canelones. Podríamos catalogar el otorgar las contraseñas de facebook y demás redes como el acto más puro de confianza. Y cuando se trata de las miserias de nuestros padres, sólo serán amigos los oídos que las escuchen.
Quien compartió lo más oscuro de tu adolescencia es amigo. Acné y desacertados cortes de pelo, falsos primeros besos, pésimas citas y decepcionantes experiencias sexuales. Un verdadero amigo se rie del nombre de tu amigo imaginario, te dice que lo que tenés puesto te queda horrible, reconoce a metros de distancia tu risa de compromiso, no necesita preguntarte de qué gustos querés tus empanadas y sobre todo, un amigo, es aquel que te entiende con solo una mirada.
Pero, ¿qué pasa cuando conocemos los detalles más absurdos de la vida del otro y no tenemos idea de qué trabaja?, bueno… podemos perder nuestro departamento.