La madurez se define como el momento de máximo desarrollo intelectual y emocional del ser humano.
¿El varón alcanza ese punto alguna vez?
El paso del tiempo no es condición en sí para convertirnos en maduros. Madurar es una opción, una posibilidad pero no una certeza. Ni la acumulación de años son sinónimo de madurez como tampoco la juventud lo es de inmadurez.
Un momento importante es el paso de la dependencia de los padres en la infancia y adolescencia a la independencia en la vida adulta. Superar ese proceso nos permite darnos cuenta de que estamos solos a la hora de las decisiones cruciales de la vida.
La inmadurez proviene de la eterna dependencia de un lazo afectivo que no se puede cortar, o bien de la dificultad de aceptarse uno mismo, que lleva a la simulación, a la pretensión de ser alguien diferente a quien en realidad se es.
En cambio, la madurez afectiva requiere, primero, de la elaboración del más importante de los duelos: la capacidad de ver a los padres reales que se tuvieron y no los que se idealizaron en la infancia. Ser conscientes de lo que ellos brindaron y también de lo que no pudieron dar.
Otro de los factores que inclinan los platos de la balanza de la madurez de un hombre tiene que ver con la responsabilidad .Tomar decisiones y hacerse cargo de ellas, enfrentar los problemas, son signos importantes que indican la condición de adulto.
Los pretextos, las justificaciones, las coartadas para evadir responsabilidades hablan de que aún no se creció lo suficiente. Culpar a la suerte, a las circunstancias o a los demás de las cosas que no salen bien, de lo que uno no es capaz de hacer, también son señales de cierto grado de inmadurez.
Ser firmes pero a la vez flexibles, admitir los errores y limitaciones, ser conscientes de que podemos herir a otros pero reparar los daños causados, tener conciencia de la escala de valores de cada uno, eso es ser maduros.
Cuando alguien dice con orgullo: “soy un hombre”, debe estar hablando de madurez.
La madurez emocional es clave, por ejemplo, para tener un matrimonio feliz.
Qué quiere, cuáles son sus deseos, sus sueños y objetivos, tener voluntad de luchar por ellos. Aceptar que los triunfos conllevan pérdidas. Tomar el timón de la propia vida, adaptarse a los cambios, rectificar el rumbo, ejercer la libertad, tener límites éticos, aceptar las opiniones diferentes y respetarlas, eso también es madurez.
Hacer lo que se dice y decir lo que se piensa, tener un vínculo sólido entre el “afuera” y el “adentro”, tener la capacidad de comprometerse con los propios pensamientos, darle valor a la palabra y ser un hombre de bien, son ejemplos de madurez.
Maduro no es alguien solmene, acartonado o falsamente serio. El hecho de ser un adulto responsable no implica convertirse en un estereotipo. La madurez no trae aburrimiento, ausencia de alegría y de riesgo. La madurez no es el estancamiento, ni el encierro en uno mismo, sino todo lo contrario: debe de ser una puerta abierta para la aventura del crecimiento.
¿Porqué los hombres tardan más en madurar que las mujeres? ¿Es genetico o cultural?