Tal como lo hicieron muchas especies de seres vivientes a lo largo de larguísimos períodos, éste puesto de diarios mutó para adaptarse y sobrevivir. Fueron varios los Diciembres en los que fue abordado y pisoteado con saña durante los auto-homenajes del Jugador Número Doce, hasta que, finalmente, gestó este práctico alambre de púas, que hará que cualquier joven entusiasta azul y oro lo piense dos veces antes de volver a intentar el ascenso.
No es el único hito de la zona que pudo superar con éxito este proceso de selección natural urbana:
La marquesina de Mc Donald´s (¿donde está el premio para el ingeniero que la dimensionó?), tras desafiar todas las leyes de la estática, se retrajo hasta convertirse un simple cartel; el acceso a la boca de subte de la esquina desarrolló unas espinas de hierro en su parte superior, y hasta los locales menos pretenciosos de la zona ostentan impenetrables cortinas de hierro.
Darwin estaría encantado.