¿Por qué Tinelli no tiene aire?

#MadeInDahbar

Es muy poco creíble la teoría de que Marcelo Tinelli no está hoy al aire por una cuestión económica. Y mucho menos que ningún canal lo quiera. Es lo mismo que creer que si Messi regresara a vivir a la Argentina, ningún club lo querría tener en su plantel.

Contratar a Tinellli no sólo significa tener al mejor conductor de televisión, es tener asegurada la venta de publicidad en el valor más caro del mercado; es hacer entrar a tu casa a un hombre de una gran calidad humana, a un tipo común e imprevisible que cuenta con el plus y la capacidad de hacer 30 puntos de rating hablando simplemente con un perro o jugando con una pelotita. Cabe recordar que en la actualidad, salvo Jorge Lanata los domingos, ningún programa alcanza los 25 puntos de rating.

Marcelo Tinelli no está al aire porque su alto grado de convocatoria, su carisma y su credibilidad MOLESTAN.

Cuando decimos que la televisión es un negocio, también debemos decir que es el mejor vehículo masivo para mostrar nuestra realidad como sociedad. Una realidad en donde hoy los noticieros debieron mutar al género del magazine y los programas de espectáculos se duplicaron y se convirtieron en la vedette de todos los canales.

Se dice “No hay peor ciego que el que no quiere ver”. Señores, si creen que sin Tinelli están a salvo, se equivocan; sólo están demostrando su debilidad y reafirmando que, por suerte, la credibilidad continúa siendo la mejor arma de todas.

Lo siento si ustedes la perdieron y están más preocupados por el vicepresidente de San Lorenzo que por los miles de argentinos que viven en la desidia, con hambre y sin dignidad. Y ni hablar de los que no vivimos en esas condiciones, pero a los que de a poco nos están limitando cada vez más nuestros derechos. Es ridículo, sólo para dar un ejemplo, que para comprar 500 dólares para irme de vacaciones, un poco más me hagan un Papanicolau.

Tinelli no está en la televisión porque tener convocatoria y ser creíble sin tener la necesidad de negociar son las mayores amenazas para quienes necesitan seguir vendiéndonos una Argentina de ficción.

La televisión puede vivir sin Tinelli y viceversa, pero los argentinos no podemos vivir sin gobernantes creíbles, honestos y queridos.