Por: Silvia Brown
La década del noventa fue exitista, se caracterizó por darle mucha importancia a lo material, lo físico y lo estético, dejando atrás lo espiritual y el talento no remunerado. Surgió un estereotipo de mujer que el mismísimo Oscar de la Renta llamó FASHION VICTIM.
Caracterizadas por la excitación desmedida por las compras, adquirir prendas, accesorios y objetos sueltos, sin detenerse a pensar si pertenecían a su estilo, o si iban a poder combinarlo con alguna de las posesiones de su closet.
En esa década era hasta un punto favorable, admitir que se pertenecía a este grupo de “excelencia” compulsiva digna de un confortable diván, digo… el del terapeuta!!!
Fue en la etapa primaria de mis hijos, en la que trabajaba medio día y dedicaba muchas horas a los niños, y para que mentirles… a tomar cafecito en los shopping, con un grupo de 4 ó 5 amigas del colegio, demás esta decirles que éramos un abanico de consumo interesante.
Las dos que más recuerdo y veo de vez en cuando, son Adriana y Mariana. Adriana una belleza mediterránea y curvilínea, de posición económica más que holgada, siempre estaba con lo último de la moda, pero conservando su estilo, repitiendo muchas veces en la temporada los mismos equipos, era realmente una mujer cuidadosa y muy segura de sus dotes naturales.
Marianita, para que te cuento, digna de una tira cómica, corriendo por los shopping, a-rra-san-do!!! con todo lo que la tarjeta y el efectivo de su generoso novio de turno le permitiera. Linda y sexy como pocas, dejaba a sus pretendientes destrozados y casi pobres, jaaaaaa… cada vez que aparecía un compromiso debía salir a comprar algo! Jamás lograba encontrar en su vestidor lo que ponerse.
El siglo XXI nos encuentra con un mundo extremadamente injusto, donde la clase media desaparece a pasos agigantados, los ricos han sabido sumar muchos millones y los pobres alcanzan el 95 por ciento… una cifra verdaderamente obscena.
Es por eso que hoy esta bien visto hacer una adquisición meditada, eligiendo cada una de las partes de los equipos con la conciencia de que realmente lo usaremos, dándole un lugar a lo vintage, sumando lo nuevo, lo viejo y las reliquias heredadas.
Ser organizados y medidos nos permite formar un estilo, armando una imagen tal que los que nos conocen hablen de la onda de fulana. Esto no significa que quedamos estáticas en una propuesta, obviamente el tiempo, los gustos y la estructura van a ir modificando muchas veces en la vida nuestro estilo.
MAXIMA: adecuarse a los tiempos que corren, respetar nuestra identidad y jamás permitir que una prenda tenga sus etiquetas puestas al finalizar la temporada, el equilibrio de las compras es proporcional al equilibrio emocional.
Para la próxima: El zapato, ese increíble objeto de deseo!!!
Hasta el Jueves!!!
Silvia Brown