Lograr ser campeón no es una casualidad de la vida. No se puede levantar un trofeo en el fútbol profesional porque los dioses quisieron que el triunfo toque a la puerta de algún club. Los logros, especialmente los deportivos, son el final de una cadena de pasos bien dados. Gana el que superó a los rivales pero también, el que pudo construir una base sólida capaz de quedar en pie ante cualquier terremoto.