Final de fiesta

#Pesca

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Con la intensificación de las mañanas frías, la pesca de tarariras en el Delta del Paraná, lentamente, va disminuyendo. Antes de la nevada de julio de 2007 logramos pescarlas durante el invierno usando cucharas giratorias trabajadas al ras del lecho. Veremos si este año vuelven esos tiempos felices, pero, a juzgar por el panorama que observo en varios pesqueros clásicos, será difícil.

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Luego de visitar San Pedro y San Nicolás, le tocó el turno a Ramallo. Con una pequeña canoa y motor eléctrico alcanzamos varios puntos que prometían mucho, aunque, curiosamente, solo uno de ellos tuvo un buen rendimiento. Es verdad que recién empezamos a pescar al mediodía, porque la mañana se presentaba demasiado fría para encontrar activa a una buena cantidad de ejemplares de esta especie, cuyo metabolismo se aletarga cuando baja la temperatura del agua. No obstante, nos sorprendió que en una larga recorrida por playas de barro, bajíos con lentejillas flotantes, costas con mucha vegetación, es decir, lugares ideales para su hábitat, solo encontráramos pique en una angostura entre dos islitas y un juncal separado unos diez metros de la costa firme. Sospechamos que una de las razones de esta “malaria” puede ser que el río estaba creciendo fuerte y, en ambientes someros como los que ocupa la tararira, cualquier variante brusca del nivel del agua hace que se aletarguen a esperar que se estabilicen las condiciones.

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El primero que tuvo un pique fue Roberto Ayala y, con la generosidad que caracteriza a los buenos pescadores, nos llamó para que nos arrimáramos. Luego, Pablo Bofill logró un par de ejemplares con cucharas giratorias con pescadito de goma o flecos, al tiempo de Jorge Ayala también consiguió varios piques y alguna captura.

Roberto logró los mejores resultados con una gomita con forma de pulpo, o de cucaracha, como él dice, apenas lastrada y con el anzuelo protegido, que la trajo raspando el fondo. Extrañamente yo tuve varios piques y unas cinco capturas con sliders. Se trata de señuelos que tienen la forma de una cuchara sopera y trabajan acostado con un solo anzuelo simple mirando hacia arriba, de modo que pueden navegar sobre las plantas o yuyos sin que los enganchen. Se los puede recoger de diferentes maneras para que zigzagueen o naden en forma recta, pero, como sé que se hunden lentamente, preferí lanzarlos sobre los vegetales y sacarlos con un golpecito para que caigan al costado de los camalotes, donde los dejaba profundizar unos segundos: así se dio la mayor parte de los ataques. Empleé tanto el clásico importado Moss Boss, de la decana fábrica Heddón, como el novel Goziolure, de factura criolla y ya generador de buenos trofeos.

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Para estas pescas, con tanta maraña vegetal y en peces de boca dura, recomiendo cañas de acción rápida de hasta 15 libras y reel cargado con multifilamento de 0,22 libras (no más fino, porque se complica con los nudos que hacen por el viento o al cambiar el peso de los distintos engaños que se usen). Se necesita un buen par de wadders y arrastrar los pies para evitar pisar alguna raya.

El clima, regido por la mano de Dios, tendrá la última palabra para saber si las volveremos a pescar con frío como hace unos años o tendremos que esperar hasta la primavera para volver al baitcast y spinning con esta gran contendiente.

 

Néstor Saavedra
para TurAireLibre

 

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