Luego de haber viajado, desde el 2007, más de una decena de veces al Amazonas, Roberto “Boby” Bermúdez es palabra autorizada en el tema. Por eso le pedimos una impresión de su reciente viaje al río Sucundurí, afluente del Canumá, que a su vez desagua en el río Madeira, uno de los emisarios más importantes del gran colector brasileño. Leamos a Boby:
“Una vez más, este año tuve la oportunidad de ir a ‘mi casa’, porque viajar al río Sucundurí es ir a mi hogar, al lugar donde me siento plenamente feliz y puedo estar más cerca del Creador. Alguien podra acusarme de estar desequilibrado, pero tengo una convicción profurnda de que Dios hizo esa región del Amazonas para que yo pueda conocerla y disfrutarla.
Seis aregntinos, en esta primavera 2014, emprendimos el viaje hasta Manaos, con escala en San Pablo, llegando a la capital del estado de Amazonas a la medianoche. Un excéntrico hotel cinco estrellas es el lugar que elegimos para descansar antes de salir rumbo al campamento con un hidroavión que redujo a poco más de una hora, lo que antes demoraba cerca de diecisiete. Mis compañeros de viaje son cinco personas a las que aprecio profundamente: a Gustavo lo conoczco desde que teníamos seis años (y ya vamos por los cuarenta largos), a los dos más jovenes los vi nacer y tuve en mis brazos, Tomas y Eric, y a los dos restantes viajeros, Ariel y Sergio, hace apenas algunos años que los conozco, pero, por estas cosas de la vida y de la pesca, parecemos amigos de toda la vida. Somos tan distintos en algunas cosas y tan iguales en otras. Mi agradecimiento a los cinco, porque me permitieron disfurtar del viaje al punto que me olvidé en toda la semana que era el organizador ‘responsable’.
No bien el hidroavión aterrizó frente al campamento, nuestros ojos hicieron un esfuerzo por ver en la costa la cara de quienes serían, durante toda la semana, nuestros guías, nuestros cocineros, nuestros maestros y amigos. ¡Qué alegría volver a verlos! Estaban todos, los mismos que están desde que comenzamos a visitar Sucundurí en el 2007. El team de Pescaventura es el mejor de todos y no hay una operación en el mundo que pueda superarlo, aunque a algún lector le parezca exagerado. Y esto es posible, porque Mauro y Rubinho Almeida Prado, sus directores, hacen un trabajo profesional y de excelencia.
Las condiciones del río eran buenas, si bien estaba más alto que en otras temporadas, a causa de las intensas lluvias durante el invierno. Seis días y medio de pesca por delante y decenas de lagos, lagunas y arroyos nos iban a desafiar de modo superlativo.
La pesca fue fabulosa: cantidad de peces y especies nos hicieron disfrutar con intesidad cada jornada. Los tucunarés tomaron todos nuestros señuelos, sin importar color, acción o tamaño. Tampoco hizo falta lanzamientos precisos o demasiado largos para tener respuestas satistactorias, si bien es sabido que son necesarios para obtener los trofeos tan deseados. Los grandes tucunarés no faltaron a la cita como así también arawanas en cantidad y calidad. Pocas cachorras (chafalotes grandes) y bicudas completaron un abanico de las especies más deportivas de Brasil. Un párrafo aparte merecen las apreciadas tarariras, que siempre son una opción muy interesante cuando el sol se encuentra en su punto más alto.
En cuanto a la pesca con carnada natural, sorprendieron las cacharas (surubíes atigrados) en cantidad y buen tamaño, los barbados (patíes) y algunas (pocas) pirararas chicas. Esta semana también nos regaló la posibilidad de ver la riquísima fauna amazónica en todo su esplendor: Gustavo y su hijo Eric fotografiaron una anaconda de gran tamaño tomando sol en una playa, haciendo la digestión después de haberse alimentado.
Sucundurí, más que una excursión de pesca, es una aventura inolvidable que los pescadores deportivos y amantes de la naturaleza no pueden dejar de visitar”.
Ya lo creo, Boby, querido amigo, uno de los tantos sitios de esta maravillosa selva, donde se pesca peces grandes, raros y, sobre todo, amigos, como vos.
Néstor Saavedra
para TurAireLibre
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