Uno de los temas claves en la mediana edad es la preocupación por la salud.
Me sorprendió en el verano escuchar a una vecina de carpa decir “ ya estamos grandes tenemos que empezar a prestar atención a nuestra salud” mi vecina todavía no cumplió 40 años y tiene una hija de 5 años…
Sin embargo tiene razón, es un buen momento para preocuparse y ocuparse de uno mismo, me cuido también para cuidar al otro.
Hoy sabemos que las mujeres que pueden elegir y tienen acceso a la educación,
posponen la maternidad, vemos madres primerizas mayores de 35 y 40 años.
Es un fenómeno interesante: son personas que han elegido priorizar el estudio, el trabajo, viajar, “vivir y disfrutar la vida” y después tener hijos.
Ser madre después de los 30 te da otra perspectiva, como ya viviste muchas cosas, disfrutaste, te diste gustos, los hijos no vienen a privarte de nada, sino a darte mucho: aprendizaje, amor, disfrute, y algunos gastos.
Las mujeres aprendemos a cuidar más nuestra salud porque sabemos que somos responsables por los otros ( hijos, padres, abuelos, esposos) si no estamos bien, no podemos ocuparnos ni cuidar al otro. Por ahora el rol de cuidadoras nos sigue correspondiendo y nos hacemos cargo.
Que pasa con los hombres?
“Los hombres no suelen acercarse ( a los centros de salud) para realizarse controles y prevenir” dice una investigación realizada el año pasado en la Provincia de Buenos Aires.
Los hombres se cuidan menos y minimizan los problemas de salud, se entristecen o se deprimen igual que las mujeres pero no pueden hablar de eso.
Yo pienso que, lo hace que las mujeres vivamos más es que hablamos de lo que nos pasa. Buscamos espacios de encuentro con otros, para aprender, escuchar e intercambiar experiencias. Hoy en día los grupos de reflexión, las universidades de tercera edad, las charlas a la comunidad están mas pobladas de mujeres que de varones, en estos espacios intercambiamos vivencias, datos, preocupaciones…
Las mujeres tenemos una mayor conexión con nuestro propio cuerpo, quizás por los embarazos… tenemos más habilitado desde la cultura el pedir ayuda, el permiso para tener miedo por nuestra salud, la posibilidad de cuidarnos mas.
Los hombres en general no hablan del dolor , al no poder compartirlo y ponerlo en palabras se enferman más porque ponen “su cuerpo a hablar”, entonces sufren de enfermedades cardiovasculares principalmente y de otras que no voy a enumerar para no aburrirte ni angustiarte.
Te lo recuerdo: el cuerpo nos habla, nos da señales.
Cuando no podemos poner palabras a lo que sentimos, el cuerpo habla, y nos deja en la cama, o contracturados, o desmayados o con la presión por las nubes.
Hay algo del orden de la cultura que influye sobre esta actitud masculina: pareciera que no esta permitido tener alguna “debilidad”, “malestar” o “indisposición”…
Muchachos: los invito a escuchar y a conectarse más con el propio cuerpo.
A reunirse no sólo para hablar de fútbol, política, autos y minas que, sabemos, son temas apasionantes, pero también sería interesante contarle a un amigo lo que les anda pasando… lo que sienten… lo que les preocupa… no por ello van a desvirtuar el concepto cultural de lo varonil.
Yo sé que “el mudo” nos grabó a fuego el:
“fuerza, canejo, sufra y no llore
que un hombre macho no debe llorar.”
Crees que es posible darte un permiso para romper con estos mandatos tangueros?