El mejor regalo para el día del niño

#Psico+40

Hace muchos años, cuando en una entrevista le preguntaron a Arnaldo Rascovsky

 “¿si usted no hubiera sido psicoanalista que le hubiera gustado ser?

El respondió:

-Madre.”

 Rascovsky se recibió de médico en 1928, era pediatra, sin embargo de a poco se fue convirtiendo en psicoanalista.

La obesidad infantil lo obsesionaba, los temas neurológicos como la epilepsia infantil lo interrogaban y poco a poco el pediatra quedó atrás para dar lugar al psicoanalista infantil, con la experiencia del consultorio y del Hospital de niños, se daba cuenta que detrás de la enfermedad de un niño, hay una situación familiar con una conflictiva que impacta en el niño, en su cuerpo.

Freud, el diván y las asociaciones libres entraron de lleno en su vida. Alrededor del año 1949 abandona la pediatría para entrar de lleno en el psicoanálisis infantil.

Vaya un pequeño homenaje en el día del niño a este y otros psicoanalistas que trabajaron para mejorar la salud mental de tantos chicos.

Hacía muy pocos años que había terminado la segunda guerra mundial, los niños de la guerra habían quedado huérfanos, traumatizados, llenos de recuerdos horrorosos. Esta realidad impulsó el psicoanálisis infantil. Los psicoanalistas europeos huyeron de la guerra y desparramaron sus ideas por los países que los recibieron.

Se produjo un gran desarrollo teórico a partir de los años 50: los niños comenzaron a ser considerados personas, antes eran como una especie de adultos enanos.

¿Pero antes los niños no eran personas?

Sí, lo eran, pero no del mismo modo que en nuestros días.

Hoy los niños son personas con derechos y conocedores de sus derechos.

Desde el psicoanálisis la familia es el núcleo que conforma la subjetividad, entonces la subjetividad de un niño se construye en relación a un otro, a un adulto que lo sostiene.

John Bowlby habla de una figura de apego que es la que nos brinda la seguridad de ser bien recibido en el mundo: con amor, con abrazos, con contención material y afectiva. Esta figura de apego es tan importante para la constitución de nuestra persona que es un modelo sobre el cual vamos a elegir las figuras de apego a lo largo de toda la vida… en la juventud, en la adultez, en la vejez también necesitamos y buscamos figuras de apego.

La figura de apego es aquella que nos inspira seguridad, confianza en la vida y en el otro, una forma de ver la vida positiva o pesimista, con ansiedad o con tranquilidad.

Muchos de nuestros abuelos inmigrantes, llegaban aquí muy jóvenes, a los 14, 15 16 años y no eran adolescentes…la adolescencia para ellos no se había inventado, eran ya adultos, que trabajaban para sostener la familia, ayudar a los padres sin idioma, se casaban muy jovencitos…

A muchos de nuestros abuelos y padres, cuando eran niños no se les permitía hablar, ni opinar, ni elegir…

Lisa, que hoy tiene 84 años me contaba:

-“Lo que pasaba antes, hace 60/70 años no estaba bien. Lo que pasa hoy, tampoco. Se ha ido de un extremo a otro.
El dicho inglés: “Children should be seen but not heard” Los chicos deben ser vistos pero no oídos (traducción literal) también incluía que sus opiniones, cuando se atrevían a darlos, no eran tomad
as muy en serio ni se les daba espacio para expresarlas.
Había familias (no era mi caso) en que los jóvenes debían pedir permiso para levantarse de la mesa. Obedecer sin cuestionar, era la regla.
También el tabú sexual en aquellos tiempos – impensable tener relaciones antes de casarse – no hizo otra cosa que reprimir este hecho natural de los adolescentes, imposibilitándoles “elegir” libremente con que pareja se vibraba mejor o peor, antes de meterse en el matrimonio, que “debería” durar TODA LA VIDA.
Hoy, yo hablo con mis nietos de todo y les doy la posibilidad de contarme cualquier cosa. Escucho más, que “dar mi opinión” pero te confieso que trato de “entretejerla” si hace falta, suavemente eso si, para no cerrar puertas.
Me sonrío por dentro si pienso que hubiera pasado si yo hubiera pronunciado solamente la palabra “sexo” cuando yo tenía 16/17 años en aquellos años en Inglaterra. Oh, oh, oh, que atrevida!”…

Imaginate lo que significa para un niño que sus dichos, sus opiniones, sus deseos, no sean importantes para sus referentes adultos, padres y maestros.

Pensá el impacto en la autoestima de un chico, en su auto-confianza, en su eficacia, el escuchar que no importaba que sentían o pensaban.

¿Cual es el mejor regalo para el día del niño?

Me parece que además de lo material que ellos esperan, el mejor regalo sería expresar con palabras nuestro amor por ellos, compartir nuestro tiempo, nuestra paciencia, poner en palabras nuestro orgullo por sus cualidades como personas, expresar nuestro respeto por lo que son…

Otra vez…imaginate lo que esto hace en la autoestima de un niño…

Quizás los que hoy son mayores tengan muy internalizada la idea de que veníamos al mundo a satisfacer y cumplir los deseos de nuestros padres…honrar a los padres era con frecuencia ahogar nuestro ser, para cumplir con nuestro deber.

Hoy vivimos en una sociedad mas libre…un buen regalo para el día del niño podría ser aprender a mirarlos, a respetar a nuestros hijos y nietos como son, sin juzgar cómo desearíamos que fueran.

Seguramente nuestros hijos y nietos también desean que seamos diferentes…

Dice Virginia Satir: “Todo progenitor se enfrenta con 2 interrogantes que se presentan de una manera u otra: ¿qué clase de ser humano deseo que sea mi hijo? y¿que puedo hacer para lograr mi propósito?”

Educar a un hijo y hacer de él una persona de bien, una persona feliz, una persona con recursos suficientes para enfrentar la vida, es una de las tareas más difíciles que tenemos en la vida.

Me pregunto: ¿cómo podemos enseñar a nuestros hijos lo que no aprendimos?

¿Queremos ser distintos a nuestros padres? ¿Cómo? A veces lo intentamos haciendo todo lo contrario…y terminamos en el mismo lugar.

¿Hicieron algo bien nuestros padres? Que suerte reconocer algunos aspectos positivos, que puedan servir de modelo para nuestras relaciones familiares.

Es muy verdadero algo que dijo Oscar Wilde :

Los niños comienzan por amar a sus padres. Cuando ya han crecido, los juzgan, y, algunas veces, hasta los perdonan.”