Viste cuando uno dice… cómo aguanté? cómo hice para bancármela? …de dónde saque fuerzas?
Cuando atravesamos situaciones difíciles, de salud, emocionales, cambios, pérdidas…es posible que pensemos en primer lugar…no voy a poder… sin embargo muchas personas descubren en estos momentos de dificultad, sus capacidades emocionales, sus recursos intelectuales, su fuerza de vida, que los llevan a atravesar lo que sea que la vida les presente.
Cuando estás en un momento de crisis o en una etapa dolorosa de la vida podes descubrir tu capacidad de resistencia: resistir es soportar, aguantar lo que la vida te propone sin derrumbarte, sacando recursos escondidos, o que no sabías que tenías o simplemente desconocías.
Hay momentos en la vida en que sólo tenés que resistir. En su primera definición el diccionario de la Real Academia Española nos dice que resistir significa: tolerar, aguantar o sufrir.
Resistir es aguantar lo que viene, porque todos tenemos deseos de sobrevivir. Resistimos porque tenemos esperanza, es decir creemos en nuestra propia habilidad para resolver los problemas que la vida nos presenta.
Una vez que todo paso…sobrevivimos. Sobrevivir es seguir viviendo después de un determinado suceso.
Cómo sobrevivimos? como podemos: deprimidos, enojados, alegres, desvitalizados, traumados, furiosos, fóbicos, ansiosos, angustiados, tristes, sorprendidos…de mil formas.
Una vez pasado “el temblor” podemos retomar la vida si nos mueve la esperanza. La esperanza puede ser entendida como una disposición del ser humano hacia la vida (Horton y Wallander, 2001)
La esperanza, es considerada por la Dra en Psicología Barbara Friedrikson una emoción positiva: “La esperanza se siente ante una situación negativa e incierta, como emoción positiva alternativa a la tristeza y desesperanza. Emerge cuando se teme lo peor pero se lucha por obtener lo mejor o menos malo. La esperanza se asocia a la tendencia a sentirse inspirado y planificar un mejor futuro para sí mismo y los otros, a estar motivado a aplicar al máximo las competencias para mejorar y cambiar las circunstancias negativas.”
Las emociones positivas pueden alcanzarse cuando pensamos en el pasado, cultivando la gratitud y el perdón, o cuando pensamos en el futuro, a través de la esperanza y el optimismo.
Cuando hablamos de nuestras emociones entramos en el terreno de la inteligencia emocional, porque estamos hablando de la habilidad que tenemos para registrar nuestras emociones, valorarlas y expresarlas…y dominarlas…
La buena noticia: según las investigaciones aprendemos con el paso del tiempo a reconocer las emociones, a comprenderlas, a regularlas y a expresarlas. Esto redunda en nuestro bienestar personal.
La esperanza nos sostiene: nos ayuda a levantarnos cada día, a pensar en todo lo bueno que “nos va a traer” este nuevo año y lo que nosotros mismos podemos generar para nuestro bienestar personal.
Sigamos la ruta de la esperanza. Busquemos en nosotros mismos los recursos y fortalezas para vivir mejor
Este año 2015 buscanos en facebook: JJ Psicogerontología Integrada.
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Lic. Judith Jaskilevich