Hoy tuve el honor de participar en un panel sobre comunicación y publicidad política en una prestigiosa universidad.
El Panel tocaba todos los tópicos de la comunicación política: la publicidad tradicional, online, redes sociales, prensa, vía pública y estrategias de posicionamiento.
A mi lado estaba, a mi criterio, una de las 3 mejores “prensa” de políticos, Olga Lopez Biocca, con quien alguna vez hemos trabajado juntos. Su exposición se centró en los candidatos que no quieren escuchar a sus equipos técnicos de comunicación y el impacto que esto genera en sus ambiciones políticas. Nos contó, como preparaba a un político para aparecer en un programa de TV; como construía relaciones de cooperación con los periodistas para mantenerlos informados sobre la realidad de sus clientes; como armar piezas de comunicación efectivas y por ultimo cerró su discurso hablando sobre el rol en la democracia que deben tener los medios y los periodistas. Una brillante exposición.
Luego cada uno de nosotros expuso su punto de vista sobre el tópico asignado, pero lo que más me llamo la atención fueron las palabras de un panelista que dijo: “No se puede comunicar, cuando el candidato no comunica.”
Me hicieron ruido esas palabras, porque uno en su área debe poder desarrollar su trabajo más allá de los atributos del cliente, pero en el fondo, coincidí con esta persona que muchos candidatos no comunican. Hablan, gritan y arengan, pero no comunican. Entiéndase que hablar en un medio o hacer un discurso en un acto no es comunicar. Para mi comunicar es lograr generar en el auditorio un efecto de empatía con el candidato.
Claro, no es fácil que una persona al ingresar a la arena política traiga consigo discurso y carisma suficiente para mantener “obnubilado” a un auditorio. Estoy convencido que el “que se dice” pesa lo mismo que el “como se dice” para que la gente participe activamente en la alimentación del mensaje.
En épocas donde se construye y elabora la estrategia de una campaña basándose puramente en encuestas y dejando de lado todo lo que tenga que ver “con el contacto con la gente”, se ven candidatos que hablan de la manera que les dicen sus asesores y de forma intuitiva se relacionan con las personas. Entonces es lógico que los candidatos líderes se enfríen y los candidatos intrascendentes los equiparen.
Claro que nadie arriesga nada, porque arriesgar es tal vez equivocarse y un error puede significar una caída en las encuestas y con ello la percepción del “círculo rojo” que el candidato va en picada.
Me da la impresión que es hora que los candidatos rompan esa jaula de encuestas y salgan a caminar la calle. Mirar a los ojos, dar la mano con sinceridad, hablar de manera sencilla, recibir el feedback de la gente con lo bueno y lo malo, escuchar que cosas necesitan y que cosas sueñan. Si un político lo hace seguro gana las elecciones.
Hoy el discurso está lleno de frases elaboradas por especialistas pero con “candidatos que no comunican” porque no son ellos.
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