España. Gil García. Pueblitos llenos de amor

 

 

Recuerdos de mis Viajes por España

 

Parado… allí, en Barco de Ávila una pequeña localidad de España a 200 km de Madrid- Pronto a iniciar una nueva Aventura- Visitar el pueblito donde nació mi padre- justificado viaje- uno de los motivos de estar en España, conocer este lugar. Todas las incógnitas pasaban por mi mente, sin pedir turno ni sacar número, eran una avalancha de ideas… se sucedían  como una cámara ligera.  El sol como siempre muy entrometido caía a plomo sobre los cristianos y no tanto, a mi lado la pertrecha valija… única compañera de aventuras.

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España. Barco de Ávila – Pueblitos custodiados por su Castillo

Miraba a mi alrededor…me preguntaba ¿Era esta la Terminal de ómnibus? Sí. Fue mi propia respuesta -Muy pequeña- un grupo de locales contaban pequeñeces sin ton ni son. Pareciera que era una charla preparada para darse corte. Toda Gente mayor -todas haciendo portación de caras-  las clásicas de un pueblo, gente de mucho trabajo, todas ellas eran un compendio de vida y sus manos… sus manos sí que no podían ocultar su tiempo y sus historias de sacrificio… allí estaba su ADN.

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Barco de Ávila. Puentes de piedras sobre el río Tormes

Sentía que era observado, sin dudas mi equipaje me delataba y mi vestimenta también o mi cabeza rasurada. Pero sobre todo, que parecía una estatua, nadie me iba a buscar. ¿Qué hacía yo allí? Era la gran incógnita. Lo que no se dieron cuenta, es que con mi aspecto de distraído, era yo el que los observaba y escuchaba a ellos. Paso el tiempo…se hacía interminable…

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Barco de Ávila. El río Tormes- Arriba: El Puente – Abajo: Truchas

Ellos, cansados de esperar que pase algo… se silenciaron. Quizás esperaban mi pregunta- Aproveche esa pausa- Apunte a uno de ellos, el que sabía todo lo que pasaba en el  pueblo y alrededores. Hablaba muy fuerte y parecía por su uniforme el dueño de la Terminal- Hacia el salió la bala-  Discúlpeme Sr. ¿Dónde puedo conseguir un taxi? Salto de una  pared baja donde estaba sentado y sigilosamente se puso a mi lado… sin bajar su tono de voz sino que lo aumento. Era este un volumen como para que sus parientes y los míos se enteraran. Me pregunto. ¿A dónde Va? Al Hotel “Real de Barco” respondí. Y para que quiere un taxi vaya caminando- es muy cerca- fue su respuesta.

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Barco de Avila. Gil García – El Bar – Un gran entretenimiento

Dirigí mi vista hacia dónde apuntaba su dedo y divise el Cartel. Me pareció lejos y en subida. No… quiero un taxi- Dije caprichoso- Para no parecerlo, agregue: Lo que ocurre que luego tengo que ir a Gil García.  Reforcé así mi explicación: Es el pueblito donde nació mi padre, quiero conocerlo y buscar algún pariente… si los hay.  En ese momento los 10 o 12 que estaban sentados en la misma pared, saltaron- se pusieron a mi lado – todos juntos hablaban y preguntaban (…)

Hasta que el de la voz cantante dijo: Esta chica que viene aquí, ¿Le pregunte, a su vez? ¿Ella? Señalándola. No, no. La que maneja el micro. Refiriéndose a otra. Se nos acercó una joven muy alegre y verborragica. Me pregunto ¿El apellido de su padre? Bernabé Solis, le respondí. Hummm… no conozco a nadie con ese apellido. Poco le importo que yo fuera de su pueblo, demostrando poco interés,  giro y continúo con su tarea.

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Barco de Ávila. Gil García – Historias contadas piedra sobre piedra-

Mientras… yo seguía haciendo una pequeña reseña de la histórica llegada de mi padre a la Argentina y ante sus preguntas me daba cuenta de la poca información que poseía. Me sentía culpable de no haberme interesado un poco más de su salida de España, de mi parientes que seguramente los hay- como fue su viaje- de cuanto extrañaba a su querida España. Solamente me remuerde mi conciencia de que  nunca pudo volver a su terruño, es por eso que yo tome la posta y me comprometí a hacerlo por él. Nuevamente participo el de la voz cantante – Sacándome de mis pensamientos- No tome taxi, me dijo- Que lo lleve el hermano de ella, ahora viene con otro micro, como si impusiera una orden. Como al pasar…  aclaro… ¡Es el intendente de Gil García!

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Barco de Ávila. Gil García – El tiempo dejo sus huellas sobre sus casas-

El reloj marcaba las 14.30 hs. – me llamaron- estaba esperándome el taxi. Me puse en sintonía y mi corazón empezó a latir locamente. ¿Qué me esperaba? Me preguntaba constantemente. ¿Que encontraría al conocer el pueblito? ¿Encontraría su casa? ¿ Estaría muy deteriorada?, ¿Algún pariente, primo o descendiente de la familia? ¿Cómo me recibirían? ¿Me aceptarían? Muchas preguntas… Pocas respuestas.

Cargaba solamente la mochila… y en ella muy pocas cosas. Los papeles con los pocos antecedentes que había podido recolectar  de mi familia española- Solamente algunos nombres- Visitaría el que a partir de este momento sería mi pueblo. Al hacerme ciudadano español mi lugar de referencia es este pueblo.  Todo esto recorría no solamente  mi cerebro sino todo mi cuerpo.

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Barco de Ávila – Mi chofer…Mi amigo…José Antonio Martin Colorado.

Ya estábamos en camino… Mi chofer… José Antonio Martin Colorado a partir de ahora José a secas y también… mi amigo, relación que establecimos cuando nos reunimos en su Asador” M y M San Lorenzo”, de la vecina localidad de San Lorenzo de Tormes, distante a solo 10 km de Barco de Ávila. Allí me invito a cenar y estrechamos nuestra amistad, también entendí por qué los argentinos nos hacemos tan rápido de amigotes, es la sangre que corre por nuestras venas.

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Barco de Ávila . Gil García – La iglesia siempre presente.

En la próxima curva esta la entrada. Debemos salir de la principal y tomar un camino lateral, me dijo mi ocasional chofer- Allí está el cartel de entrada – Mi corazón se volvía a acelerar… Nos detuvimos y José me saco unas cuantas fotos. De todos los ángulos, mi apuro por llegar, mi ansiedad incontenible hizo que le pidiera que retomáramos el camino… comenzó la subida, rodeada de una frondosa arboleda.  José me acribillaba a preguntas y hablaba sin cesar haciendo de guía de turismo, hubiese querido aprovechar ese momento en silencio. Sentado en la punta del asiento y tratando de retratar con mis ojos ese paisaje, mi ilusión era que esa imagen que guardaban mis retinas no se perdiera jamás.

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Barco de Ávila. Gil García. Solo 2 km. para cumplir mis sueños.

Los 1200 metros de altura que tuvimos que subir para llegar… se me hicieron eternos, no sé porque estaba tan ansioso ¿Que esperaba encontrar? Muchas eran mis incógnitas. Y este entorno  me sorprendía gratamente. Esta es la última curva… y la última subida, fue su respuesta a mi pregunta casi Infantil. ¿Falta mucho? Con un pequeño quejido el vehículo encaro la última subida. Esta es la parte principal del pueblo, me dijo ¿Me pregunte? Y pensé, casi sin quererlo. Si esta es la principal como será lo accesorio. Mi emoción toco su fin. Esto es un hecho, estoy pisando Gil García.

Este es uno de los momentos más esperado de mi vida. Tengo que vivirlo a pleno. Nos recibió una encrucijada de calles. Subidas, bajadas, la construcción muy variable y de todos los estilos, moderna, antigua con grandes piedras apiladas una sobre otra, con los techos caídos, el tiempo con su paso había dejado sus huellas. Confieso, ese estilo rústico me apasiona, las calles estaban asfaltadas, tendidos de cables que denuncian la presencia de electricidad… sinónimo de progreso. Ya tenía mi primer pantallazo. José, descendió y me invito a mí a hacer lo mismo…

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Barco de Ávila. Gil García – ¿Aquí habrá jugado mi padre?

La primera subida y el ¡Vamos Raúl, de José! –alentándome-  así te ayudo a averiguar  y te dejo organizado para volverme tranquilo. Su función de taxista se había excedido y le estaré siempre agradecido.

El primer vecino, nos dijo que no conoció a ninguno de los apellidos que le íbamos cantando, pero que fuéramos a ver a fulano de tal… que era uno de los más viejos, allí fuimos… bajar y volver a subir, a nuestro llamado una voz masculina- de edad por su tono y ronqueo- nos gritó: Estoy descansando, no recuerdo a nadie con esos apellidos, vayan a ver… a fulano de tal que quizás recuerde algo. Las noticias recorrieron rápido el pueblo. Recién llegábamos y ya todos sabían…quien era… y a que iba. Era comprensible, el mundo de la telefonía celular también estaba presente

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Barco de Ávila. Gil García – El campanario todo un mito.

Me llamo la atención la cara de contrariado de José- yo no hice ningún comentario- Me miro y dijo ¡Qué raro! Tampoco pregunte nada y  si él quería alguna respuesta en especial de mí, no se la di. Vamos a ver a una parienta mía que vive aquí- Unas vueltas-  bajadas -y nuevas subidas.  A nuestra llamado apareció la figura de una mujer con una sonrisa muy agradable… nos invitó a pasar.  Inmediatamente le pintamos un panorama de mi situación, saque de mi mochila los pocos papeles que llevaba y los apellidos que tenía se sucedían uno tras otro. Los “no” ganaron rápidamente sobre los pocos…“si”.

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Barco de Ávila . Gil García – Simple – Rustico – Pero que aguanta el tiempo.

Latas de gaseosa heladas y bombones de primera marca fue su invitación. Todos eran símbolos de modernidad… no me dejo de sorprender. Trataba de concentrarme en la búsqueda de mis parientes y pese a todo me llamaba la atención… su forma de vida… En la próxima publicación de los viernes les cuento el desenlace en: Gil García el pueblito de tantos padres y Abuelos (…)

La noche de Ibiza

Recuerdos de mis viajes por España

 

Apenas puse un pié en la isla empecé con mis averiguaciones para dar una recorrida por su noche, siempre fue unos de los iconos de este lugar… generador de muchas leyendas. No debía perdérmelo, quizás no tanto por mí, si no como una obligación hacia mis  queridos lectores… justo en esta no les voy a fallar. El chófer del taxi me dijo sonriendo. Vaya tranquilo si paga la entrada en la isla nadie le pone un pero. La pregunta fue por mis años- un poco pasado de añejo- quizás  no me  permitirían la entrada al boliche.

Ibiza. Sus playas.

El elegido uno de los clásicos “Pacha” ¿a qué hora puedo ir? Desde las 23 hs. hasta la madrugada, vía libre- Allí estuve- En el horario de apertura en punto. En la taquilla me marcaron en la computadora: sesenta euros… buena plata… justificada quizás. Estaba entrando a un “Templo”, quería conocer el paraíso nocturno y poder recorrerlo antes de que se llenara – lo caminé- lo escuche- lo fotografíe. El murmullo empezó a crecer lentamente los habitantes de las sombras…tomaban posición.

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Ibiza. Anochece -El Puerto revive-

Buenas tribus…de todo un poco, grupos de turistas con variadas ropas, distintos calzados, ellas con tacos muy altos, oscuros, brillantes y hasta descalzas. Habitúes que se encontraban, amigos, conocidos -la música crecía – su golpe te pegaba por todos lados. El más clásico de la música electrónica…también crecía…crecía…golpeaba cada vez más fuerte. Los extraños sonidos recibían  su aprobación  con gritos y susurros, la terraza, la cabina del disc jockey, la del iluminador, éramos muchos los que queríamos mirar y participar de la noche de Ibiza. De a poco me fueron arrinconando, saltaba con ellos y festejaba o aceptaba el encierro, mi margen se achicaba, sin proponérmelo me fui acercando a la salida. Este ya no era mi lugar… Me fui – En muy pocas horas me esperaba una amplia recorrida-

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Ibiza. Azul profundo. Detras las montaña.

….Caminaba… cobijado por las sombras. Caminaba…y  pensaba, en tantas noches de desvelos y planes. Me daba la sensación de volver abrazado de mis amigos, el sueño lo estaba cumpliendo, dos Whiskies on the rock, caros y escasos, el fresco nocturno me daba en la cara. La música todavía me retumbaba en mi cerebro: canturreaba: ¡Que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son! Tal como lo decía Pedro Calderón de la Barca. En mi caso: uno nuevo se  había cumplido. “La Noche de Ibiza”

La Catedral:

Me habían recomendado, visitar la Catedral de la Virgen de la Nieves. ¿Cuál es? La que se ve allí en lo alto. Me informo la atenta señorita de turismo, mientras me miraba con unos ojos hermosos. No deje de visitarla, insistió,  casi imperativamente. Desconté 5 euros a mis arcas y me fui en taxi. Al volante, una mujer muy atenta. Lo voy a dejar por detrás. Por el frente las callecitas son muy angostas. Ud. cruza por un pasadizo que sale al otro lado y así  va tener la vista desde dos ángulos distintos. Sin esperar respuesta,  lo hizo.

Ibiza. Los calzonis. Una especialidad.

Empecé a sacar fotos, tenía razón esa vista era hermosa. Me rodeaban muros, me sentía amurallado y me encamine hacia el túnel, iluminado sutilmente, le daba un cierto misterio. Desemboque en una pequeña plazoleta, me dirigí entusiasmado hacia la Catedral, tenía curiosidad por conocerla.

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Ibiza. La Catedral de la Virgen de la Nieves.

Me lleve su gran portón por delante.¡ Cerrada!!!!!. Un cartel Rezaba… pero en horario. Pensé. Con el tema de la crisis, tienen restricciones y las iglesias no atienden a toda hora. Escuchaba los lamentos de otros turistas de distintas nacionalidades y quizás religiones. ¡Es un despropósito haber subido caminando y que el Señor cura duerma la siesta!!!! Este fue el  primer y poco amigable comentario, dicho como para que lo escuchen todos. Una Sra. Gordita que por su atuendo parecía muy religiosa, era la que estaba más alterada. Su acento la delataba… era de Brasil. ¡Esto ya me pasó en otro lugar, a la hora de la siesta los Sres. Curas no te atienden!!!  Nosotros somos turistas, quizás no tengamos oportunidad de volver nunca más y nos debemos adaptar, debería ser al revés. Sello su comentario y descargaba su furia con un paso apretado.  Yo también pensé lo mismo,  ¡Es un despropósito!!!

Ibiza. Las embarcaciones dejan su estela.

Cargue las pilas con alegría, sabía que diosito no me abandonaría pese a que no lo había podido visitar. Inicie el descenso, canturreaba algo que no se cantar, se me llenaban los pulmones de un aire fresco. Mezcla de montaña y mar- Mi espíritu estaba alegre- Disfrutaba de este momento…Mi momento. Allí abajo tenia a la esquiva Ibiza, la inmensidad del paisaje, el mar, las embarcaciones, su estela blanca le daba a su azul intenso un toque muy especial, flores que llenaban con sus aromas todos los rincones y esas clásicas callecitas tan típicas de España.

Ibiza. Los negocios son parte del paisaje

Fotos y más fotos, que difícil es guardar en ese pequeño aparatito todos los recuerdos. La inmensidad que recorre la  perspectiva de nuestra vista, en tan poco espacio, cuando las mostramos no nos parece el mismo panorama, siempre pienso… me parecían más grandes… más hermosas. Es que cuando las sacamos y queremos guardar un paisaje para siempre, nunca tenemos en cuenta lo que reservamos en nuestro espíritu, en nuestra alma, en nuestros sueños, tantas cosas  no entran en esa pequeña cajita, no es más  que  una máquina fotográfica.

Lentamente seguía mi descenso, coquetos negocios. En uno de ellos entre. Escuche este dialogo entre una turista que hace muchos años vivió en Ibiza. Hoy lo hace en Estados Unidos y el propietario del local. Los dos añoraban la Ibiza de antaño y despotricaban contra esta, que intenta modernizarse, que tiene autopistas, el puerto y los ferris. Que el hombre llego a la luna ya es una antigüedad…pensaba yo- en silencio- Mi espíritu rebelde, estaba encendido y a punto de participar. Por suerte  quise callarme… lo logre.

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Ibiza. Una ciudad custodiada.

Esta isla logra cosas insólitas en mí. Pero mi cabeza no dejaba de razonar: Su negocio estaba ubicado en un lugar privilegiado,  paso único y obligado de los Turistas- económicamente seguramente no le debía ir mal- La Señora que  vivía con todo el bienestar y tecnología en Estados Unidos ¿de qué se quejaban?  Sus deseos era  tener un lugar de belleza privilegiada, agreste y tranquila para ellos dos. ¿No les parece un poco egoísta? -Meditaba en silencio-

El turismo es esto… placer para algunos…  incomodidades para otros. Los otros son los que se creen dueños del lugar. Cuando les falta confort piden a gritos mostrar sus bellezas de las cuales se hacen propietarios y que vengan muchas turistas- Con el ánimo de mejorar económicamente-  El Turismo trae progreso, si es planificado, si es ordenado, si es un Turismo sostenible, no causa daño- Si pequeños inconvenientes- Le quita libertades a aquellos que se creen dueños del paisaje. Los que no hicieron nada para su creación pero que tienen la suerte de disfrutarlo y usarlo.

Ibiza. Un contraste entre el mar y la montaña

Si se  hizo lo imposible para que el mundo conozca sus maravillas, cuando viene el mundo debo achicar, achicarme en mis libertades para que sean iguales para todos, se les debe ofrecer comodidades, su espacio es limitado y quieren disfrutar y conocer todo en poco tiempo. Los lugareños deben saber que ese sacrificio, les traerá bienestar a ellos y a sus hijos.  Los podrán tener cerca porque no deberán emigrar para estudiar o buscar trabajo, serán los empresarios de los emprendimientos de sus padres, debemos saber y conocer todo esto para poder compartir el placer de vivir en un lugar Maravilloso. Tan maravilloso como Ibiza.

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Ibiza. Un paseo por sus playas.

 

Santa Eulalia:

Este es un lugar imperdible que se puede aprovechar durante todo el día, no muy lejano del centro de Ibiza, existe una línea de colectivos que te lleva hasta allí, por muy pocos euros y con una demora de una hora aproximadamente, se puede disfrutar de un panorama totalmente distinto. A mi particularmente me encanto. Su playa muy cerca de la terminal de ómnibus.

Ibiza. Santa Eulalia. Un coqueto puerto.

El pueblo tiene una distribución clásica, a nosotros los argentinos nos encanta, los edificios de departamentos y Hoteles muy cerca y frente al mar, esta comodidad a mí me apasiona. El lugar parece más apacible, más familiar, más económico, lamentablemente tenía pocas horas para disfrutarlo. El mar súper tranquilo y transparente, sus playas muy limpias, un cuidado paseo frente el mar, Un coqueto Puerto deportivo, muy cerca del centro, completan las necesidades de un Turista exigente. La oferta gastronómica amplia  y de calidad como en toda España, Los tragos al atardecer, son infaltables,  son una vedette  “Los mojitos y Daiquiris”.

Ibiza. Santa Eulalia. Prolijas playas.

Muy cómodo en el viaje de vuelta, repasaba mis días en la isla, ahora llegar al Hotel  y preparar la valija, al día siguiente muy temprano, un nuevo destino Madrid me espera.

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España.Puerto Banús: No solamente Glamour

Recuerdos de mis Viajes por España

 

Habían pasado unos días desde mi llegada a  Puerto Banús y ya me sentía como si hubiese nacido allí. Lo disfrutaba a pleno. Me gustaba caminar entre sus callecitas y todas las horas me parecían buenas. Cuando salía temprano y respiraba profundamente el aire de mar, mis pulmones se hinchaban y agradecían esa bendición. Como había poca gente, aprovechaba y hacia la caminata bien rápida – la intención era mover todas mis neuronas -

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No dejaba de sorprenderme que a poco de caminar me encontrara con 10 señoritas, muy hermosas, muy perfumadas, con transparencias, carteras y zapatos aguja de primeras marcas, que muy divertidas vivían  su mundo y me ignoraban.  Me refugiaba contra una pared para que no me atropellaran, a su paso dejaban un tornado de aromas,  mientras trataba de guardar esa imagen, intentaba elegir a la más hermosa, tarea imposible,  todas lindas,  altas elegantes ¡Diosas!

A medida que se alejaban me preguntaba: ¿Tan temprano? ¿Estarán por filmar un comercial? Esa idea me atrapo y la di por válida. Seguramente quieren aprovechar la luz del sol que en ese horario no es tan fuerte. Muy paciente todavía apoyado en la pared, esperaba que apareciera un  grupo de técnicos, para hacer la filmación. La espera… en vano. Las muy divertidas iban así vestidas y perfumadas a la Playa. Esto sí es Glamur. Vamos Banús Todavía.

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Al mediodía, cambiaba el rumbo de mi recorrido, lo hacía cerca de la Entrada al Puerto Deportivo, mientras me refugiaba en las sombras para no ser atacado por el poderoso sol, me acurrucaba en un rincón. Expectante y vigilante como la cámara de seguridad de un Banco. No me permitía perder ningún detalle. El lugar elegido era privilegiado. Desde allí observaba la entrada y salida de vehículos. Una ostentosa visión de los poderosos coches y motos de las mejores marcas del mundo, más tarde los encontraría estacionados al lado de su barco o en los mejores Restaurants.

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No dejaba de asombrarme tanta maravilla tecnológica y de buen gusto. El sol los castigaba y los hacía brillar desafiantes. En mi imaginación me veía sentado en uno de ellos. El lujo en su máxima expresión. Me llamaba mucho la atención  tantos  autos pequeños, casi no se despegaban del suelo – Petisitos-  Mi pregunta era: ¿Si son así tan hermosos de chiquitos que será de estos cuando crezcan. ¿Te imaginas cuando sean grandes?…

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Reflexionaba… Pensaba… Quien sabe en qué. Desde ese mi… Puesto de mando. Retenía infinidad de imágenes y sonidos y uno de esos sonidos me impactó. Escuche una frase… Ni buena ni mala. Simplemente una Frase. A mí me puso como una brújula, en tiempo y lugar, me marcaba dónde estaba mi Norte. Me puso ante tanta opulencia económica, nuevamente en caja ¿Quién lo dijo? Un Sr. Común por definirlo de alguna manera.  La misma fue: ¡Me voy al Banco, quiero ver como esta todo! Y la remato con algo que me dio gusto escucharlo ¡A sufrir un poco! Esto tan simple.  Me bendijo, me sentí mortal. Aquí pasa lo mismo que en mi país. Pensé -Pese a todo son como nosotros-  Repensé… ¡Son Humanos!

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Estaba en mis planes una recorrida por Marbella, los tiempos eran escasos, por eso opte hacerlo por mar y contemplarla desde el agua. A su vez me permitiría navegar el interior del puerto y poder ver, filmar y fotografiar tantos hermosos yates amarrados en él. Me pareció una distinta y excelente opción. El viaje es muy confortable, el Mediterráneo te ayuda,  prácticamente no se mueve y la moderna embarcación se desliza muy suave  por el agua, a su vez es una alternativa económica, se puede llegar temprano a Marbella recorrerla y luego volver en el último viaje. Su costo es mucho menor que si se hacen esos pocos kilómetros en un taxi. Hermosa ciudad se alza a orillas del mar y detrás un telón de montañas y barrios de construcciones similares entre sí,  la hacen muy particular, buena música  y una “Caipirá” entre mis manos. El capitán hacia señales sonoras indicando su vuelta al Puerto.

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El crepúsculo se hacía notar, el sol  muy remolón teñía  de un tono rojizo todo lo que iluminaba, los corazones bajan sus decibeles y están más propensos a ser invadidos por los sentimientos, los recuerdos, las añoranzas y el amor, es el horario que eligen para reinar. Embargado por esa sensibilidad a flor de piel salí a caminar. El Puerto deportivo estaba en su esplendor.

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De pronto mi cuerpo y todo mi ser fue invadido por una vanidad dulce ¡quería comerme un helado! uno de los bocados que tanto me fascinan. Quería dejarme poseer por la sublime sensación de  recorrer con la lengua los vericuetos más fríos  de un cucurucho -Es un manjar que no fue inventado por un terrestre- es un placer que a toda hora me inspira deseos. Absorto y dominado por mi gula, me pare frente a la vendedora, billetera en mano, busque los precios para elegir el tamaño, siempre se me ocurre el más grande. Así lo hice como si estuviera en mi barrio, sin pensar que estaba en Europa, Despreocupado – Canchero – Dirigí mi vista a la lista de precios… Trague saliva y  lentamente fui guardando el dinero, el que había preparado para saciar mis más bajos instintos. Mi cara era una máscara…se me iba dibujando una sonrisa. La joven vendedora con cara de angustiada,  en vez de decirme ¿De qué tamaño? Me pregunto: ¿De qué se ríe? A lo que le tuve que decir. No lo tomes a mal, pero con lo que sale un cucuruchito aquí en mi país me compro la heladería.

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Salí de allí con furia, no podía saborear mi capricho dulce y trataba de justificar lo poco que vale mi dinero. Me repetía (Bueno loco) Estás en Europa en Puerto Banús. Caminaba y pateaba mi rabia. La cual se esfumo rápidamente, salía de la Playa una “Bestia Pop” enfundada en su diminuta Biquini – Pensé – No todo está perdido. Seguí caminando alegremente, recorriendo las playas. Un detalle me gustó mucho, los caminos de entrada y  salida a las Playas, estaban cubiertas de alfombra. Me pareció una excelente solución. Para evitar el calor de la arena y que esta se pegue a los pies -Maravillosa coquetería-

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Ya de regreso y cubierto de sombras, la noche… ya se anunciaba y el sol peleaba con sus últimas luces. Descubrí un bar que imitaba un barco antiguo, se servían unos tragos que en su aspecto eran alucinantes. Me dije…Esto no me lo puedo perder. Encare, estaba lleno, solo una mesa muy grande vacía. Se me acerco una hermosa muchacha, que en español me dijo. Siéntese allí. ¿No es  muy grande para mí? ¿Quizás la quieras usar para un grupo más numeroso? Le dije haciéndome el amable.  Siéntese, ya veremos. Su respuesta fue acompañada con una sonrisa más que agradable. Me gusto. Me sentí bien atendido. Me acomodé en una mesa rustica muy alta y unos banquetones también muy altos con ruedas y excelente diseño. Me gusto el ambiente, sumamente agradable ¿Qué trago tenés con helado? Frunciendo su cara me contesto: Me parece que ninguno. Espere… espere. Tomando la carta me señalo uno… ¿Es bueno? Pregunté. Más que bueno, es mi preferido. No hablemos más, tráelo. Soberbio. Una decoración impecable sobre un copón muy grande, gajos de limón, alcohol, y helado de limón, una combinación muy buena, combinación que disfrute hasta que las sombras se recibieron en noche.

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Aquí va la receta:

  • “Lemon Cooler”
  • Vodka Absolut citron
  • Crema sorbete de limón
  • Zumo de limón, lima
  • Sprite, Granadina

 

De regreso, me hice una cena suculenta, como para soportar los embates del alcohol, era mi noche de despedida, las sombras son traicioneras nunca se sabe detrás de que mal hábito se ocultan. Recorrí los mismos lugares que de día, el paisaje había cambiado, las embarcaciones iluminadas y el mar copiaba sus imágenes como un espejo gigante. Voces,gritos y risas – muy ruidosa la noche – no por la música sino por sus habitantes, cuyas costumbre es de hablar estrepitosamente. Grupos importantes de 8 o 10 jóvenes, quizás más, lo hacen hombres y mujeres por separado, iban…iban nunca supe hacia dónde. Boliches de grande nombres pero de pequeña dimensiones, albergaban en sus veredas a sus clientes, que conversaban y tomaban alocadamente. A su lado el mar  como único testigo.

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Ya un poco cansado de caminar  decidí, buscar posición de avistaje en un boliche que está en una esquina, allí se juntan dos avenidas y una nube de promotoras revoloteaba y atacaban a los grupos ofreciéndoles el oro y el moro para que concurrieran a su boliche. Logré una mesa en la primera fila. Infinidad de mujeres, todas lindas, muy elegantes, una mejor que otra, vestidos muy cortos, escotes muy grandes, tacos muy altos, todos ingredientes capaces de hacer detonar dinamita a distancia.

¿Qué? ¿Había una máquina de hacer mujeres lindas? ¿Coches? Los mejores del mundo. Apuraba mi segundo Whisky y el paso era incesante. Todos contentos, riéndose, encuentros con amigos, amigas, la diversión reinaba. Como en el autobús. Todos para el fondo. Era tal mi inquietud por saber a dónde iba tanta gente que yo también encare hacia el fondo. Estaba en eso cuando un grupo muy divertido, se fue por un pequeño pasillo muy angostito y allí estaba…La verdadera noche. “La calle del Infierno” así me dijeron su nombre cuando pregunte. Llena. Reinaba la alegría y el alcohol hacía de las suyas y  acompañaba la diversión, la recorrí de punta a punta, no vi agresión y solamente cordialidad y ganas de parrandear.

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Regresaba lentamente, como defendiéndome, parecía que me llevaban de rehén, no tenía ganas de irme, todo estaba en su esplendor, es muy difícil que olvide estos días paradisíacos que pase en este “Maravilloso Puerto Banús”, pero a la mañana siguiente tenía que levantarme temprano, otro destino me esperaba, solamente deseaba pasarla tan lindo como la pase aquí. Hasta la vuelta. ¡Glamour!

España: Puerto Bannús. Todas Fantasias

Recuerdos de mis Viajes por España.

Arrastraba mi deteriorada maleta. La muy maldita venia de rodar por la escalera de la terminal de ómnibus, si allí… en Marbella (que glamur ni que glamur) esta bendita no se cayó en cualquier destino, para caerse que mejor lugar que Marbella, no menos de 10 escalones. La quise agarrar de la manija, para protegerla, para no arrastrarla y que sus rueditas no sufrieran, la  desagradecida… no tuvo mejor idea que romperse, mientras yo amorosamente la abrazaba,  la muy bestia cayo haciendo un ruido estrepitoso. Me quede helado, petrificado y avergonzado.

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Lo más gracioso era mi pose, como si estuviera tocando el acordeón pero sin nada que uniera mis manos, colorado de vergüenza y en una  actitud muy tonta. Observaba todo a mí alrededor y hacia un recuento de  los que se reían. No dejo de reconocer que es divertido cuando le pasa a otro…Algunos pasajeros salieron espantados,  los muy exagerados  se pensaron que los iba a aplastar,  yo también.  En este momento me acuerdo y me sonrió, no quiero imaginar cómo se divirtieron los que miraban de lejos.

Suerte que no se abrió, si hubiese ocurrido. Estaría arrodillado frente a ella  como si fuera un herido, acomodando la ropa, las medias, remeras y  el desodorante rodando por los escalones… Todavía aferraba fuertemente el pedazo de manija en mi mano, como si fuera un trofeo, tampoco entiendo porque me había quedado como detenido en el tiempo  y la miraba fijamente. Mientras… hacía un inventario del  deterioro(es nueva,  su segundo viaje) Los viajeros frecuentes no sabemos que usar para transportar nuestros bártulos, para que estén  seguros y que no se rompan tan fácilmente.

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La valija se convierte en la “Caja Fuerte del Turista” – allí lleva todo su capital- cuando queremos conservar algo todo va a parar a ella, el trastorno de perderla en un viaje es terrible. Si las compañías que las administran entendieran esto, intentarían un manejo más responsable de ellas. La muy bella- la mía-  se convirtió en el martirio de mi viaje, todas las mañanas le dedicaba un buen tiempo en su reparación.

El mal trago ya había pasado y ya estaba cruzando la plazoleta bordeando  una fuente de agua que te recibe en el Portal de Puerto Banús, te da la Bienvenida.  A pocos metros  está el hotel dónde me alojaba. Para este caso opté por un Appart Hotel. Una forma de vacacionar  que a mí me apasiona, me encanta la cocina y hacerlo con los productos regionales de cada lugar  mucho más. A su vez el ahorro que implica no comer afuera me permite comprar otras cosas que también me llenan, pero de satisfacción.

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El departamento en suerte merece un párrafo aparte, era tan enorme que necesitaba un guía profesional para recorrerlo. Dirán Uhhh, que exagerado y les puedo asegurar que no lo soy para nada. A saber: Vestíbulo, Gran living -enorme- cocina amplia, comedor diario, con ventanal, baño. Zona de sueño: habitación vestidor, baño principal y el Dormitorio. A su vez si eran más pasajeros, un dormitorio con cama matrimonial y otro baño. Una locura total. Todo por el mismo precio que una habitación de Hotel

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Ventajas: con pequeño sacrificio, se ahorra mucho dinero y se puede ocupar el mismo en compras o extender los días, amarrocarlo si te gusta.

Desventajas: El sacrificio y algo que aparentemente ocurre en todos los lugares del mundo, siempre pensé que era solo en mi país. Falta todo lo que podes necesitar en  forma inmediata…

El Turista cuando llega, no encuentra nada de lo que se necesita para vivir. Es poco creíble que  uno deba salir corriendo a comprar lo necesario para subsistir. Esto trae aparejado perder horas de descanso o de conocimiento de lugares. Esto tiene tan fácil solución que es difícil encontrar una explicación de porqué no se resuelve.

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Ningún empresario Hotelero, pierde su capital o su sueño si se le agrega al costo de la habitación: café, té, azúcar, aceite, detergente, servilletas… -En pequeñas cantidades- El turista no debe perder de ninguna manera su tiempo al minuto que llega en buscar un supermercado para resolver sus necesidades básicas. A su vez esta obligado a comprar estos elementos en envases familiares, cuando por dos tres días lo que necesita son cantidades  mínimas.

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Ya instalado di una recorrida de reconocimiento por el departamento y salí enfurecido a la calle,  la ansiedad me devoraba, me parecía imposible estar allí y tenía cuatro días para disfrutarlo. La salida de mi mansión, era a un lúgubre pasillo de cien metros. Por un lado tenía una arteria comercial,  por el otro directamente accedía una peatonal  que bordea al mar, atestado de chiringuitos, bares y restaurants, es la más importante del Puerto Deportivo.

El sol del mediodía parecía que quería partirme al medio, pero poco me importo. Devoraba las distancias, las calles y callecitas tratando de mirar todo en segundos, los negocios se empezaban a poblar, un agradable olor a comida te abría el apetito. Los platos con frutos del mar y las cañitas estaban en todo su esplendor.

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Todo me parecía atractivo. Miraba vidrieras, algo no tan usual en mí, pero eran tan llamativas que hasta me paraba en las femeninas. Cuando me daba cuenta echaba un vistazo en seguida en todas direcciones para ver si había algún conocido. Por suerte no ocurrió. Las embarcaciones, las motos, los autos. Las Mujeres. Cosa de locos. Ya habían pasado casi dos horas. Y si algo no puede controlar el hombre es el cansancio. Te arruina todos los planes, la sed y el hambre son buenos compañeros de este último, así que emprendí mi regreso hacia el que sería mi reducto por unos días.

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Ya en sus cercanías pregunté donde había un supermercado. Ahí. Fue la respuesta. Al lado -Lo habían puesto para mí-  Cargue: jamón ibérico -mucho- una baguete crujiente, tomate, manteca para el sándwich, cervezas, gaseosas, lo mínimo indispensable,  luego de a poco la gula hace que se vaya llenando la heladera. Mientras preparaba mi almuerzo, me serví mi primer On the rock, -como aperitivo- es una  suerte que “Don Walkers” siempre me acompaña en todos los viajes.  Imposible estar en el Paraíso y no brindar por ello. Merecía sentarme en un sillón -así lo hice- un sorbo y entrecerré los ojos, me parecía mentira estar allí, a cuantos seres queridos hubiese sentado a mi lado para que disfruten conmigo en ese momento.

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Mientras disfrutaba mi almuerzo, escuchaba música muy fuerte, “marcha”, imagine que era en la playa y que las mujeres que había visto semidesnudas las vería desnudas.  Así lo comprobé, era una playa que estaba poblada de gente muy joven y con ganas de divertirse. Los tragos, las cervezas y el baile los acompañaban, había tarimas donde: jóvenes muy bronceadas a pleno sol, se contorsionaban muy sensualmente.

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Más tarde comprobé que una  buena hora para salir a caminar era alrededor de las 18hs, las diosas del mar  salían de la Playa, las más remolonas esperaban que bajara un poco el sol, aprovechando que había poca gente revoleaban los corpiños de sus bikinis. En otros sectores bajaban de los autos ya preparadas para la guerra nocturna con todo su glamour, transparencias, tacos muy altos, mucho brillo y esplendor, su intención era atrapar la noche con una copa en la mano, algunos cenan muy temprano y otros muy tarde todo depende de la costumbre de su país de origen, la temperatura era agradable y daba gusto caminar. Mientras gatillaba y gatillaba mi cámara fotográfica.

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Debo confesar que un poco me molestaba que solamente se hable, inglés, alemán, turco o países del oriente, casi nada español. Me ponían de mal humor. Me sentaba en algún bar y me encaraban para el pedido en otro idioma distinto al español, había allí muchos ingleses y alemanes con su clásica manera de hablar a los gritos, sin duda que opacaban a los otros idiomas.

Mas recorridas por las calles del Puerto, la calle de: “La Ribera” y “La Av. De la Ribera” eran constantes, no me cansaba de hacerlo, mientras le exigía a mi cuerpo un poco de caminata, para bajar tantas cosas ricas y tantas cañitas. Generalmente hacia este recorrido cuatro veces. En todas ellas recogía experiencias distintas y todos los horarios me parecieron atractivos.  

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Los yates bien agarraditos de sus amarras, son testigos de tanto Glamur, el movimiento del puerto es mínimo, pero su presencia era como el blanqueo de las cuentas corrientes de su propietario, muchas veces me quedaba mirando sus estructuras  -absorto elucubraba- que maravilla sería poder convertirme en confidente de uno de ellos y que me contaran un poco de lo que ocurre en su interior. Bahhh, cavilaciones de un Periodista, chismoso y metido…

 

España: Granada es Imperdible. Toda energía

Recuerdos de mis viajes por España.

 

Volvíamos de la costa del sol y la Sierra Nevada.  La ciudad nos esperaba con todo su esplendor. El parque de la Ciencias abrió sus puertas para nosotros exclusivamente.  Un lugar maravilloso. El Show de los Dinosaurios, todos ellos en movimiento… me impacto. Una obligación visitarlo con los más pequeños,  deben darle un tiempo privilegiado cuando organicen su agenda, a su paso por esta ciudad  no deben olvidarse. Regalos como siempre y un deseo…estar presente para festejar junto a ellos el Milenio. Por favor si no estoy para ese momento. Empiecen. Mi espíritu estará con Uds.

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Una propuesta de nuestro gentil guía, mientras íbamos hacia el nuevo Hotel.  El clásico chillido del micrófono, nos puso en alerta y dijo: Podemos visitar la Alhambra desde afuera y ver el atardecer -Su ofrecimiento fue desafiante- Continuo con sus detalles, lo haremos en un taxi, sus callecitas son muy angostas, es la única forma de hacerlo. Me gustó mucho la idea.  Por supuesto fui el primer anotado.

Correr, nuevamente correr, un clásico. Tirar las valijas en la habitación y ya estábamos arriba del taxi. Fue un acierto. Momentos difíciles de olvidar, mis ojos se llenaron de imágenes. Que tierra prometida… Mágica. Su aire, su entorno,  todo es imponente. El sol del crepúsculo ya con modorra, coloreaba nuestras imágenes.

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Fotos, fotos y más fotos, un gran número de turistas, todos detrás del objetivo de su cámara,  me sorprendió cuanta juventud, esperando que las sombras le ganaran al dios sol. A nuestros pies Granada. La altura nos permitía ver a lo lejos esta magnífica ciudad. Va ser difícil olvidar este momento.

Nuestro guia siempre nos sorprendía con maravillosas ideas-Esta fue una- Bajemos caminando… ¿Cómo? Le pedí permiso a mis piernas…mis dedos se apretujaban dentro de mi calzado pero para no ser la oveja descarriada,  lo hice (Confieso un poco refunfuñando)  ¡Qué lugar! Que encanto tan especial tienen esas callecitas y el aroma de las flores. A poco de andar uno se olvida del cansancio y solo quiere disfrutar. Por fin, llegamos a la base por la sinuosa bajada, debíamos seguir 8 o 10 cuadras más, para llegar a la tierra prometida: El Hotel.  Por supuesto se votó nuevamente,  caminado gano, un solo voto en disidencia, el mío.

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Caminábamos  y ya rondaba en nuestra imaginación la idea de  un  baño reparador y descansar un poco antes de la cena. Pese a todo,  apuramos el paso y cuando ya alcanzábamos nuestra meta. ¡Zas!- otra vez se pinchó el globo- Imaginen… estábamos en  la puerta del hotel.  El micro en marcha, todos los demás bañaditos y perfumados (Con cara de pocos amigos). El guía reunió al pequeño grupo de caminantes y con cara de circunstancias nos dijo: ¡No hay tiempo para nada,  debemos ir a cenar como estamos,  nos están esperando! Sentencio.  ¿Fue una orden? ¡Sin reír, sin llorar. A la musa caraca tusa! Así es la vida del periodista.

La mesa estaba servida, la familia reunida y nosotros siempre hambrientos, que bendita costumbre. Un coqueto  Restaurant le daba la espalda a la Plaza de Toros. Demostró todo su contenido, toda su contundencia. Le hicimos honor a todo lo servido, no hubo problemas de idiomas… allí usamos el de los dientes.  Amena charla de sobremesa y volver al Hotel. Todas nuestras expectativas estaban puestas en que al otro día hacíamos la visita oficial a la Alhambra. El grupo integrado por “Patitas eléctricas”  ¿a que no saben que propuso? Volver caminado. Ya ni pregunté cuantas cuadras. Ya no proteste, solamente sonreí, no iba a mariconear  ahora. Siii. ¡Vamos!

Ya instalado en mi habitación, poco recuerdo de lo  que hice en ese sublime momento.  La disputa con los moros, con todos los dioses de Granada y los coros de ángeles que me cantaban.” Granada tierra ensangrentada, mi cantar se vuelve Gita…, el desparramo se armó cuando su autor: Ángel Agustín María Carlos Fausto Mariano Alfonso del Sagrado Corazón de Jesús Lara y Aguirre del Pino, se incorporó al grupo. Todavía no sé si vino solo o  con todos sus parientes, pero todos peleaban por un lugar en mi cama,  me acurruque sobre un costadito sin mayores pretensiones,  rápidamente me dormí.  Los gritos del conserje me despertaron, pidiéndome: Señor Por favor… ¿no puede roncar más suave?…

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Amaneció maravillosamente bien -era muy temprano- una mañana de verano con incipiente calor y una pequeña brisa  insolente que  te pegaba en la cara, parado en el balcón del séptimo piso, embelesado, miraba la figura  de La Alhambra, detrás cerrando el marco las sierras. Desayunar, un pequeño trayecto y ya estábamos allí…

Gente… micros… autos… más gente, excitación  de todos ellos…más gente. El lugar justificaba el nerviosismo y las ansias de ya estar en su interior disfrutando. El nuevo guía rápidamente  tramito nuestro ingreso sin demoras y sin largas colas para nosotros… un privilegio.

Ya estábamos adentro, con un moderno sistema de auriculares  nos manejaba con maestría. Pese a que los Periodistas en clara actitud de rebeldía, buscábamos la mejor foto. Se turnaban entre los tres guías para controlarme y arriarme hacia el grupo. Era muy fácil perderse. Los jardines llenos de flores y cantarinas aguas que nos refrescaban,  el calor empezaba a apretar y nos ponía remolones para dejarlos.

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A nuestro alrededor turistas. Reyes y príncipes muy importantes se empezaron a hacer de la familia y ya prácticamente se hacían parte del grupo. El salón para la amada, los sucesivos cambios de usuarios de esta magnífica historia, aquí, allí, en tal época, fueron llenado mis oídos a través de los auriculares.  Esta habitación fue de tal y esta otra de más allá, de tal año a tal año. Infinidad de datos imposibles de retener…

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Entre a un salón cuyo techo era todo trabajado… repleto. De todas las nacionalidades, cámara en mano, casi en penumbras, buscando ese ángulo me puse en un rincón, de a poco me fueron apretujando. Esperaba el momento en que este vaciara,  solo ocurría cuando un grupo muy grande se iba e ingresaba otro.

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Mientras… miraba ese techo, tan rebuscado y tan incómodo para hacer, deje volar mi imaginación,  intente pensar como se pudo hacer este trabajo (Me preguntaba) ¿Cuantas personas trabajaron? ¿Qué tiempo les habrá llevado?  Los dueños del lugar: ¿Cómo mitigaban la ansiedad por verlo terminado?  Seguramente  querían disfrutarlo y mostrárselo a sus amigos. Cuantas historias y misterios deben encerrar sus paredes, sueños, recuerdos y nostalgias aprisionadas por ladrillos y columnas. ¿Serian bien pagos? ¿Tendrían delegados? ¿Que comían, que bebían? ¿Sus descansos? ¿Sus amores? ¿Eran todos hombres? ¿Se comerían un asadito al mediodía?

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Los imaginaba, delgados, pieles castigadas por el sol y su gesto adusto. Embelesado, casi viviendo el momento. De pronto fui sorprendido.  Me zamarreaban de un brazo. Raúl. Raúl. Vamos, estamos todos buscándote, el grupo va hacia adelante.

Apuremos el  paso. ¿Qué te paso?… Las preguntas eran de la guia que me llevaba de la mano entre la muchedumbre, como a un niño castigado-A mí me gustaba-  Confieso…me dio vergüenza contárselo. Una excusa salió disparada. Me sentí un poco cansado, me falto un poco el aire. Puede ser-  me contesto- Tanta gente y el calor suele ocurrir. Trata de no alejarte, no queremos que te pase nada.

Ya alcanzando al grupo,  me sentí importante al ser tan cuidado. Miraba para abajo un poco avergonzado, muy poco quizás. Solamente yo sabía el placer que me había dado dejar volar mi imaginación y prácticamente estar encaramado en un andamio allí… en la altura,  con un turbante en la cabeza,  un taparrabos, descalzo y mi lomo muy bronceado por el sol. En una mano el material y en la otra un cincel, un artista de la época. Solamente murmure. Gracias a dios por esta imaginación que me diste. Lo hice en voz de confesión ¿Qué me dijiste?  Fue la pregunta de mi salvadora. Solamente gracias por preocuparte. Sin soltarla de la mano…

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A la salida, nuestro guía caminador, tuvo la feliz idea de invitarnos  a hacer la bajada caminado, ante esta propuesta desequilibrante yo también dije que sí. Hummm… luego lo disfrute, esas callecitas y esas casas, rústicas, con su balcones cubiertos de flores, da gusto hacerlo y casi sin darnos cuenta estuvimos allí abajo, el sol en lo alto, la temperatura casi a tope marcaban el fin de esa mañana. Nos esperaba el transporte.   La caminata nos había abierto el apetito y un nuevo Restaurant seria nuestro anfitrión.  “Mesón San Cayetano”

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Sentados alrededor de una mesa de estilo rustico, nuevamente el motivo de siempre. ¡Comer! Qué bueno es hacerles el honor a los españoles.  Hablábamos todos a la vez, excitados por la visita a la Alhambra, cada uno se llevaba un recuerdo distinto pero todos eran muy buenos, se sucedían las fotos, era nuestro último almuerzo, pronto cada uno estaría en su nuevo destino.  Las cañitas y los vinos españoles apagaban nuestra sed, las infaltables olivas y las tapas daban sosiego a nuestros estómagos “Rabo de Toro” fue para mí un plato principal. Un postre clásico. Alguna bebida de las que le llaman colagogas,  redondeo el almuerzo.

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… Ya en el transporte, la música  nos unía… La de los ronquidos. Seguía pensado en  los amores y desamores de aquella época,  el de la construcción,   seguía con mis  preguntas. Poco a poco, bajaban en sus hoteles. Hasta que quede solo… Llegamos. Fue su frase, tome mi mochila, mi cámara y mi valija ¡Hasta un nuevo Destino!

Torremolinos, España: “Un Encuentro inesperado”

Recuerdos de mis viajes por España.

Largas horas de vuelo y esperas. Largas horas de un proyecto abortado cientos de veces, interminables vigilias para que este sueño se hiciera realidad. Un día de aeropuertos, aviones, controles, equipajes. Largos años de soñar con este viaje, posponerlo, juntar dinero, posponerlo, seguir juntando. Hacerme ciudadano español, tarea no sencilla. Pero, ya estaba volando sobre el cielo de la Península Ibérica, gaitas y castañuelas me sonaban por doquier. Sentado, allí, en el avión, pensaba y repensaba como sería mi estadía en mi segundo país. España.

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El comandante me puso en caja y nos alertaba de la cercanía del aeropuerto de Barajas. Ay, Ay, Ay, España. Por fin estabas a mis pies. Su voz, muy grave. Muy de Capitán. Inspiro respeto. Seguimos con atención su discurso y aceptamos la bienvenida y los 34 grados que nos esperaban en Madrid. Las ruedas sacudían el fuselaje del avión. Un primer contacto con la tierra tan esperada. Ya estábamos carreteando. Colgué mi mochila. Emprendí mi lento camino por el pasillo. Un sol radiante explotaba sobre el cielo Madrileño.

Me asome a una de las ventanillas. Mi sorpresa no tuvo límites. Divise una figura en la pista. Inconfundible. Muy conocida para mí, toda ella envuelta en un brillo excepcional. Tenía el sol detrás y parecía irradiar rayos, esto me dificultaba un poco la visión. Pero no hay dudas esa persona era la figura de mi Padre. Me repetía que no podía ser, pero mi ansiedad no se detenía. La fila avanzaba lentamente, no me animaba a volver a espiar por la ventanilla, el Capitán nos daba su adiós.

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Mi emoción se agigantaba. Mi contacto con el suelo español era en minutos. No pude resistirme y volví mi mirada dónde estaba esa figura. No había dudas, era él, estaba allí. En su cara una amplia sonrisa, levantaba su mano en forma de saludo. Inicié el descenso, mis piernas temblorosas, inseguras, mi corazón estaba muy acelerado, esto hacia que apenas tocara los escalones, parecía que flotaba. Apoye primero mi pie derecho y luego el izquierdo. Tal como lo hizo Colón. Dije en voz alta. ¡Tierra!

Sin perder tiempo, me dirigí hacia él, me estaba esperando. La cercanía disipo todas mis dudas. Más delgado, más joven, su clásica calvicie. Allí estaba. El español Bernabé. Mi Padre. Precisamente es lo único que atine a balbucear. ¡Padre! A su vez escuche en mi oído. ¡Hijo!. Nos confundimos en un fraternal e interminable abrazo.

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Caminábamos abrazados. No mucho. Lo hicimos en silencio. Sentados en él micro, de reojo lo miraba, estaba tal cual, mi intención fue de acariciarlo, pero igual que siempre no me anime. Mi remordimiento no pudo vencer mi pudor, porque tantas veces me reproche que lo tenía que haber hecho más seguido. Mi generación no está acostumbrada a expresar su amor por los seres queridos. Pocos besos, pocos abrazos. Ningún: ¡Te Quiero!-

Los trámites aduaneros. Me dirigí detrás del clásico pelotón de ansiosos turistas, intentando terminar rápidamente, todos envueltos en temores, no sé porque, como “pequeños delincuentes” Llegue a las ventanillas, dos, en una no había nadie, decía: “Españoles”. Desenfunde con orgullo mi pasaporte español, nuevito, impecable. El funcionario, tomo mi pasaporte, lo ojeo, se dio cuenta que debutaba, levanto su vista y juraría que me sonrío. ¡Adelante!. España es toda suya. Me dijo. Se me hincho el pecho. La primera vez que me reconocían como español. Por lo bajo gritaba. Bien Carajo. Bien Carajo. Mi sonrisa se convertía en risa. Sellaba así una gran Bienvenida.
Nos reencontramos y comenzamos una alegre charla. Me dijo: estoy enterado de tus planes. Vamos para Málaga, de allí a Torremolinos. Más tarde Euroal. Un Fam Trip luego de terminada esta, por Granada y la Costa del sol, te va encantar, es hermosa toda esa zona. Tus planes para después son muy ambiciosos, sé que lo tenés todo decidido. Unos días en puerto Banus, Marbella, Barcelona, Ibiza, Madrid, Barco de Ávila y Gil García, ese es mi pueblo, donde nací, me dijo y sus ojos se pusieron brillantes.

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Tu deseo es llegar a Atocha en el metro, no es tarea fácil. Debemos hacer unas combinaciones y trasbordos para llegar. Comenzamos a caminar. Y fue caminar, caminar. Lo hacíamos como dice la canción de María Helena Walsh, la de la “Tortuga Manuelita”. “Un ratito caminado y otro ratito de a pie”. Interminable. Mi padre iba a mi lado, me pareció muy ágil y me extraño su manera de hacerlo casi en el aire, muy jovial.

Por fin Atocha. Que hermosa, realmente me deslumbro, todo muy ordenado, brillante, los españoles muy atentos. El patio de Comidas, exótico con esas maravillosas plantas, su arquitectura, una verdadera maravilla.
Ya estaba sentado en el tren rápido que me dejaría en Málaga, plasma, auriculares, música, una pinturita. Mi padre se sentó a mi lado, conversábamos animadamente, su velocidad no es notable. Sin darnos cuenta nos anunciaban la llegada a Málaga. A Torremolinos, unos 30minutos. Hace tus cosas tranquilos nos encontramos allí.

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El Lobby del Hotel era una extensión de la Sede de “Visión” -Asociación Internacional de Periodistas y Escritores Latinos de Turismo- besos, abrazos, recuerdos, alegría de reencuentro con colegas. Cuando llegue a la habitación. Tenía un amplio ventanal y un pequeño balcón, allí encontré sentado a mi padre. Conversábamos en el balconcito de mi habitación, yo me deleitaba un “Whisky on the rock”, un etiqueta negra, una de mis tantas debilidades, el atardecer nos atrapaba y poco a poco nos dejamos sorprender por las sombras. Me dijo. ¿Qué te parece España? Mucho cambio, me gustaría más tradicional, no imagine tanta cantidad de turistas, tantos colores de piel, vestimentas, culturas tan distintas, tanto grito al hablar y tantos lenguajes diferentes. Me sorprendió el poco cuidado de nuestro lenguaje, quería escuchar mi idioma, como si fuera una música. Siempre que aborde a alguien, me iniciaron la charla en inglés. Tendré cara de inglés. Que decepción.- Mi ilusión era parecerme a un Español-.
En el centro de Torremolinos. Caminábamos sobre su peatonal. No podía salir de mi asombro de tantas callecitas, todas ellas como pequeños afluentes de un gran río. Repletas de barcitos, lugares de encuentro, para comer, brindar, pasar momentos agradables con amigos, entiendo porque los argentinos somos tan amigueros y todos nuestros festejos y reuniones solamente se realizan si hay comida de por medio.
Esa noche fue el Coctel de bienvenida de Euroal, en un Chiringuito de la Playa, vinos, sangrías, vinos de verano y la cañita, acompañados de pescaitos y la clásica sardina a las leñas. “Espeto de Sardinas”. Una manera muy particular de hacerlas. Se arma un importante fuego y se clavan cañitas con sardinas ensartadas en ella, su técnica es muy similar a nuestros asadores, costillares de carne, lechones, chivitos, corderos enteros, también en nuestro caso se les llama a la cruz, a la estaca.

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Se sirven sin cubiertos y la habilidad es comerlas con las manos, mordisqueando su carne de la cola a su cabeza y que solamente queden las espinas uniéndolas. Pero. Que desilusión, estaba yo muy entusiasmado echándole limón, tal cual es nuestra costumbre, la Argentina. Cuando se apareció mi padre. Me dijo: Hijo. El limón no es para echarle al pescado, es más, no es bien visto le quita el mejor sabor .Ahhh sí. Fue mi respuesta, como descreído y un poco insolente le pregunté ¿Y para que usan el limón los españoles? Para limpiarse las manos. Fue su respuesta. No puedo dejar de reconocer mi gran desilusión. Me pregunté: ¿No será una broma? Pero él no era de hacerlas.

Al día siguiente, en el centro de Málaga. Nuevamente se sucedían las callecitas, las que me resultaban tan atractivas, en cada una de ellas me paraba y las observaba atentamente, algunos edificios hablaban por si solos, con su estampa, marcaban su historia, los bares y chiringuitos repletos, mediodía, quería deleitar una cañita y probar el jamón Ibérico.

Busque, busque, hasta que encontré una cervecería, rustica, con barriles como mesa. Quería asegurarme del pedido, encare a la encantadora niña que estaba detrás del mostrador. Le pedí, un sándwich de jamón serrano o ibérico, con tomate en rodajas y manteca. ¿Con manteca? Su cara de asco me asusto un poco y se lo volví a aclarar. Si, con manteca. A su vez le explique, en mi país, Argentina, acostumbramos a comerlo así y es muy rico, deberías probarlo. Su cara de asco apareció nuevamente, es evidente que no lo podía disimular.

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Por fin llegó el momento. La “chapata” -pan similar a una figaza -repleta de jamón, tomate y la manteca. Allí estaba plantada frente a mí, por sus orillas sobresalían trozos de jamón que me desafiaban y hasta parecían sonreírme. Agarre la chapata con las dos manos y clave mis dientes con toda mi furia. Poco a poco sus sabores se distribuían por toda mi boca y mi paladar se deleitaba, eso era jamón de mi querida nueva patria y Olé. El jamón es un manjar y la manteca no es necesaria, porque el jamón en si es una manteca. Devoraba el segundo y seguía pensando en ella. Tanto me impacto esa niña que deje de pedirla. Quizás así le dirán a otra cosa, pensé. Mejor me abstengo.-

La cañita me obligo a sacarme el sombrero. . Que bebida maravillosa, cerveza por supuesto, mi asombro fue su temperatura, siempre helada. Su tamaño, es justo para que no se caliente. Lo único que se te calienta es el pico. La bebida de los tres “Tuk”. Así la bauticé. ¿Qué significa?: Cada “tuk” simboliza un trago. Tres “Tuk” y a pedir otra. El primero de ellos por su temperatura te taladra el cerebro, el segundo es casi inmediato y el tercero, ahí justo ahí, empezás a disfrutar ya mirando el fondo, casi sin apoyarla estas pidiendo la que sigue. En cualquier barcito, la cañita es infaltable, viene siempre acompañada de olivas, papas fritas etc., pero en cualquier lugar dónde la pidas su temperatura es siempre igual. ¡Helada!

Caprichosa Paella: Cuando lo invite, me dijo que ya había cenado pero que igual le entusiasmaba la idea de acompañarme. Seleccione un restaurante, esperar mesa, sentarme, ante mi pedido, el mozo me pregunto ¿para cuantos? Para uno le respondí. A lo cual me dijo, para uno no la servimos. Mientras salíamos del mismo, como una tromba, iba pensando: ¡Que tontos!

Mi desesperación, entro en una fase final. Mi reloj marcaba 22.30 hs. bastante tarde. No había más prueba o error. Solamente éxito o desistía del plato, mi estómago caprichoso no lo iba permitir. Pregunté en la calle. ¿Dónde puedo comer la mejor Paella de Torremolinos? Sobre la peatonal. Me dijeron. En un restaurant en el primer piso.

Hacia allí fui, ya se notaba el inminente cierre. Me senté. Me prepare a comer una paella para uno. Difícil era que me hicieran desistir. Espere al mozo con la servilleta puesta y un cubierto en cada mano, de manera de que no hubiera dudas. Su pregunta esperada ¿Es Ud. solo? Siii. No hacemos paellas para uno, me dijo. Ya caliente, porque esa respuesta era conocida. Le dije: Cuídame el lugar. Voy a la calle a buscar alguna novia y la Invito a cenar. Esto dicho, con un tono de pocos amigos. Me miro. Pasados algunos segundos me largo la carcajada. Y sentencio. Bueno, no es para tanto, Espéreme. Voy a hablar con el cocinero, veremos qué me dice….

Nos pusimos en marcha hacia Marbella. Allí en el hotel ”H10 Andalucía Plaza”, nos recibieron con todo su esplendor, Un “Saxo en solitario”, nos puso entre melancólicos y románticos. Una nube de mozos nos inundó de tragos y bocadillos de primera, rematado por tres tipos de Paellas, una de ellas “la negra”. Confieso la primera vez que la pruebo, la tinta de calamar le dio un sabor rezongón. Nos costaba coordinar nuestra respiración, nadie le hizo asco a nada y no esmeramos en llevarnos todo puesto.

La Playa de Torremolinos quería caminarla y así se lo comunique. El lugar de encuentro frente al monumento de las Mujeres, inspirado en un cuadro de Picasso. Ellas, tomadas de la mano ejecutan una especie de danza y parecen beberse todo el aire del Mediterráneo. Me gusto, sí, me gustó mucho, por ello lo hice y lo saborié, poco a poco, dulcemente, el sol, muy remolón no se quería esconder en ese atardecer de película, era para enamorados. La luz me jugueteaba con sus brillos y sombras y parecía que querían bailarme una danza especial para mí, mientras yo dejaba pasar el tiempo sin apuro.

No venía y mi cabeza empezó a no funcionar. De pronto su figura tan conocida apareció. Me dijo: Hijo no te preocupes ya estoy aquí. ¿Pero le paso algo? No, nada. Te vi tan entretenido con tus pensamientos, que tu soledad estaba muy bien acompañada por vos mismo. Estabas tan pensativo que no quise interrumpirte. Solamente te admiraba y observaba. Me sorprendió su respuesta y el poder de observación y de síntesis para describirlo. Pensé. Solamente con esta sabiduría lo pueden hacer los mayores.

Los chiringuitos comenzaban a prepararse para cerrar, grupos muy animados seguían con la marcha. Peeperepee. Peeperepepe. El Mediterráneo, tiene la maravilla de su historia, sus limpias aguas y su tranquilidad que es contagiosa. Camine por ella, muy cuidada. Pequeños acantilados con llamativas rocas, casas y edificios entrelazados entre sí, el rojizo sol, en su perezosa despedida le daban una luz muy particular. Sí. Me gusto y quiero volver.-

Comencé a preparar mi valija, acomodarla para realizar el Tour por Granada y la Costa del sol, en silencio me observaba y casi ni conversamos, había olor a despedida. Confieso. Pensar en ese momento me angustiaba, me hacía recomendaciones. Luego de un largo silencio. Se incorporó y me dijo. Mañana muy temprano antes de tu partida nos vemos……

Terminaba de cerrar la valija, apuraba lo que quedaba de mi whisky on the rock. Me acosté, no me resultó muy difícil dormirme, no sin antes pensar en mi lejana Argentina, que cobijaba mis amores, pedí por su protección, entrecerraba los ojos y pensaba que lindo lo estaba pasando, pero que ya comenzaba otra etapa. No estarían mis amigos. Mi padre. Solamente España, a partir de ahora, viajaría solo. Pero, igualmente casi sonriendo me dormí. Totalmente en Paz…

Escuche a lo lejos el despertador. Era la hora. Antes de abrir mis ojos me dio la sensación de estar acompañado. Cuando los Abrí. Él estaba sentado en la cama, a mi lado. Me pareció verlo más pálido que otras veces. No pronunciaba palabra. Yo tampoco. Sus ojos muy brillantes. Extendió su mano como para una caricia… Me Desperté.

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