Recuerdos de mis Viajes por Ecuador.
Recorrimos con un sol encantador la cordillera ecuatoriana, bajando, subiendo y admirando las montañas que nos rodeaban. A pesar de superar los tres mil metros sobre el nivel del mar, muchas de ellas sobrepasaban esa altura y en el horizonte daba gusto ver sus laderas todas sembradas, no hay mejor sello para un pueblo trabajador que ver esa estampa. Es la marca país de una comunidad dedicada a las tareas rurales.
Muy temprano en una mañana muy fría estábamos en la plaza central del cantón Tisaleo. Una población que en sus talleres familiares fabrican calzado y de su tierra de distintas quintas nos ofrecieron una degustación de frutillas – enormes – moras, dulces, el famoso chocolate de Tisaleo y turrón de maní con miel de abejas. El yogurt artesanal es una delicia – Mora, fresa, membrillo, uvilla, taxo, arazá, tomate de árbol, maracuyá, babaco, durazno, naranja, mandarina, guayaba- Fueron algunos de sus gustos. Es evidente que muchas de estas frutas ni siquiera las conocemos por sus nombres. Pero que pueblan la serranía del Ecuador.
Una tenue llovizna acompañada de un frio muy común en la altura se acoplo a nuestro paseo mientras nos dirigíamos al cantón Cevallos. Muchas de las damas integrantes no podían contener la emoción. Nos habían anticipado que veríamos calzados de muy buena calidad y a bajo precio. La compra compulsiva las había sacado de quicio. Sobre todo al ver la calidad del calzado. Querían ir a visitar las zapaterías y donde manda capitán…. Hacia allí fuimos. Una avalancha de mujeres se abría paso para llegar primeras. Las recomendaciones de los organizadores a la orden del día. No se entretengan… Compren y arriba del micro… No esperamos a nadie…
Sentenciaban mientras cada uno revoloteaba medias y zapatos viejos por otro con olor a nuevo. Parece que el precio y la calidad eran de primera. Luego de una intensa lucha de los coordinadores se logró reagruparnos y muy remolones que todos subieran al transporte. Algunas a regañadientes y otras exultantes. Faltaba una persona. Todo el mundo buscando al faltante. Hasta que hizo su entrada triunfal una de las coordinadoras. Su cara con una sonrisa descomunal. Debajo de sus brazos… cinco pares de zapatos…
Nuestro destino era el cantón Baños. Allí nos esperaba la señora Sonia Llerena, segundo lugar del campeonato Mundial de Hornado- Horneado-. Este bocado es muy tradicional del Ecuador y el arte que cada cocinero le pone es de cocinarlo como sus ancestros. Es un plato típico sobre todo de las montañas. Su origen es español y cada cantón le pone su toque tradicional.
Se hace el cerdo en hornos de leña que le dan su sabor típico, cada cocinero le prepara un aliño con distintas hierbas que son de su gusto y que le da un toque muy personal al hornado. El tiempo que se tiene al cerdo en el aliño también forma parte del secreto de cada uno.
Es costumbre que en cada región se acompañe esta sabrosa carne con distintas hortalizas propias del lugar. Es interesante ver a los ecuatorianos adorar este plato y es hermoso verlos como se saborean en su degustación. Es sorprendente ver el color dorado de su cuero con algunos toques más oscuros propios del calor recibido. Es así que le dan el aspecto de delicioso a este plato tan tradicional.
El Cuy es otro plato típico de la serranía ecuatoriana. Cuando me lo dieron a probar en un plato con otras comidas me pareció cerdo sobre todo por su cuero tan crocante y muy sabroso. Este animalito es el cobayo. Para los argentinos el conejito de Indias. Es un roedor que se alimenta de hierbas. Se cocina con un aliño especial para cada cocinero y sobre las brasas. Se lo va girando como si fuera un espiedo y se debe lograr que su cuero ese bien crocante. Los pobladores locales le dan un primerísimo lugar dentro del arte culinario. Es muy común en sus mesas en ocasiones especiales.
En el Cantón Pelileo tuvimos un encuentro con la comunidad Lilikakama, nativos de la región que se dedican a hacer artesanías con sus propios hilados. Mantas, ponchos, gorros y un desfile de modelos de vaqueros. Todo amenizado por su música, sus canciones y sus bailes propios de la región. Luego en el centro del patio comunitario compartimos una mesa con productos regionales que se ocuparon de preparar tal cual ellos están acostumbrados. De a poco y con toda humildad cada uno de sus integrantes depositaba en esa mesa central su aporte comestible y lo compartimos con ellos pasando un maravilloso momento de hermandad.
En el “Hotel Emperador “ nos esperaban con la cena. El gerente un joven argentino. Yo le había puesto todas las fichas a mi coterráneo. Que suerte que no me equivoque. Cuando llegamos al amplio salón me detuve a observar la tertulia en una mesa. Vi un vaso que me pareció reconocer por su contenido que además es inconfundible. Mi bebida preferida. Su color dorado matizado por unas piedras cristalinas de hielo. Me aseguraban una buena noche. Estaba con nosotros mi gran compañero de aventuras. ¡Whisky on the rock!
Primero tuve que ablandar al mozo. Este cada vez que se acercaba con una bandeja llena de bebidas… yo lo rechazaba. Hasta de mala manera. Era el único que no tomaba. Por fin me hizo la pregunta adecuada. ¿Qué le gustaría tomar? Un mozo avezado como él demostró su capacidad y me dijo: ¿Seguramente Whisky? ¿Qué marca? Rápido como un rayo le conteste. Un etiqueta negra con mucho hielo pero servido a tope. El clásico ruido de las piedras de hielo sobre el cristal me marcaba rápidamente su fin.
La cena fue a lo Argentino y pido disculpas por lo pedante. Exagerado yo diría. Muy ricos bocadillos. Como aperitivo, que los mozos se ocupaban de bandejear. Un primer plato de pescado con salsa de langostinos. Pero fue con una muy buena carne. Un lomo al vino tinto que se lució el Chef. No podía ser de otra manera con postre abundante, rico y una presentación excelente. Todo ello con un buen vino argentino. Recuerdo que un Presidente nuestro tenía la muy buena costumbre de tomarlo.
Mi Próxima nota sobre Ecuador.
El sábado 18/04/15 – 12 horas.