Por: Diego Marín
Lenin es un Rockstar. Fuera de lo que se pueda esperar, en Rusia la figura del padre del bolchevismo está lejos de ser renegada. En este país cada ciudad que se precie de esa condición necesariamente debe tener una calle, avenida, parque o estatua que homenajee al vociferante calvo. Para quien no es ruso es algo difícil de entender.
Y los motivos no son pocos. Se trata del líder que originó un dictadura de casi 70 años, un régimen que prometió crear el paraíso en la tierra y que termino generando y administrando todo lo contrario. Sobre todo para quienes osaron desafiar el monopolio ideológico del comunismo.
Pero los rusos, impasibles como casi siempre, responden afirmando que fue el comunismo lo que los convirtió en una superpotencia. El resto es verso.
El resto es trabajo esclavo, represión ideológica, castración de todo tipo de libertad, etc. Eso en Rusia es un costo abordable, incluso para los que tiene un represado político entre su familia…un club que llenaría cientos de estadios con sus socios.
El autoritarismo está en el ADN de la cultura rusa, es una de características que más los diferencian con sus vecinos europeos.
Hoy, mientras las estatuas de Stalin se han removido no sin oposición, el cuerpo momificado de Lenin sigue en el mismo lugar al que fue trasladado para ser venerado: la Plaza Roja. Justo al frente, se encuentran los ex almacenes GUM, hoy convertidos en uno de los centros comerciales más caros de Moscú. Otro monumento, pero al consumismo capitalista. ¿Una contradicción? No, esto es Rusia.