Por: Noelia Schulz
Hay algo importante que pocas veces nos dicen: la tarea de ser madre requiere que, ante todo, te cuides a vos misma. Porque sin esa premisa, imposible hacer frente a ningún otro propósito. Y como se espera de mí que de consejos (?) o al menos eso dice la portada del blog, intentaré estar a las alturas.
Reuní en mi corta (muy corta e inexperta) carrera maternal -y tras leer bastante y hacer prueba y error- algunas buenas ideas que tienen que ver con la cotidianidad familiar y la maternidad. Si gustan seguir leyendo, las comparto con ustedes. La figura de “La Madre” (abnegada, culposa, sacrificada) es bastante dañina. Las madres somos personas. Personas que necesitan ir al baño solas, por ejemplo (ALGUNA VEZ AL MENOS). Así que acá van algunas prácticas que a mí me funcionan, aunque por supuesto no soy siempre capaz de cumplir en su totalidad. Pero bien vale la pena el esfuerzo.
1. Reírse de una misma. Somos imperfectas, como todo ser humano. Es mejor reírse de una misma que tener que ir a terapia 5 veces a la semana. Y encima es gratis. “Hola, soy madre y soy imperfecta: no sé peinarme y me olvido de lavarle los dientes y las manos a mi hijo a cada rato.”
2. Aprender a decir que no. Esto me cuesta horrores. Pero yo quiero que mi hijo sepa decir que no, así que predico con el ejemplo. Esto incluye no hacer favores que se pasan de la raya, no hacer cosas de compromiso y gestionar tu tiempo libre como mejor te parezca.
3. Decir siempre lo que sentís. Es más fácil decir lo que sentís realmente en ese momento que aguantarte y después estallar por cualquier otra cosa, que no se entienda el reclamo y la frustración se triplique. Esto aplica a familiares, amigos, compañeros de trabajo.
4. Comer y dormir bien (siempre que sea posible). Y los días que sos una zombie, no tomes decisiones importantes. No, no estás depresiva, solamente necesitás 14 horas de sueño y dejar de tomar un tanque de café a las 7 am.
5. Compartir. Una de las mayores dificultades actuales es que criamos demasiado solas. Y necesitamos ayuda. ¡Y hacer catarsis! Las amigas pueden ser una solución, pero también se puede compartir por Internet o en cualquier otro ámbito. Es bueno poder sentirse acompañada en esas pavadas que nos parecen irrelevantes hasta que sabemos que le pasan a otra (y ahí se nos cae la mochila de la culpa-maternal y respiramos aliviadas).
6. Tener algo de tiempo propio. Y esto incluye el subtítulo: sin culpas. Sí, es difícil. Pero no imposible. Hay que buscar el modo de lograrlo, puede ser un baño tranquilo, ¡tampoco es necesario tanto!
7. Divertirte más. Dejar de lado el deber ser, aunque sea un rato. Jugar como nenas, a la par de los chicos. Hace poco me tiré de un tobogán en la playa: creo que hacía 15 años que no lo hacía. Como no podía ser de otra manera, caí mal y terminé en el piso doblada, pero mi hijo se rió tanto que terminamos los dos revolcados en la arena de la risa. Valió la pena.
8. Admitir tus errores. El orgullo a ultranza no le sirve a nadie. Podés decirle a cualquiera “me equivoqué” y el mundo sigue girando. Incluso a tus hijos. La autoridad no pasa por ahí.
9. Delegar. Tareas domésticas, compromisos, compras, trabajos, reparaciones del hogar o lo que sea. Si tenés a quién pedirle colaboración, no dudes en hacerlo. El complejo de mamá WonderWoman no va más.
10. Desdramatizar. Si todavía no dejó los pañales, ya lo va a hacer. Si escribió la pared, ya pintaremos cuando tenga 15 (bueno, capaz antes). Si le cuesta matemáticas, ya mejorará. O simplemente no será el próximo Premio Nobel de Cálculos y Derivadas (?). No es el fin del mundo. Y acá yo añadiría: los chicos son chicos, no esperemos que se comporten como señores en una reunión de directorio: van a correr y ensuciar y demás. Bienvenido sea ese desorden a nuestra vida, a mí me ayuda a desestructurarme.
¿Algo más que quieran añadir?