Criar en la era de la instantaneidad

#SerMadres

Vivimos en la época de la instantaneidad. La filosofía barata del ¡Llame Ya! Muchas otras personas lo han notado y lo describen como algo negativo, de ahí surgen las corrientes slow. Incluso existe algo llamado slow parenting (crianza lenta). Digo, no estoy inventando la rueda, lo sé.

El sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman describe nuestra época como una modernidad líquida en donde las estrategias a largo plazo se derriten porque ya no contamos con el tiempo para llevarlas a cabo. Lamentablemente, esta ansiedad posmoderna (por ponerle un nombre a nuestra locura diaria) nos afecta mucho en nuestra tarea de ser padres.

Pensamos que todo tiene que tener una fórmula, una receta mágica para lograr el resultado mañana (u hoy mismo, ¿por qué no?). Estas líneas que escribo ahora mismo son efímeras: hoy son leídas y mañana pasaron a la historia.

Por ejemplo, algo esencial para cualquier chico es jugar. Pero hoy el juego libre no se considera productivo. Y “perder el tiempo” está muy mal visto en nuestra cultura. Aun cuando muchos de los mejores momentos se viven cuando, casualmente, “no hacemos nada”. En vacaciones, en una tarde de fiaca en casa, paseando…

El pediatra español Carlos González dijo en una conferencia reciente: “Hemos perdido como sociedad nuestra capacidad para tolerar las conductas normales de los niños“. ¿No tendrá que ver con esto? ¿La baja tolerancia no es una consecuencia del ritmo de vida que llevamos?

Yo misma me encuentro atrapada muchas veces en esa lógica macabra: quiero darle libertades a mi hijo pero el día no rinde y termino fastidiada por actitudes normales. Y lo veo a diario, en la calle, en cualquier parte. Mamás enojadas gritando “¡Quedate quieto!”. Estamos todas agotadas.

Por eso me gusta recordarme/nos que está bueno ir despacio. “No hacer nada”. Respetar los tiempos de cada miembro de la familia. Darnos licencia para disfrutar más el hoy. Menos gritos y más conversación. Menos tele y más actividades compartidas. Menos deportes competitivos y más juegos sin reglas. Menos exigencias (y autoexigencias) y más sonrisas.

¿Qué dicen? ¿Empezamos a ir un poquito más despacio?