Por: Noelia Schulz
En las revistas y en la tele. Ahí están: las #MadresPerfectas de la publicidad. Acunan a bebés rozagantes, vestidos de impoluto blanco, gorditos y sonrientes. No hay bebés flacos, bebés sucios, bebés llorando. Todos los niños sonríen y son una dulzura. Y todas las mamás son jóvenes y flacas, claro.
Hasta las que pasan limpiapisos con el trapo o cuelan fideos están vestidas impecablemente, con una sonrisa de oreja a oreja (¡y peinadas de peluquería!). Sus casas relucen de perfección. Nos venden productos para el hogar, comida, pañales, leche, juguetes… Bueno, nos venden cualquier cosa. Y me pongo a pensar. Si en la publicidad el tipo de madre sigue siendo tan único… ¿Será que nos reímos lo suficiente de los estereotipos? ¿No será que tenemos que burlarnos un poco más? ¿O quizás juntar firmas para que la próxima protagonista de “Chif Crema” esté despeinada, sin maquillaje y use un buso de Egresados 95?
¿O soy la única que se levanta ojerosa, con un niñito atravesado en la cabecera de la cama y se pone la remera al revés? ¿Soy la única madre totalmente imperfecta que se olvida las cosas y encuentra juguetes tirados en lugares insólitos? ¿Todas las demás madres tienen los pisos brillantes, el pelo almidonado, visten de etiqueta para estar en casa, tienen hijos que son lores ingleses y bebés que duermen 12 horas de corrido como dicen los publicistas? Mmm…
Si están conmigo, únanse a la cruzada. ¡Abajo las #MadresPerfectas! También en la publicidad.