Por: Noelia Schulz
¿Cuántas mamás cansadas ven a lo largo de su día? Haciendo malabares para conciliar el trabajo con la vida familiar, corriendo para cumplir un esquema de horarios digno de un conferencista internacional, pensando en que hay que festejar de nuevo un cumpleaños (dios mío), o comer más sano (nota mental: los chicos hoy comieron 15 alfajores, intentemos cenar algo digno), cargando mochilas de Hello Kitty con rueditas, rogando que la escuela no haga paro o la abuela de turno no se enferme (porque en ese caso ya con malabares no alcanza y habrá que inventar algo nuevo).
A veces siento que el complejo de Super Mamá no hace otra cosa que aplastarnos. Llenarnos de culpas. Hacernos sentir inadecuadas. Demasiada presión sobre nuestros hombros. Dice la política y economista Rebeca Grynspan: “El síndrome de ‘supermujer’ es una equivocación, porque lo padecemos al pensar que ‘hacer todo bien’ depende de nuestro esfuerzo y no de que haya una estructura social que nos permita asumir esas responsabilidades y compartir el cuidado de la familia”. Cuánta verdad, ¿no?
Por eso, si sentís que el día debería tener 10 horas más; si a pesar del cansancio crónico tuviste tiempo para abrazar a tus hijos; si pensás que vivimos en un mundo acelerado que valora más las cosas que las personas; si te gustaría encontrar un equilibrio más justo en tu día a día; si creés que el fin de semana debería tener 3 días; y, sobre todo, si estás aburrida del complejo de Super Mamá y preferís ser feliz que perfecta…
¡Bienvenida al Club de Madres Reales! Seamos cada día más (y suframos cada día menos).