#SerMadres y los opinólogos (2)

#SerMadres

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Presentamos acá la definición de los opinólogos. Hoy les presento a los Comparadores Compulsivos.

Los Comparadores Compulsivos deberían ir a un grupo de apoyo, sin duda, pero no lo hacen. Tienen una lista mental (no necesariamente ajustada a la realidad) de logros varios y habilidades psicomotrices de sus hijos, nietos, sobrinos y niños allegados con el fin de poder establecer la comparación con una rapidez digna de Flash.

Podemos reconocer la comparación antes de que llegue. El tono de voz y la expresión de sus caras se transforma y nos preparamos para el golpe de gracia. “¿Así que Santi no gatea? Pepito a los 7 meses ya se paraba solito” -te dicen con fingida preocupación y sin remordimiento alguno (mientras vos sufrís un ataque de ansiedad porque el tuyo con 8 meses recién ahora se sienta solo).

Son personas muy adeptas a las tablas, los percentiles, los manuales y el “deber ser”. Cualquier desvío de la norma los pone sumamente nerviosos. “¿Es normal?” es su pregunta de cabecera.

¡Y los Comparadores Compulsivos no se toman francos! Son las 9 AM de un lunes como hoy y te abrazás a un café, sentada en tu escritorio. Las ojeras te delatan. “Sí, no dormí nada” le vas diciendo a cada persona que pasa y te mira con lástima. Y como si esa escena no fuera lo suficientemente desgarradora llega la comparación, sin anestesia: “¿Todavía no duerme toda la noche? Ay, Fulanito a los 11 meses ya dormía de corrido, ¿probaste darle una mamadera?”. Porque la comparación suele acompañarse de un consejo que te indica, con toda claridad, que EVIDENTEMENTE ALGO estás haciendo MAL.

He llegado a la conclusión de que las preguntas de rigor nos perseguirán en nuestras vidas de madre para siempre, cual asesino serial de Criminal Minds. Lo intuimos, tratamos de evadirlas, incluso cambiamos de tema disimuladamente (“¡qué calor, che!”) pero nada ni nadie nos salva. “Menganita aprendió a leer a los 5 –PAUSA DRAMÁTICA- el tuyo todavía no lee?”. Y a vos te recorre una ola de ira, angustia existencial y demencia temporaria, todo al mismo tiempo, sin previo aviso. No sabés si dar explicaciones, recitar de memoria eso que leíste por ahí, salir huyendo por la ventana, teletransportarte al planeta Marte o sonreír mientras maldecís en griego antiguo a todos los miembros de su familia.

Mucha atención al TODAVÍA, porque es una de sus palabras preferidas. Casi una sentencia que cae sobre el acusado. LA acusada, en este caso. LA MADRE. Blanco preferido de críticas, opiniones, acusaciones y responsabilidades incumplidas.

Lamentablemente comparar no suele ser de ayuda para nadie. Todos los seres humanos somos distintos y tenemos ritmos diferentes. Además, no tiene caso. El sujeto comparatorio (real o no) siempre será más lindo, inteligente, adelantado, independiente, saludable, educado, celestial y perfecto que nuestros hijos. Sólo nos queda asentir cortésmente, desplegar una media sonrisa y, ahora sí, hablar del clima.