Por: Noelia Schulz
¿Se dieron cuenta de que la mayoría de los artículos sobre crianza tienen un tinte utilitario?
“Cómo lograr que tus hijos cepillen al gato”, “Se prueba que los niños son más obedientes si comen arroz”, “10 señales de que tu hija está malcriada (por tu culpa) y cómo solucionarlo” podrían ser algunos de los titulares. La idea viene siendo que si hacemos X cosa nuestros hijos van a conseguir algo más rápido o mejor.
Si defendemos la lactancia tenemos que salir a explicar que tiene 1.435 beneficios, que la succión calma al bebé, le da seguridad y confianza, que la madre reduce sus riesgos futuros de padecer cáncer y que la mar en coche. Si decidimos jamás dejar llorar a nuestros hijos hay que salir con una pancarta que detalle claramente que el dejar llorar a los niños sin consuelo aumenta sus niveles de cortisol, la hormona del estrés, causante de… Ufff. Me agoté.
Hoy quiero reivindicar la maternidad por puro deseo, por amor, por placer. Esa conexión infinita que nos liga a nuestros hijos. Porque seguramente la primera vez que dormiste con tu bebé no lo hiciste porque lo dijo el Doctor Chapatín. Te salió así, te quedaste dormida, respiraste su perfume maravilloso y no pudiste evitarlo. ¿O nuestros hijos no nacieron también para disfrutarlos?
¿Y cuando son más grandes? ¿No está bueno de vez en cuando olvidarse de las reglas? ¿No es liberador? Reivindicar el disfrute en la crianza me parece necesario y olvidado. Olvidado debajo de una pila de obligaciones (a veces bastante exageradas), mitos y quehaceres de todo tipo.
Dicen que “los días son largos pero los años son cortos”. Y yo ya dije: no me quiero perder nada.
¿Y ustedes? ¿Disfrutan la crianza?