Bye Bye Dexter Morgan

Dexter es un asesino querible. A mi me ha conquistado desde los primeros capítulos. La serie, de la cadena Showtime, trata de un forense de la policía de Miami que tiene una vida oculta: es un asesino serial. Utiliza sus conocimientos científicos para matar sin que lo descubran. Dexter presenció el sangriento asesinato de sus padres cuando era muy pequeño y a partir de algunos indicios, su padre adoptivo (también policía) obervó que Dexter tenía un instinto asesino. Frente a eso, su padre decide ayudarlo canalizando este instinto en “crímenes justos”. Para ello, arma un código en el que se especifica a quién puede matar: la presa de Dexter debe haber matado a alguien injustamente, o debe haber violado a alguien y Dexter debe tener pruebas.

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La serie transcurre en Miami, ciudad calurosa y soleada todo el año. Encuentra su escenario perfecto en esa ciudad ya que no es una historia oscura. Tiene algo extraordinario como tienen las historias de ficción pero es la historia de alguien diferente, de quien oculta una desviación pero que trata de hacerla lo más legalmente posible. La tensión está permanentemente presente en la figura de su hermana (otra policía) o de su esposa a quienes les oculta sus andanzas. Nadie puede imaginar que Dexter es un asesino aunque es un tipo raro, introvertido y como todo forense, su trabajo resulta atractivo pero terrorífico. Dexter intenta tener una vida normal para el afuera pero por dentro lo único que quiere saciar es su deseo asesino.

El otro día descubrí un canal llamado Investigation Discovery (ID). Los asesinos seriales han sido protagonistas de muchos programas de Discovery y demás canales que explican casos de todo tipo con la ciencia y que han adquirido un prestigio que sentencia”… pero lo vi en Discovery”. ID es un canal cuyos contenidos son programas sobre investigaciones de asesinatos. Hay distintos programas: sobre crímenes pasionales, vecinos asesinos y demás. Dexter hasta el momento se mantenía al margen de esta explicación de “perfiles neurológicos” de los asesinos. Pero en su octava temporada llegó la Dra. Volge una “neuropsiquiatra” especialista en psicópatas que fue co-autora junto al padre de Dexter del código que ordena la vida de Dexter. Ah! Y la serie forma parte de la programación de ID. Cartón lleno.

Toda esa magia que hacía del caso de Dexter algo único y hasta adorable, lo hace ahora un psicópata más del montón, uno más que disfruta de matar gente, que no tiene sentimiento de culpa ni amor por los otros. Es una serie de calidad y atrapante en todas sus temporadas -excepto por la 6ta temporada, lamentable- pero la temporada final me decepcionó un poco, no quería explicaciones científicas ni saber que Dexter es un caso más de libros sobre psicópatas. Sin embargo, Dexter sigue siendo único por canalizar este instinto asesino en hacer justicia, es un Robin Hood sangriento. El protagonista sigue luchando con este instinto, se desvía en algunos casos y pone a su familia en peligro. Pero lo que siempre está presente es “podría haber sido peor, podría haber matado gente inocente y estar en la cárcel”. ¿Pero eso es realmente peor a que asesinen a su esposa y a traumatizar a su hermana al enterarse de toda la farsa que vivió estos años? Son las preguntas sin respuesta que te atraviesan al ver esta serie cuyas primeras temporadas están inspiradas en el libro Darkly dreaming Dexter de Jeff Lindsay.

Si bien esta última etapa me está decepcionando un poco tal vez sea un buen cierre, no me quiero anticipar, sigo viendo las aventuras de Dexter. Michael C. Hall encarna perfectamente a Dex, es muy buen actor, ya lo había demostrado en Six Feet Under al jugar el rol de David, otro personaje creepy, enroscado y adorable. Los invito a meterse en esta serie atrapante, que pese a formar parte de la programación de Discovery Investigation y a que una neuropsiquiatra quiera convencernos, Dexter no un asesino del montón.

Un policial nórdico

Bron/Broen significa puente en danés y en sueco respectivamente. Desde el primer capítulo, el asesino pone a Dinamarca y Suecia a trabajar juntos. Un cuerpo aparece en el puente de Oresund, aquella construcción descomunal que une los dos países. El cadáver está depositado justo en la frontera, eso provoca una investigación en conjunto entre los detectives Saga (sueca) y Martin (danés). Ella es fría, asocial y tiene mucha ética profesional. Él es chistoso, mujeriego y no muy fanático de la ley.

Ola Kjelbye

Lo primero que me gustó de Bron/Broen es que los actores no eran muñecos de cera como los que últimamente se están viendo en la televisión norteamericana. Saga no lleva maquillaje en ningún momento, su pelo es reseco y se viste en gamas marrones. Sus dientes no encandilan y sus pómulos no están rellenos. Todo esto no quita que sea una linda sueca.

Lo segundo que me gustó fue la hermosa  casa de Martin. De madera y vidriada. Muebles de diseño escandinavo, todo en esa gama de madera clara y nada sobrecargado. Sabía que esa casa sería el escenario de alguna parte clave y así fue. En el ante último capítulo transcurre una de las escenas más dramáticas.

Lo tercero que me atrajo es ver una serie de origen sueco y danés. Ví algunas películas de esas latitudes, sin embargo, las series tienen esa cualidad de llevarte a un clima y a un recorrido por distintas ciudades. Creo que un extranjero podría llevarse una idea más acabada acerca de Argentina al ver Los Simuladores más que El secreto de sus ojos. Cuando vemos una serie, entramos a las casas de los protagonistas, conocemos sus vínculos y sus mañas.

Una de las cuestiones que me llamó la atención es el lugar de las mujeres en la serie. Entre los delitos que investigan Saga y Martin no hay violaciones (el delito favorito de muchos policiales hollywoodenses). Saga es la jefa, tiene hombres a su cargo, su trato con ellos es frío y apático, porque ella es así con todo el mundo. Se cambia la remera frente a todos y no hay risitas alrededor. Ya todos la conocen y la respetan. Saga tiene sexo ocasional con un hombre que conoció en un bar. No se conflictúa si la llama o no. Incluso se pregunta ¿Para qué me invita a cenar si ya tuvimos sexo? Ella es un extremo, es una personalidad extraña sin sentimientos por nadie pero no por eso cruel. Creo que este personaje sale de los lugares  comunes asociados a las mujeres jefas como “la loca” “la hincha pelotas” “la adicta al trabajo que descuida a su familia”. Suecia es uno de los países con más igualdad de género. Esto significa, por ejemplo, que si una embarazada se sube a un colectivo puede tomarse a mal que le cedan el asiento. Y que tanto madre como padre tienen una licencia de 480 días luego de tener un hijo. Pueden administrarlos cómo les convenga. Esto permite que la crianza pueda ser realmente de a dos.

Suecia y Dinamarca junto con los otros países escandinavos siempre están en los títulos de los diarios por ser los mejores lugares para vivir y trabajar. La fama de estos países es que allí no existen polaridades de ningún tipo.  Ni social, ni cultural, ni económica, ni de género. El asesino al que Saga y Martin persiguen intenta romper con esta idea. Este “Terrorista de la Verdad” quiere denunciar temas incómodos para Suecia y Dinamarca: la inmigración, la explotación infantil y los vagabundos yonkis que andan por las calles. El asesino hace una fuerte aparición en los medios, jugando un rol de justiciero, transmitiendo imágenes y cometiendo crímenes que se llevan las primeras planas de todos los diarios. Al final de la serie entenderemos el componente emocional de este asesino, que no es menor.

Bron/Broen ya tiene su versión estadounidense “The Bridge”. No la ví. Pero uno de los atractivos de Bron/Broen es adentrarse en estas sociedades desconocidas para nosotros. Trazar un puente entre Argentina y los países nórdicos.

 

Querido Walter White

Los productores de Breaking Bad nos han puesto a prueba este último año, sus fans hemos sufrido un síndrome de abstinencia. En 2012 se estrenó la mitad de los capítulos de la quinta y última temporada de la serie del momento. El 11 de agosto empieza esta segunda parte en la que degustaremos cada capítulo como una última cena.

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Walter White es contemporáneo de muchos otros héroes amorales pero queribles. Entre sus colegas se encuentran Dexter, Tony Soprano, McNulty y Don Draper. Gracias a los tiempos que permiten las series uno llega a conocer profundamente a estos personajes. Es por eso que podemos comprender sus delitos y hasta seríamos cómplices si así nos lo pidieran, pues se han ganado nuestro corazón.

Walter White (el brillante Bryan Cranston), profesor de química en una secundaria de Albuquerque, tenía una vida aburrida hasta el día que le dicen que tienen un cáncer terminal. A partir de ese momento la vida de este personaje es todo menos aburrida. En su intento por vivir sus últimos meses a pura adrenalina y deseando una mejor economía para su familia una vez que el muera, decide utilizar sus conocimientos sobre química para cocinar metanfetamina. Su compañero de ruta es un ex alumno Jesse Pinkman (el actorazo Aaron Paul). Estos dos personajes empiezan a recorrer un camino de enfrentamientos con narcotraficantes, agentes de la DEA y mafiosos.

Claramente entre ellos se sigue dando una relación de profesor-alumno. Jesse lo llama Mr White hasta las últimas temporadas y Walt asume ese rol que tanto añoró: el de controlarlo todo, tener alguien a su cargo a quien darle órdenes. En esta nueva vida se le desencadenan la violencia y ambición que estuvieron contenida durante años. Jesse y Walt se necesitan el uno al otro para lograr el negocio. El profesor se ocupa de las pociones y el joven adicto de la distribución.Cuando estamos capturados frente a la pantalla sentimos pena por Jesse y nos enojamos con Walt. Claramente el profesor sigue ejerciendo su poder -por momento bastante cruel- sobre el joven adicto desdichado y rechazado por su familia.

A lo largo de sus cinco temporadas, Breaking Bad tiene escenas realmente impactantes para la vista. Recuerdo por ejemplo ver la cabeza de un enemigo de Walt sobre una tortuga que camina por el desierto, ver los síntomas que causa la quimioterapia, un hombre con la cara desfigurada por una bomba, o una joven que muere por una sobredosis. Pero lo que realmente impacta son las emociones que despierta esta serie. La empatía que sentimos por Walter White, a quien vimos convertirse en un diablo, el miedo que sentimos en momentos decisivos, la desesperación cuando están por descubrir la vida secreta de Walt. Y muchas emociones más. Breaking Bad, al igual que la mentanfetamina, es muy adictiva. Viendo esta serie, nuestra vida es todo menos aburrida. Te extrañaremos querido Walter White.

Sociedades vigiladas en The Wire y 24

La vigilancia es un tema recurrente en las series estadounidenses. Luego del 11 de septiembre, este tema empezó a reiterarse y las series ejercieron su rol de tranquilizar a la sociedad transmitiendo que todo está vigilado y que no tienen nada que temer. En este marco, se diferencian dos tipos de serie que simbolizaremos con The Wire y 24.

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En la serie 24, producida por la cadena FOX estrenada en noviembre de 2001, se ve una sociedad totalmente controlada por cámaras, radares, chips y herramientas tecnológicas. Todo es localizable si está en manos de la inteligente Chloe. El protagonista de 24 es un superhéroe inmortal, Jack Bauer, se salva de tres mil disparos, mil bombas, amenazas tóxicas y hasta resucita en una de las temporadas, algunas de estas peripecias tienen por escenario a la prolija ciudad de Washington. El organismo de seguridad antiterrorista está en todos lados y logra sus cometidos. Todo lo contrario ocurre en The Wire, estrenada en 2002 por la cadena HBO, que si bien trata sobre el espionaje y las escuchas a narcotraficantes, criminales, sindicalistas y periodistas, nada parece estar controlado. Los protagonistas son policías acohólicos, corruptos, infieles, buchones en una ciudad mucho menos glamorosa: Baltimore.

En 24 todo está centralizado, es visto desde arriba y todo parece estar bajo control pues siempre se resuelve en un día. En The Wire nada se resuelve, todos los personajes están atomizados, y en cada una de las temporadas vemos como los policías cargan con los mismos casos ya que no pueden avanzar. The Wire está fuera de la lógica de casos a resolver, es una serie militante, busca desenmascarar a esa policía y justicia perfecta que nos muestran las otras series, en resumen, quiere abolir el american dream que tiene por símbolos la igualdad frente a la ley, la libertad y la tierra prometida. La vigilancia queda ridiculizada en cuanto los narcotraficantes se dan cuenta que tienen los teléfonos pinchados y tiran sus celulares. En cambio, en 24 todas esas herramientas de control quedan mitificadas, son la solución a todo.

The Wire es una serie súper analizada por ser el anti-policial, anti-suspenso y por ser el reflejo de las sociedad burocráticas y capitalistas. El fenómeno de internet hizo que esta serie tuviera más éxito en la actualidad que mientras se emitía por HBO.

Hay mucho más para decir de estas dos series. Vamos de a poco.

Mad Men y la izquierda lacaniana

No reiteraré lo que ya se dice sobre Mad Men: qué bien ambientada, cómo fuman, cómo toman etc… Trataré de abstraerme de todo lo escrito sobre esta serie. Es de las mejores de los últimos años por lo bien relatada, lo bien actuada y la perfecta estética. Creo que inaugura una suerte de Nouvelle Vague en las series de televisión, inspirándose en sus hermanas mayores The Sopranos, The Wire, Twin Peaks y Six Feet Under.don-draper-protagonista-de-mad-men

¿Por qué retomar los años 60? Era una época olvidada en las pantallas y resurge con un self made man extremadamente buen mozo pero que oculta desdicha, mentira, traición y envidia. Don Draper es pura apariencia como el capitalismo y la publicidad. Los años sesenta fueron el boom del consumo y sobre todo el dirigido a las mujeres aburridas e insatisfechas de esa época, eran el blanco perfecto para venderles moda y electrodomésticos. Don Draper es el símbolo perfecto del capitalismo y el consumo: tentador e irresistible por fuera pero una vez que nos tiene entre sus brazos no podemos escapar (aunque somos conscientes de lo insano que es para nosotros).

Esta clave es justamente la que captó el consumismo: que somos presos de nuestro deseo. El psicoanálisis lo dice claramente: el deseo es el motor, tener deseo es estar vivo. El consumismo vino a tentarnos con distintos objetos de deseo: desde una gaseosa hasta un estilo de vida. Deseamos aquel objeto y una vez que lo tenemos ya no lo queremos más y deseamos otra cosa. Yannis Stavrakakis es un pensador griego integrante de un movimiento denominado “la izquierda lacaniana” que utiliza la teoría psicoanalítica desarrollada por el francés Jacques Lacan para el análisis de las sociedades modernas. El pensamiento es bastante más complicado ya que encuentra sus orígenes en el complejo de Edipo y en la relación con la madre pero lo que me interesa transmitir era esta idea desarrollada por Stavrakakis que explica que el consumismo ha identificado a la perfección nuestro funcionamiento como sujetos deseantes, como sujetos fálicos a los que siempre les falta algo. Haber captado este funcionamiento, hizo que el consumismo sea un éxito pues cada vez tiene algo más para ofrecernos.

La publicidad es la vedette del consumismo. Sin ella no sabríamos qué deseamos. Ella nos ofrece nuestros objetos de deseo y nos convence que con eso seremos felices. En Mad Men se ve en los diferentes procesos creativos que buscan vender distintos productos: condimentos Heinz, autos Jaguar, cigarrillos Lucky Strike y muchos más ejemplos que vienen a hacernos creer que esos objetos nos completarán y acabarán con nuestra insatisfacción. Una vez que lo tenemos, al poco tiempo, vuelve el malestar y deseamos algo más.

 

Homeland y las sociedades de control

Homeland es terriblemente atrapante. Es la adaptación de una serie israelí. La historia es muy buena y el modo de contarla también. Claire Danes interpreta a Carrie, una agente de la CIA que cumplió misiones en Irak. En el primer capítulo, un prisionero iraquí le cuenta a Carrie que un soldado estadounidense se había unido al grupo Al Qaeda, pero no le dice su nombre. Poco tiempo después, Nicholas Brody, un soldado estadounidense que había estado cautivo por ocho años en Irak es liberado y vuelve a su país a reencontrarse con su familia y sus compañeros. Carrie sospechará de este soldado y comenzará una investigación que la llevará a la obsesión. Este año lanzarán la tercera temporada de la serie que ganó seis premios Emmy.

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Con el correr de los capítulos, descubrimos que Carrie es bipolar. Por supuesto que nadie lo sabe pues la CIA no podría tener entre sus filas a una mujer desequilibrada mentalmente. El personaje de Carrie es, en mi interpretación, una perfecta ilustración del órgano de máxima seguridad estadounidense. Es obsesiva y paranoica. Quiere tener todo vigilado, al punto de poner cámaras ocultas en la casa de Brody, inmiscuirse en la intimidad de su vida, ganar su confianza y todo lo necesario para poder acusarlo. Nada más temido para estos organismos de máxima seguridad que un infiltrado.

El personaje de Carrie forma parte de las sociedades en las que vivimos actualmente. Ella caracteriza el miedo que vivimos todos pero sobre todo la sociedad norteamericana frente al terrorismo. El avance de la tecnología revolucionaron los dispositivos de vigilancia. Ya no se trata de encerrar a los delincuentes sino de vigilarnos y controlarnos en nuestras vidas cotidianas. El Panóptico del filósofo Michel Foucault pensado como concepto y dentro de la arquitectura de la cárcel hoy está en cada cámara de seguridad, cada máquina que nos desnuda en los aeropuertos, cada pulsera electrónica y tarjetas magnéticas para entrar y salir de la oficina.

En su artículo Posdata sobre las sociedades de control, el filósofo francés Gilles Deleuze explica que estamos pasando de las sociedades de disciplina a las sociedades de control planteando que los lugares de encierro como la cárcel, la fábrica, la escuela y el hospital están en crisis y en ese artículo escrito en 1990 dice: “No es necesaria la ciencia ficción para concebir un mecanismo de control que señale a cada instante la posición de un elemento en un lugar abierto, animal en una reserva, hombre en una empresa (collar electrónico). Félix Guattari [filósofo y psicoanalista que trabajó con Deleuze] imaginaba una ciudad en la que cada uno podía salir de su departamento, su calle, su barrio, gracias a su tarjeta electrónica (dividual) que abría tal o cual barrera; pero también la tarjeta podía no ser aceptada tal día, o entre determinadas horas: lo que importa no es la barrera, sino el ordenador que señala la posición de cada uno, lícita o ilícita, y opera una modulación universal”. ¿Hace falta agregar algo más?

House of cards: serie maquiavélica

House of Cards es originalmente una serie de la BBC emitida en 1990. David Fincher  (Seven, El club de la pelea, Red Social) es el director y productor de la versión estadounidense producida por Netflix. Cuando la estrenaron, lanzaron todos los capítulos juntos para que quienes tienen Netflix puedan verlos cuando quisieran y no una vez a la semana. Y por supuesto que al poco tiempo ya estaba en internet. Netflix le puso la tapa a las dos grandes cadenas estadounidenses HBO y Showtime pues entendió que la manera de consumir series ha cambiado rotundamente.houseof

House of cards es la serie yanqui por excelencia. Es liberalismo en su estado puro. Su personaje principal es sinónimo de self made man, workaholic y todas esas palabras que nosotros tomamos de su idioma porque en sus sociedades se han acuñado. El otro gran personaje es el periodismo -aquel cuarto poder que no deja dormir a los políticos estadounidenses- representado por una joven inquieta, ambiciosa y algo inconsciente. Estos dos personajes tienen bien presente su objetivo y están dispuestos a utilizar cualquier medio para logarlo, suena conocido, no? Francis y Zoe son dos personajes maquiavélicos.

El personaje de Francis Underwood es interpretado por Kevin Spacey. Underwood es un congresista que lidera el partido mayoritario en la Cámara de los Representantes y futuro Secretario de Estado. Es cínico y calculador. Nunca le tiembla el pulso es como si ya tuviera todo pensado, hasta los imprevistos. Es divertido (y escabroso) ver los cálculos que hacen para que salgan ciertas leyes y otras no. Francis es muy autoritario, esa característica lo acerca al adjetivo maquiavélico asociado al autoritarismo cínico, desprovisto de moral y honestidad aunque los escritos de este filósofo italiano no sean tan crueles como el adjetivo que está asociado a su apellido.

Francis tiene un matrimonio extraño que provoca mucha curiosidad. Su esposa Claire (Robin Wright) es bellísima y muy fría. El mayor grado de intimidad al que llegan es fumar juntos un cigarrillo por la noche… pero en ellos la intimidad es otra cosa. Sus egos y sus intereses son los que se atraen, se erotizan, no sus cuerpos.

La serie es categorizada como un thriller político. El relato es como el de un thriller, hay mucho suspenso que te lleva a sentirte casi en una película de terror. El ambiente político la hace muy atractiva pero los temas principales son el ego y el poder. Y creo que eso puede verse en cualquier ámbito, no sólo en el político. Hay mentiras, traiciones, intereses en todos los personajes. No se salva nadie.

Ángeles, The Killing,Top of the Lake y la banalidad del mal

Dos series que son muy similares. A quienes les gusta el género policial creo se engacharán. En ambas desaparecen dos chicas jóvenes y la detective es una mujer conflictuada con su vida privada. El ritmo de las dos series es similar. Se recorren las vidas de estas jóvenes y de sus familias que no son nada sencillas.foto top of the lake

Recordé estas series por lo que estuvimos viendo en Argentina con el caso Ángeles. Los noticieros argentinos lograron armar una serie de televisión con las novedades de cada día. Muchos llegaban a sus casas queriendo escuchar cómo seguía este policial llamado “Ángeles”. Todo siguió el mismo curso: encontraron el cuerpo, llamaron a toda la familia a declarar, el padrastro fue el primer sospechoso, luego una supuesta confesión del portero, ahora el ADN del portero y toda una comunidad sorprendida diciendo ¡no puede ser! Y la víctima: una jóven de clase media. Top of the lake y The Killing tienen estructuras policiales parecidas entre sí y cercanas al caso de Ángeles. Es por eso que los ratings de los noticieros fueron altos… no por el buen periodismo sino porque estaban construyendo un relato policial del que todos queremos participar pensando en los elementos que se tienen.

Top of the lake es una co-producción inglesa, estadounidense y australiana, tiene una temporada de 6 capítulos de una hora. La historia tiene lugar en Nueva Zelanda, los paisajes llenos de vegetación son preciosos. La protagonista es Elisabeth Moss (la queridísima Peggy en Mad Men), con una gran actuación sutil encarna una mujer que vuelve a su pueblo natal para ayudar en el caso de una niña desaparecida que es hija del hombre más poderoso del pueblo. La detective atraviesa miles de obstáculos para llegar a la verdad y el final resulta impactante… me gusta mucho cuando el final me desconcierta totalmente. En el medio aparecen cuestiones mafiosas y un grupo de mujeres hippies que vienen a instalarse al pueblo y que jugarán un rol interesante en la historia.

The Killing es originalmente una serie danesa. AMC hizo la versión estadounidense (que está transmitiendo su 3era temporada) cuya protagonista es otra gran actriz Mireille Enos. Es súper atrapante. Para acercarse a los paisajes nórdicos, esta versión transcurre en Seattle ciudad sinónimo de cielo gris y lluvias. Y ese clima hace a la serie bastante angustiante sin llegar al golpe bajo. Los padres de la niña desaparecida logran crear un clima de dramatismo casi intolerable… lo actúan demasiado bien. Hay entramados políticos interesantes ya que el asesinado coincide con la campaña electoral. Por momentos es un poco cansador el tema de encontrar un sospechoso, que te vendan que es él pero que luego se caiga por alguna prueba.

La realidad misma nos está confirmando que no tiene nada que ver la cara, la profesión, la clase social o la actitud que tenga un sospechoso. Todos pueden ser culpables. Evidentemente, aunque suene impactante, todos somos capaces de matar en algunas circunstancias. Ya lo analizara la filósofa alemana Hannah Arendt cuando estudió el juicio de Adolf Eichmann (teniente coronel nazi refugiado en Argentina). Al analizar la declaración de Eichmann, Arendt nos incomoda en su objetivo de no describir a estos seres como monstruos sino como humanos dentro de un contexto, dentro de ciertas reglas que establecen algunas actitudes como legítimas. Si bien los asesinos de estas series lejos están de estas complejidad histórica como fue el nazismo, me pareció interesante traer esta idea de cualquier “persona normal” puede ser culpable de un asesinato y de algo aún más atroz como fue el exterminio de 6 millones de judíos. No hay rasgos ni actitudes predeterminadas aunque siguen saliendo artículos de universidades que aseguran que los cerebros de los asesinos tienen tal o cual característica. Yo creía que la medición de cráneos había quedado atrás… La condición humana fue capaz de tal atrocidad como el Holocausto y recordar que fue posible nos ayuda a evitarlo.

En los tres casos citados: Ángeles, Top of the lake y The Killing uno queda súper atrapado por la historia. Queriendo entender ¿por qué las mataron?

El objetivo de este blog es traerles nuevas ideas para pensar. Para ello, utilizo de excusa la gran adicción de estos días: las series de televisón.

Una serie australiana: The Slap

Hace muy bien tomar un respiro de las series estadounidenses, en el cine es bastante más usual ver películas fuera de Hollywood pero en el rubro de las series no es tan fácil el acceso.

Las diferencias que encuentro más interesantes en las series fuera de Hollywood son que cambian el tipo de relato y el estereotipo de personajes. Ya lo conocemos todo de Estados Unidos, sabemos mucho de su historia, de sus consumos, de sus guerras y de su política.

The Slap es una gran serie australiana basada en un libro escrito por Christos Tsiolkas  autor australiano de descendencia griega. La serie tiene esta misma mezcla de orígenes ya que una de las familias principales es griega. Y eso ya resulta exótico después de tantos abogados caminando con su café de Starbucks en la mano, es un aire fresco ver una serie que transcurre en otros escenarios y con otras caras.

Cada capítulo lleva el nombre de uno de los personajes. Son 8 capítulos de una hora. En el primero se ve el cumpleaños de Hector, allí ocurre un hecho bastante polémico (no se los adelantaré pero tiene que ver con el título de la serie) y todos los otros capítulos cuentan cómo cada uno de los personajes -presentes en el cumpleaños- interpreta ese hecho. La visión de cada uno estará influida por la relación que tienen con los personajes afectados por ese suceso. Cada capítulo trae también un poco de la historia y los conflictos de ese personaje. Lo rico de la serie es que logra llegar a fondo con cada personaje, en su personalidad y en su relación con amigos, amantes, hijos y padres.

Retomo a Nietzsche con su frase “No existen hechos sino interpretaciones”. No hay una verdad absoluta sobre los hechos, sino que hay relatos de ellos. Y lo explica también Roland Barthes en Introducción al análisis estructural de los relatos : “El relato tiene formas casi infinitas y está presente en todos los tiempos, en todos los lugares, en todas las sociedades; el relato comienza con la historia misma de la humanidad; no hay ni ha habido jamás en parte alguna un pueblo sin relatos; todas las clases, todos los grupos humanos, tienen sus relatos (…), el relato está allí, como la vida”. Creo que las series de televisión conformaron un tipo de relato muy imponente en el último tiempo. Barthes se pregunta si el hecho de que el relato tenga formas infinitas y sea tan universal lo hace algo insignificante. Yo creo que no. Es muy rico el análisis de los relatos, habla mucho de las sociedades: qué se relata y cómo se relata.

Entonces, habrá formas infinitas de interpretar el hecho ocurrido en el cumpleaños de Héctor y retomando el comienzo del artículo: está bueno ver otras formas de narrar, relatos de otras latitudes. Si bien respetan ciertas reglas, son relatos que nos harán conocer algo nuevo.

¿Un mentalista?

Apuesto a que nadie da un mango por esta serie. Sin embargo, tiene una gran cualidad: respeta el género policial.

Se llama The Mentalist pero Patrick Jane, el protagonista, nos aclara cada vez que puede que no hace magia, sino que conecta hechos y sigue pistas. Jane tiene un pasado oscuro, ya que trabajó de chanta por muchos años, le hacía creer a la gente que podía comunicarlos con sus parientes muertos o los hipnotizaba para curarlos, todos quedaban maravillados por su encanto y su poder convincente. Hasta que un día la desgracia llega a su vida: su esposa y su hija son asesinadas por un temido asesino serial.

Me gusta The Mentalist porque me recuerda a una querida amiga: Agatha Christie. Porque en esta serie no existen los ADN, ni los asesinos perversos ni las imágenes desagradables. Cada capítulo es un caso a resolver por el California Bureau Investigation. Los detectives del CBI, con la ayuda de Patrick Jane, un consultor bastante particular, siguen las pistas de los asesinatos y llegan al culpable gracias a la astucia de Jane. No con la ciencia, sino con la perspicacia humana. Al igual que lo hacía Hércules Poirot. Como buen policial, el final es siempre una sorpresa.

Por supuesto que la serie es medio tontona pero es muy rescatable que el relato de las historias respete el género policial sin la fascinación por la prueba científica o por los asesinatos oscuros y perversos. Y de más está decir que su protagonista es bastante buen mozo.