Hace muy bien tomar un respiro de las series estadounidenses, en el cine es bastante más usual ver películas fuera de Hollywood pero en el rubro de las series no es tan fácil el acceso.
Las diferencias que encuentro más interesantes en las series fuera de Hollywood son que cambian el tipo de relato y el estereotipo de personajes. Ya lo conocemos todo de Estados Unidos, sabemos mucho de su historia, de sus consumos, de sus guerras y de su política.
The Slap es una gran serie australiana basada en un libro escrito por Christos Tsiolkas autor australiano de descendencia griega. La serie tiene esta misma mezcla de orígenes ya que una de las familias principales es griega. Y eso ya resulta exótico después de tantos abogados caminando con su café de Starbucks en la mano, es un aire fresco ver una serie que transcurre en otros escenarios y con otras caras.
Cada capítulo lleva el nombre de uno de los personajes. Son 8 capítulos de una hora. En el primero se ve el cumpleaños de Hector, allí ocurre un hecho bastante polémico (no se los adelantaré pero tiene que ver con el título de la serie) y todos los otros capítulos cuentan cómo cada uno de los personajes -presentes en el cumpleaños- interpreta ese hecho. La visión de cada uno estará influida por la relación que tienen con los personajes afectados por ese suceso. Cada capítulo trae también un poco de la historia y los conflictos de ese personaje. Lo rico de la serie es que logra llegar a fondo con cada personaje, en su personalidad y en su relación con amigos, amantes, hijos y padres.
Retomo a Nietzsche con su frase “No existen hechos sino interpretaciones”. No hay una verdad absoluta sobre los hechos, sino que hay relatos de ellos. Y lo explica también Roland Barthes en Introducción al análisis estructural de los relatos : “El relato tiene formas casi infinitas y está presente en todos los tiempos, en todos los lugares, en todas las sociedades; el relato comienza con la historia misma de la humanidad; no hay ni ha habido jamás en parte alguna un pueblo sin relatos; todas las clases, todos los grupos humanos, tienen sus relatos (…), el relato está allí, como la vida”. Creo que las series de televisión conformaron un tipo de relato muy imponente en el último tiempo. Barthes se pregunta si el hecho de que el relato tenga formas infinitas y sea tan universal lo hace algo insignificante. Yo creo que no. Es muy rico el análisis de los relatos, habla mucho de las sociedades: qué se relata y cómo se relata.
Entonces, habrá formas infinitas de interpretar el hecho ocurrido en el cumpleaños de Héctor y retomando el comienzo del artículo: está bueno ver otras formas de narrar, relatos de otras latitudes. Si bien respetan ciertas reglas, son relatos que nos harán conocer algo nuevo.