Construir hasta en lo simple y cotidiano

#SimpleMente

Es habitual escuchar a padres de hijos adolescentes despotricando por su comportamiento, desconcertados por sus reacciones y sobretodo desorientados respecto a qué hacer para revertir situaciones de compleja índole como malas compañías, interminables salidas nocturnas a las cuales se le suma la tan temida amenaza de la presencia de la droga y el alcohol.
Es habitual hablar con hijos de padres ya ancianos que no toleran su eterno malhumor, su incansable manera de encontrarle protagonismo al pesimismo de su largo y aburrido día, quejas por dolores corporales y enfermedades cada vez más reiteradas.
Tomo éstos dos típicos casos para ilustrar el tema que intento abordar y si bien ambas situaciones están atravesadas por conocidas crisis vitales como la adolescencia y la vejez, es importante saber que las personas no se convierten súbitamente en algo tan distinto a lo que siempre fueron, a que somos una construcción que comienza en la sala de partos y termina en el cementerio. Estamos acostumbrados a escuchar la palabra “límite”, límites sanos, límites necesarios, cómo y cuándo ponerlos. Yo voy a poner el acento en la palabra “construcción”, de cada simple momento de nuestra vida, de qué tipo de persona elijo ser cada día y de cómo elijo vincularme con el otro. La elección de cada uno de mis actos cotidianos me van convirtiendo en un determinado tipo de persona, cómo me comunico y me comporto con quienes me rodean a lo largo del día desde que me levanto y empiezo a interactuar con ellos me hacen ser alguien definido, ya que los vínculos se van construyendo paulatinamente. Volviendo al caso de padres de adolescentes sería bueno asumir un poco la responsabilidad de qué tipo de referente fuimos siendo en el recorrido de la vida de nuestros hijos para que hayan llegado a esa etapa con recursos suficientes para afrontar toda la complejidad de situaciones a las que están expuestos. Quise y pude construir una relación de seguridad y confianza? Pude manejar el equilibrio entre firmeza y delicadeza necesario para ellos? Cuando los padres vamos educando en función a lo que nuestros hijos van necesitando y no a nuestra conveniencia vamos en la mayoría de los casos formando un tipo de niño, que llega a la adolescencia para vivirla y no padecerla. Tampoco el anciano se convierte en un insoportable mal llevado a partir de que cumple 60 y si bien ésta etapa vital puede acentuar algunos defectos, hoy es el resultado de cómo fue viviendo su vida, construyendo sus vínculos, construyendo su propia personalidad. No en vano algunos terminan sus días felices en sus casas, en la de algún pariente o en alguna vivienda de ancianos aprovechando las actividades grupales que allí les proponen y otros renegados y solos en sus casas o en alguna vivienda de ancianos encerrados en sus dormitorios rechazando cualquier tipo de conexión con los otros que allí la habitan. Algunos se van de ésta vida y otros la abandonan.
En ocasiones las personas no valoramos la oportunidad de ser y crear vínculos sólidos en cada pequeño momento . Ayuda ver en el otro, a cada persona con quien nos vinculamos como alguien significante, alguien que puede ser afectado por nuestra actitud o que nos puede afectar y como ya saliste de la sala de partos porque estás leyendo esto, te invito a seguir construyendo para que cuando llegues al cementerio hayas dejado detrás tuyo una vida feliz.