Un fin de semana largo. Un nuevo aniversario de Malvinas. Doscientos mililitros de agua que cayeron en menos de tres horas. Una persona que deja su casa. Toneladas de colchones, miles de frazadas. Miles de kilos de barro alfombrando miles de veredas. Una madre llorando. Miles de madres llorando. Un perro aplastado por un auto. Setenta mil viviendas inundadas. Una planta de coke prendida fuego. Una familia durmiendo en el techo de la casa de un vecino.
Quinientos millones de pesos en pérdidas. Una rata flotando en la bacha de una cocina. Ochenta y nueve personas muertas. Cincuenta mil dólares donados por el Papa. Toneladas de alimentos llegados por la Autopista. Un recital para juntar bidones de lavandina. Una Facultad sede neurológica de la movilización solidaria. Una de cada cuatro casas destruidas. Mil efectivos de la Gendarmería Nacional. Un 911. Doscientos mil afectados. Una docena de mentiras. Una Ley, la 11.340, decreto 486/08. Un teléfono sin señal, una persona que no responde, un desaparecido más por la inundación. 8766 horas de tragedia.