Alguna vez en la historia del hombre, triunfó la idea de que el planeta era plano. Así nomás, que el mundo terminaba allá en esa fina línea del horizonte donde se corta el océano con el cielo. Luego, cierta comunidad científica se desdijo, pues, había caído en la mesa un grupo de evidencias que refutaban esa regla. Y así con todo, o, al menos, con muchas cosas.