Por: Sol Iametti
“La Deriva como tránsito intermedio entre un “crack” y un punto de llegada, casi siempre desconocido. La Deriva como espacio donde el cambio y la transformación son posibles, asumiendo al mismo tiempo temores, miedos, nostalgias y esperanza por el tiempo que se aproxima. La Deriva como declive familiar, en una relación, en una comunidad o en un país. La Deriva como descontrol sin nada ni nadie al mando, como cambio de rumbo, como violencia o calma a merced de la Naturaleza, el azar o ciertos caprichos. La Deriva como experiencia que facilita la empatía, la identificación o los sentimientos compartidos de todos los que se ven inmersos en ella.”
En el día de ayer Vetusta Morla presentó el último de sus tres álbumes en el Teatro Vorterix, La Deriva. Fue una noche en la que las estrellas decidieron encenderse puertas adentro y empapar a su entorno con la esencia de letras universales.
La primera vez que Vetusta y yo nos conocimos fue hace 2 años, mientras navegaba por un playlist de música española. Así, Lo que te hace grande llegó a mí con una letra que parecía diseñada para ese momento en particular de mi vida. “Y en el vaivén de planes sin marcar, cae sobre ti la bomba universal; no hay colisión, ni ley, ni gravedad que te pueda hacer caer [...]” dice la canción. Planes, una palabra abarrotada de significado mientras mi mamá se me escurría de las manos en una cama de hospital. Así fue como Vetusta Morla se convirtió en la banda que me regaló canciones que me sacaron a flote.
“Toca afinar, definir de un trazo. Sintonizar, reagrupar pedazos” dice Los Días Raros, uno de lo temas que escuché como un mantra en los primeros días de duelo, definitivamente días raros.
Más tarde vinieron Sálvese quién pueda y Valiente para acompañarme en una etapa de transición: renunciar a mi trabajo de oficina para dedicarme a lo que me da luz; arrasar con paredes blancas, filas y columnas para “hacer de la rabia mi flor, y con ella mi bandera“, porque como sonaba ayer en la voz transdérmica del vocalista, “ser valiente no es sólo cuestión de suerte.”
El otro día escribí “no se puede llegar tarde a la vida”, y es verdad, no podemos llegar tarde porque la vida no espera. La vida es un suceso de planes sin marcar, de mapas por soltar; de “regalos por abrir“. Siempre hay un concierto esperando del otro lado del telón, pero el poder y las ganas de correrlo, está en nosotros.
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Y así como todas estas letras fueron empapando de significado distintas etapas de mi vida, distintos episodios de metamorfosis; así como todos estos estribillos me ayudaron a sobrellevar mis “Derivas”, así aparece la canción que visto todos los días como mi remera preferida, la canción de los viajes que me inspira a seguir viajando, Copenhague: “Dejarse llevar suena demasiado bien. Jugar al azar, nunca saber dónde puedes terminar… o empezar.”
Así la intensidad hecha canción, y la canción: Vetusta Morla.
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A continuación, el concierto benéfico de Vetusta Morla junto a la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia. Una hora de plena intensidad, y una cuota de lo que se vivió ayer en el Teatro Vorterix.
Instrucciones de vuelo:
* Afinen los oídos, escuchen las letras
* Sientan la música y déjense llevar
* Sostengan las canciones como “un manantial breve y fugaz entre las manos”
* Permitan que la esencia haga su trabajo
Foto: Sol Iametti