Robert Capa, la Muerte de un Miliciano

#UnaBuenaFoto

La historia de la fotografía refleja un continuo desdoblamiento en sus usos. La fotografía de prensa nació en Alemania tras la Primera Guerra Mundial. El marco fue la República de Weimar que, tras quince años de vida permitió un extraordinario florecimiento de las artes y las letras. Incluso la prensa, censurada durante la guerra, renació bajo la republica liberal. Thomas Mann, Franz Kafka, Bruno Walter, Albert Einstein, Sigmund Freud, Wassily Kandinsky, Paul Klee, Walter Gropius, son nombres que pertenecen a este período.

Un factor fundamental para el nacimiento y consolidación de la fotografía de prensa fue la aparición a fines de las década del `20 de la cámara Leica.  Con un tamaño reducido sumado a la posibilidad de intercambiar objetivos y de exponer 36 fotogramas sin necesidad de recargar, revolucionó el trabajo del fotógrafo profesional.

De este modo empezaron a hacerse fotografías en el fragor de las batallas. La Guerra Civil Española (1936 – 1939) fue la que primero se documentó con esta modalidad, en términos de Sontag (1), moderna. Su representante máximo fue Robert Capa (de quien ya hablaré un poco más) con la fotografía La muerte del miliciano (1936).

Esta foto fue publicada por primera vez el 23 de septiembre de 1936 en la revista Vu.

Ícono de la Guerra Civil Española, retrata el momento en que un miliciano parado en el Cerro Muriano, cerca de Córdoba, sur de España, era asesinado por un disparo de bala en la cabeza. Desde ese momento la controversia sobre la veracidad de la foto no paró de crecer.

Se han publicado numerosos estudios tanto defendiendo como atacando la autenticidad de la imagen. El biógrafo de Capa, Richard Whelan, ha dicho que en una de las fotografías de la misma serie, varios milicianos posaban para el fotógrafo con aparente actitud festiva y los fusiles en alto. Otra imagen inmortaliza a los militares en maniobras de salto en una trinchera, y una tercera, nunca vista hasta ahora, capta a un segundo miliciano abatido en el mismo páramo en el que Borrell García había perecido minutos antes.

Según la reconstrucción del suceso que hizo Whelan, Capa aprovechó la hora de la siesta respetada por los bandos republicano y franquista para fotografiar a los soldados simulando acciones bélicas. Fue entonces que el protagonista posó en la cima del cerro dejando entender a las tropas enemigas que estaban siendo atacadas. Éstas le dispararon, permitiendo a Robert Capa hacer su foto mas “espontánea”: el momento exacto en que una bala sale de la cabeza del miliciano.

 


(1) Sontag, Susan. Ante el dolor de los demás Ed Alfaguara. Buenos Aires, Arg. Año 2003.