Por: Luciana Calcagno
Es probable que no haya dos películas más hermanadas que Apocalypse Now de Coppola y Fitzcarraldo de Herzog. Ambos emprendieron para estas películas rodajes monumentales al otro lado del mundo. Rodajes que costaron sangre, sudor, lágrimas y accidentes varios. Ambos, también, lo hicieron cuando estaban en la cima de sus carreras –el primero se acababa de hacer millonario con la saga El Padrino; el segundo ya era mundialmente conocido por películas como Aguirre, la ira de Dios y Nosferatu– y querían más.
Y tuvieron más, ya que tanto Apocalypse… como Fitzcarraldo están consideradas –con justeza– dos de las mejores películas de la historia del cine. Pero las similitudes no terminan ahí: detrás de las dos late el espíritu de El corazón de las tinieblas, relato de Joseph Conrad sobre la conquista (de lo inútil) de un universo con reglas indomables y del viaje físico y mental hacia la oscuridad y lo desconocido. Afortunadamente no solo tenemos las películas sino también dos documentales que retratan lo demenciales que fueron estos rodajes: Burden of Dreams (1982) sobre el rodaje de Herzog, dirigido por Les Blank y Hearts of Darkness: A Filmmaker’s Apocalypse (1991), dirigido por Fax Bahr y George Hickenlooper sobre los archivos de Eleanor Coppola, por entonces mujer de Francis y madre de sus 3 hijos.
Les Blank ya estaba acostumbrado a filmar a Herzog haciendo cosas sin mucho sentido. Por ejemplo a continuación podrán ver un pequeño fragmento de Werner Herzog eats his shoe, un cortometraje de 1980 en el que Werner se cocina sus propios zapatos ya que ha logrado ver una película (de Errol Morris) que lo ha conmovido. Puntualmente en este extracto lo escuchamos quejarse de la televisión y lo vemos cocinar su zapato, el cual –les puedo asegurar– se termina comiendo.
Pueden comprobarlo viendo la versión completa. Eso sí, se come uno solo; el segundo lo deja para cuando Fox o Universal distribuyan la película.
Pero volviendo a Fitzcarraldo, antes hay que decir que los verdaderos fanáticos de Herzog sabrán que el combo Burden of dreams viene de la mano de la lectura de Conquista de lo inútil, diario que llevó el director durante el rodaje de la película y fue editado por Entropía en el año 2004, y Mi mejor enemigo, documental de Herzog sobre Kinski (protagonista de Fitzcarraldo, entre otras películas del director) en el que podemos ver en profundidad la relación amor-odio más fructífera de toda la historia del cine. En Mi mejor enemigo hay varias escenas de Kinski despotricando por diversas cosas –siempre ridículas, siempre menores– mientras un operador se corta el pie con su sierra antes de ser liquidado por la picadura de una serpiente. Pueden bajarlo de aquí.
Burden of dreams no hace tanto hincapié en esta relación sino que se enfoca más en los miles de inconvenientes que se llevaron a cabo durante los 4 años que duró la locura de Fitzcarraldo. Los problemas del clima húmedo, fangoso e insoportable de la selva peruana de Iquitos , llena de bichos y animales –que para Kinski eran ‘eróticos’, mientras que para Herzog eran directamente ‘obscenos’– , la presencia de las diversas tribus indígenas que participaron del film y sus conflictos internos, –que Herzog y sus colaboradores trataban de entender a sabiendas que esas cuestiones podían arruinarles varios días de rodaje–, y el evidente choque de culturas que generó miedos y un clima de tensión generalizado fueron solo algunos de los incidentes que surgieron en la filmación de la película.
El documental tiene escenas inolvidables. Se lo puede ver a Kinski remplazando masato (una bebida que se elabora en base a yuca masticada y escupida) por leche, ya que le temía “a las infecciones” y sincerarse diciendo: “Estoy estancado en este campamento de mierda, no puedo salir… pero al menos hay una buena vista”. Herzog, por su parte, se ve desesperado por momentos, pero generalmente está calmo, observando la inmensidad y tratando de pensar cómo hacer para seguir conquistando lo inútil sin que se le lastime más gente en el camino. También podemos escucharlo hablar de su total compromiso con la película (“mi vida termina o sigue con esta película”), y de su deseo de filmar a los indígenas para que no se pierda lo poco que queda vivo de su cultura.
Uno de los detalles más simpáticos de Burden of dreams (que también está en Mi mejor enemigo) es la inclusión de una escena de la primera versión de Fitzcarraldo, de la que llegó a rodarse un 40% porque Jason Robards –el protagonista en ese entonces– se enfermó de disentería. En esta versión Mick Jagger interpretaba a Wilbur, el ayudante de Fitzcarraldo, y lo hacía con un ímpetu y una magia pocas veces vistas en el cine. Con la partida de Robards, Jagger también abandonó el rodaje porque los tiempos se estaban extendiendo demasiado y tenía compromisos con los Rolling Stones. La escena termina con Herzog lamentándose por la partida de Mick, que consideró una de las pérdidas más grandes de su carrera. Finalmente, el personaje de Wilbur fue desechado. Tan solo imagínense lo que hubiera sido el combo Kinski & Jagger en Iquitos. Duro, ¿no?
Acá está el documental entero.
Lo de Coppola es igual de extremo y demencial. En un rodaje que duró apenas 1 año, tuvo todos los problemas posibles (infarto de Marty Sheen, plantón de Marlon Brando, guerra civil en Filipinas, peleas con su guionista John Milius, etc.) y aún así llevó a cabo la película más visceral y potente del siglo pasado. No es –como dice él mismo en la presentación en el festival de Cannes– una película sobre Vietnam. Es Vietnam.
El film (que puede bajarse desde aquí ) incluye registros de Francis en sus momentos de máxima debilidad, evaluando la posibilidad de conseguir a otra estrella en lugar de Brando debido a los múltiples problemas económicos que representaban para él los tiempos estipulados por el actor (“si no es Brando será Redford, si no es Redford será Nicholson, si no es Nicholson será Pacino y si no es Pacino… será cualquier otro”) y lo escuchamos totalmente indignado –y atemorizado– por la posibilidad de que la prensa se entere del infarto sufrido por Sheen en medio del rodaje. También –increíblemente– confiesa estar haciendo una película mala y sin embargo seguir adelante con ella porque “no podría renunciar nunca ante mí mismo” (no olvidemos que American Zoetrope, su productora, era la principal inversionista del film).
Pero tal vez lo mejor sean todos los detrás de escena de aquellas escenas que aún recordamos: Martin Sheen completamente ebrio lastimándose la mano con el espejo, la arremetida aérea musicalizada con Wagner y la llegada de Willard al encuentro con el Coronel Kurtz.
La presencia –y el estado general– de Denis Hopper merecen comentario aparte: completamente fuera de sí, admitiendo que no podía recordar absolutamente nada del guión, discute con Coppola mientras hace esos chistes de borracho que no le causan risa a nadie (salvo a él, claro).
También se incluyen entrevistas posteriores, en las que tanto Coppola como su mujer y Martin Sheen (todos más gordos y envejecidos) comentan con cierta distancia y nostalgia lo convulsionado de aquellas épocas, mientras tratan de alivianar lo que se puede ver en todo el archivo que desfila por el documental.
Obviamente, después de ver ambas obras, dan ganas de salir corriendo a ver nuevamente los films para observar el esfuerzo y la locura que subyacen en las escenas que supieron conmovernos y entusiasmarnos. De esta manera, ya nunca veremos igual la épica escena de los helicópteros en Apocalypse Now después de saber que Storaro estaba consternado porque le quedó un Huey fuera de cuadro, ni la escena de Fitzcarraldo en la que el vapor Molly impacta contra las rocas, sabiendo que dicha movida le abrió la mano en dos al director de fotografía Thomas Mauch.
Fitzcarraldo se baja acá, Apocalypse Now de acá y la versión extendida de acá.