Argentina tiene que pagar en 2015 vencimientos por unos 12 mil millones de dólares y no tiene ese dinero. Las reservas del Banco Central no alcanzan para hacer efectivo ese pago ya que los más de 30 mil millones que aparecen como reservas tienen mucho “maquillaje contable” y las reservas líquidas están en los 16 mil millones (Pueden leer más de esto haciendo click aquí).
La conclusión es bastante obvia y simple: Argentina necesita endeudarse. El caso Nisman no hace más que dificultar aún más cualquier intento de este tipo, ya que los principales líderes del mundo tienen fuertes dudas respecto de lo que realmente sucedió.
La prioridad del gobierno es ahora esta batalla judicial que está enfrentando. Y aunque necesita endeudarse, ahora se le suma a la dificultad impuesta por el no arreglo con los holdouts, la muerte del fiscal Nisman. Sobre llovido, mojado.
En todas y cada una de las situaciones casi idénticas a la actual por las que atravesó la Argentina, la válvula de ajuste final fue el tipo de cambio. El dólar atrasado, consigue contener indirectamente la inflación (el modo directo es reducir el gasto para no tener que cubrir lo que no se llega a recaudar imprimiendo pesos). Sin embargo el costo de contener la inflación de esta manera indirecta es una gran caída en la actividad. Un dato irrefutable es que la actividad inmobiliaria tuvo en 2014 su peor año desde 1980, medido por el Colegio de Escribanos de la CABA.
Una célebre frase de Ernest Hemingway describe cómo es la dinámica de ir a la quiebra. El la relata como un proceso con dos etapas. “Primero lentamente, y luego de forma repentina”. Quien no entienda esto, no entenderá como será el proceso final de la economía kirchnerista. El dólar seguirá exactamente esta dinámica: más temprano que tarde volverá lentamente a la zona de 14-15 para luego escaparse a niveles hoy impensados. Y dentro de esos niveles, 20 es el número del que vengo hablando hace tiempo.
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