68. Madrazas, las que atraviesan el Complejo de Wendy

1. Casting

Lo digo de entrada: en una pareja, uno es lo que el otro le permite. Quiero decir, que en la mayoría de los casos, cada elección de pareja es un síntoma. Y los síntomas, a veces nos delatan y otras nos protegen de un mal mayor. Mas vale histérica que deprimida u obsesivo que paranoico. La libido es una cazadora de neurosis que tiene sus propias pautas etológicas y una puntería excelente. Tenés una tendencia que el otro pesca y en esa vincularidad se abre el grifo de los malos entendientes. Continuar leyendo

67. Pendeviejos, el Síndrome de Peter Pan

“La felicidad es un simulador de vuelo”

F.L. 

1. Las fuentes

Corría el año 1904 y en Londres se estrenaba una obra del escritor escocés James Barrie inspirada en los hijos de unos amigos con los cuales jugaba y creaba lúdicamente obras de teatro. Peter Pan es la historia de un niño que puede volar, nunca crece y eso no le genera ninguna culpa. Vive en el país del Nunca Jamás, una isla poblada tanto por piratas como por hadas y sirenas. Al malo del Capitán Garfio un cocodrilo le comió un brazo con reloj y todo, por eso cuando escuchaba un tic tac se volvía loco. El paso del tiempo, si te agarra con cuentas pendientes, puede volverte loco. Continuar leyendo

66. Los escurridizos

Hay una especie especial específica de caballeros conocida con el nombre de escurridizos, del latín nocompromisum, más conocidos por los “sí pero no”. Hombres gentiles y de buen humor que van prometiendo con pequeños actos, barriles de eternidad para las muchachas desprevenidas. Tienen el don de la seducción a flor de piel, son encantadoramente espontáneos y no necesitan ninguna estrategia; esos artilugios se los dejamos a los feos que son los que aportan las grandes ideas al Manual de Estrategias de Levante y Abandono. Saben cuándo victimizarse al encontrarse con un alma maternal o hacerse los héroes cuando una personalidad apocopada se presenta ante sus labios. Calculan cuándo sonreír y en qué momento pegar el zarpazo. Continuar leyendo

65. Las que siempre se enamoran de lo mismo

Estimada Señorita Sonia:

                                               Me presento por si no me recuerda, soy Estévez de Liquidaciones, el que le entrega el recibo de sueldo todos los meses, usted siempre me dice algo sobre mi saco marrón y la forma que tengo de combinar los colores. Yo no sé si esta carta llegará a sus manos, no me considero lo suficientemente valiente para semejante exposición, pero daría el universo para sentarme a comer un tostado con un submarino y charlar con usted. Continuar leyendo

64. Cuando dejamos de amar

Viene todo bien, la hermana te cayó divina, te gusta su forma de pensar, parece una persona seria. Te divierte; y hasta no te da miedo pensar en el futuro. Te fuiste de vacaciones, como un modo de probar a ver qué onda y funcionó. Sabe cuando tiene que callarse y cerrar esa bocota; sabe cuando tiene que meter un chiste para descomprimir tu mala onda. Continuar leyendo

63. ¿Vale la pena resignar por amor?

Muchas veces sostuve que la resignación es un acto de amor. Pero… hasta dónde resignar. De la resignación al sometimiento hay la misma distancia que hay entre la condescendencia y el masoquismo. La resignación desmedida es un recurso deshonesto que pretende suavizar una situación compleja. Los gradientes de dejar cosas de lado por el otro son infinitos y van desde la más piadosa intención hasta el más cruel de los ardides. Muchas veces la resignación viene con facturas de altísimo costo. Continuar leyendo

62. La posta sobre la amistad entre el hombre y la mujer

Millones de veces hemos escuchado disquisiciones acerca de la amistad entre el hombre y la mujer. Si existe o no, si es viable o si sólo es un acto de resignación donde uno no puede avanzar y se conforma con una pequeña hendija en el corazón del otro. Para que una amistad entre géneros florezca hay determinados condicionantes no muy distintos a una amistad del mismo sexo. Ante todo, la pregunta es si uno cree o no en la amistad, porque hay personas que no creen en ningún tipo de amistad. Continuar leyendo

61. Los que se arrepienten de habernos dejado

Hola Fabián:

                     ¿Cómo estás? ¡Tanto tiempo! Sé que sabés por tu prima que me vine a vivir a Valencia. Estoy casada hace cinco años y tenemos un niño que adoptamos hace un año y medio. Vivimos en la Avenida de la Malva Rosa, cerca del mar. ¿Te acordás cuando soñábamos con vivir cerca del mar?[1] Mi vida es bastante tranquila (demasiado)[2], mi marido tiene un estudio de arquitectura y suele viajar mucho por el interior. ¿Vos terminaste la carrera al final?[3] Los días acá son bastante rutinarios, sin sobresaltos y con todo bastante organizado. Aunque nunca termino de sentirme feliz.[4] Vivo con una tensión interna que no sé bien de dónde viene. Pienso mucho en Buenos Aires y sobre todo en “lo nuestro”.[5] Yo acá estoy bien, tengo un marido que me adora y un hijo maravilloso, estoy cerca de la playa y mi casa es el lugar que siempre soñé habitar. Pero… ¿sabés qué? Pienso mucho en vos, en todo lo que vivimos y en cómo terminó todo.[6] Me acuerdo de tu sentido del humor y de tu seriedad para pensar la vida. Eras un tipo muy atento, que me tenías en cuenta. Eso lo extraño mucho.[7] A veces me pregunto: ¿qué sería de nuestra vida si hubiésemos seguido juntos?, creo que me perdí a un gran tipo y trato de hacer autocritica, tal vez siempre fui muy inmadura.[8] Muchas veces siento que me faltás.[9] Continuar leyendo

60. El miedo de volverse a enamorar

Ok, ya pasó. Se terminó el duelo. Te fumaste la soledad mientras tus pulmones te dejaban sola. Llamaste una y mil veces obteniendo el mismo resultado. Te preguntaste, como quien pregunta a un espejo, por qué las cosas se dieron así. Desconfiaste de todo, hasta de tu propio corazón. Pensaste en la lástima y en el abandono. Quisiste venganza y fuiste una gansa. Esperaste con ansiedad al señor olvido y el muy maleducado te enseñó que llega cuando se le cantan las bolas, es más, te diría que llega cuando ya no es necesario. ¿Qué quiere decir que ya no es necesario el olvido? Quiere decir que el recuerdo no lastima, que los filtros emocionales hicieron su tarea y fueron quedando, gracias a la lejanía, los pétalos sin marchitar de esa relación florida. Quiere decir que la evocación de esos días fortalece lo que vendrá, que ahora, cuando asoma la esperanza, es mucho más creíble que antes cuando era un manotazo que pretendía un salvataje harto de tragar saliva. Continuar leyendo