Hace mucho que no ando en bicicleta.
En realidad hace poco pero con poca frecuencia, y cada vez que me subo y pedaleo es darme cuenta lo bien que me hace sentir. Respecto a todo. Y me agendo mentalmente que tengo que usar la bicicleta más seguido.
Es que antes vivía en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El colectivo me descompone, el subte me da miedo (estar bajo tierra entra tantísima gente). Ir a todos lados en bicicleta fue la solución mágica. Además trabajaba todo el día en una oficina, sentada frente a la computadora. Ir y venir en bicicleta me relajaba. Esa cosa de los músculos moviéndose, la sangre y el oxígeno fluyendo por todo el cuerpo te cambia la experiencia diaria.
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