Estoy harto del runrún de quejas y de las caras largas del bar del golf. Uno quiere sentarse a disfrutar una cerveza después de jugar 18 hoyos y tiene que terminar de psicólogo de los que se acercan cabizbajos a murmurar sus penas.
Estoy harto del runrún de quejas y de las caras largas del bar del golf. Uno quiere sentarse a disfrutar una cerveza después de jugar 18 hoyos y tiene que terminar de psicólogo de los que se acercan cabizbajos a murmurar sus penas.