Preferimos ver un encuentro deportivo, enterarnos del chimento de turno, perder un par de horas con los dramas organizados de un talk show o caer en la paranoia del eventual asesinato al que estamos expuestos. Al mismo tiempo, el mundo complejo del siglo XXI parece empecinado en caer bajo su propio peso. El mundo se viene abajo y a nadie… ¿a nadie le importa?
Si el genial protagonista de Hombre Mirando al Sudeste giraba su cuello en esa dirección para recibir las directivas que lo ayudarían a salvar al hombre, pues que el hombre mira para otro lado, por no decir que mantiene los ojos cerrados. ¿Escapismo, negación, insensibilidad, apatía o simple distracción? Continuar leyendo