Por: Hernan Gauna
El Aikido es un arte marcial moderno de origen japonés, creado por Morihei Ueshiba (1883-1969), conocido por los practicantes como O’sensei (Gran Maestro). Si bien se suele decir que es un arte marcial moderno, las raíces de sus técnicas se hunden bien profundo en la historia marcial japonesa, siendo muchas de las mismas, idénticas a las que utilizaban los Samurais.
Sin embargo, el Aikido moderno como tal, presenta marcadas diferencias con las disciplinas que le dieron origen. Una de las principales, es el hecho de que no se busca la destrucción del compañero de práctica, sino su inmovilización ocasionándole el menor daño posible.
Otra diferencia sustancial con el resto de las artes marciales que se practican en la actualidad, es que en el Aikido no existen torneos ni competencias, la única competencia es contra nosotros mismos.
Las técnicas que se enseñan son, en su origen, potencialmente letales. Pero se las ha despojado de su agresividad y violencia para convertirlas en una vía de armonización entre los practicantes. Estos, con la práctica dedicada e intensiva, logran sincronizar sus movimientos de forma tal que, visto desde afuera, parece que realizaran movimientos circulares e inofensivos. Imagen engañosa, ya que vivida la técnica desde adentro se siente el poder de la misma.
O’sensei definió el arte macial creado por él de la siguiente manera:
“Ai quiere decir también Amor, y he decidido llamar a mi Budo definitivo Aikido, aunque Aiki sea un término muy antiguo. Aikido no es una técnica para combatir o vencer a un enemigo. Es el medio de reconciliar al mundo y reunir a los seres humanos en una familia. El secreto del Aikido es armonizarnos con el movimiento mismo del Universo. Aquel que ha descubierto el secreto del Aikido tiene el universo en él mismo y puede decir: “¡Yo soy el Universo!”
Morihei Ueshiba, comprendió luego de años de arduo entrenamiento que el verdadero Budo se encontraba en la armonización del cuerpo, la mente y el espíritu del practicante. Y en buscar, no la destrucción del oponente, sino la unificación con éste, convirtiéndose en un ferviente promotor de la Paz. Este giro filosófico motivó que el Aikido comenzara a ser conocido como el Arte de la Paz.