Yo no grito, hablo.
En realidad no hablo, escribo.
Escribo desde lo más auténtico que tengo para decir y con las palabras más espontáneas que irrumpen para manifestarse.
Si no fuera así, no solo los empaquetaría a ustedes, sino que me empaquetaría a mí mismo.
Por eso dejo que irrumpan las ideas que por algún motivo tenemos que compartir. Solo así las musas deben sentirse halagadas y vendrán cada tanto a visitarnos.
Esperemos. Continuar leyendo